miércoles, 28 de abril de 2010

QUE POR MAYO ERA, POR MAYO, CUANDO HACE LA CALOR, CUANDO LOS TRIGOS ENCAÑAN...

Que por mayo era, por mayo, cuando hace el calor, cuando los trigos encañan y están los campos en flor, cuando canta la calandria y responde el ruiseñor, cuando los enamorados van a servir al amor… Así comenzaba aquel romance que nos hacían aprender de memoria en los años adolescentes de tiza y enciclopedia Álvarez; aquella poesía tradicional que durante tantos años acompañó las horas de trabajo y los momentos de diversión de las personas, como han hecho siempre todos los romances. Nunca acabábamos de comprender aquello de la calandria, o del ruiseñor, o eso de que los trigos encañan, a pesar de que siempre lo viéramos verdear por mayo; lo que realmente nos seducía era ese mundo de sentimientos que nos abría la frase que dice que todo eso sucedía en mayo, cuando los enamorados van a servir al amor, que tan poco sabíamos bien que era eso. Para nosotros tenía poca fuerza, y menos en aquel entonces, que fuera en mayo cuando crecen los trigos, cuando florecen los campos, cuando crían y cantan los pájaros. Tenía poca fuerza entonces que fuera en mayo cuando se engalana la naturaleza - porque nosotros también estábamos viviendo el mayo de nuestra vida - y lo que realmente tenia fuerza, en aquellos años de inocentes edades, es que era en mayo, cuando aman los amantes.

Junto a esa verdad del romance del prisionero estaba, también, la otra verdad, - pues en la adolescencia todo es excesivo y nos causa alegría honda o amarga pena- y era aquella pena del prisionero cautivo que en su soledad no gozaba de esos mismos sentimientos con que se adorna la naturaleza en mayo: …sino yo, triste cuitado, que vivo en esta prisión; que ni sé cuándo es de día ni cuándo las noches son, sino por una avecilla que me cantaba el albor. Matómela un ballestero; déle Dios mal galardón. También nos llamaba la atención que, aquel prisionero, en negra celda de soledad, no participara en esa tarea de los amantes de servir al amor. Comprendíamos su pena por que su única alegría fuera una ave que le hacia distinguir el día de la noche y la vino a matar un ballestero con gran dolor para el prisionero, que se vino a meter en una oscuridad mas absoluta aún de la que ya vivía.

Porque es en este mes de mayo, que comenzará dentro de poco, cuando se dependía totalmente de la agricultura, era cuando se festejaba la entrada de la primavera con música y bailes que emparejaba a los mozos y a las mozas. Es verdad que ya todo es de otra manera pero el mes de mayo continúa siendo el mismo mes de todos los tiempos. Mayo será siempre el mes que engalana los campos para hacer un derroche de belleza con la multitud de flores que las lluvias de abril y el calor de mayo han hacen nacer.

Un mes, así, como explica el romance, y que comienza con un puente, es un buen mes para viajar. En esta misma página de facebook, como no podía ser de otra manera, Talayuela Golf, hace su oferta al viajero (pase un día agradable, disfrutando de nuestro entorno y de las mejores vistas de la zona) Porque se trata de viajar, de trasladarse, de salir hacia el lugar donde se encuentra el entorno y las mejores vistas de las que se adorna la dehesa de Talayuela en este mes de mayo. Imagino que será el mismo placer visual pasear, aunque sea jugando al golf, ese campo vestido de verde casi todos los meses del año. Pocos campos de golf, como este de Talayuela, están enclavados en una dehesa en la que el aire es tan puro que solo huele a los aromas de las plantas y las flores por las que ha pasado antes de llegar al jugador de golf. Los amaneceres llenan los campos de gotas esmeraldas del rocío mañanero, mientras que los atardeceres, cuando los rayos oblicuos del sol penetran entre las encinas, dibujan ramas de oro y, siempre, la sierra de ahí enfrente, antaño triste y oscura, nos vigila con sus picachos que escalan las nubes, cambiando eternamente de color según sea la caída de los rayos del sol sobre ella. Eso es lo que ofrece, entre otras cosas más, Talayuela Golf a los viajeros como un acicate para que pasen aquí, siquiera sea unas horas, de su viaje del mes de mayo.

Al salir de nuestra casa para viajar no nos preocupa tanto hacia donde vamos, cual será nuestro destino; lo que realmente nos alegra al hacer las maletas, es lo que queremos dejar atrás, ese ritmo cansino de la vida de diaria. Esa prisión en la que nos dice el poeta que no distinguimos bien el día de la noche sino es por ese ansia, esa avecilla, que llevamos dentro de nosotros, de viajar de vez en cuando.

Todo viaje tiene siempre algo de iniciático, de experiencia mística, de salir fuera de uno mismo para encontrarse con aquel “otro” que solo intuía que pudiera existir dentro de su propio ser. Salir para encontrarse con su capacidad de admirar, de dar respuesta a los estímulos que se reciben del exterior, de llevarse, siquiera sea por un tiempo mínimo, el recuerdo de que hay otro lugar, un poco mejor, en el que nos parece que seríamos mas felices. Y es que ahora somos sedentarios pero dentro de nosotros ruge el deseo de la trashumancia y el ruiseñor y la calandria, con sus cantos incesantes en mayo buscando pareja por haber llegado de su migración, nos llama a la vida en libertad, a ir de un lugar a otro buscando apurar el deseo y la seducción por lo novedoso.

Pero en cualquier viaje uno debe encontrarse con él mismo, aprender de sus posibilidades, contemplar las mas bellas panorámicas y regresar otra vez al lugar de partida. Nunca el viaje es para siempre pues aunque encontráramos el lugar más maravilloso que reuniera todas las características que necesitamos y llenáramos diariamente nuestros ojos con las vistas más bellas, no deberíamos acostumbrarnos a vivir bajo el imperio de la sensación pues la ley que preside todo abuso de la sensación es el hastío, el aburrimiento y el abandono. Aquel lugar que nos pareció sublime, conviene consérvalo en el recuerdo, pues si viviéramos en él, la rutina de la vida diaria, lo convertiría en lugar triste del que habla el mismo romance que nos invita a la búsqueda del mes de mayo imposiblemente eterno. Al fin y al cabo, ya somos sedentarios y aunque, de vez en cuando, aúlle en nosotros el deseo de la trashumancia ya debemos aprender a descubrir y vivir de las “maravillas” que nos rodean y gozar de los mayos que aún están por venir.

jueves, 22 de abril de 2010

LAS FIESTAS DE SAN MARCOS DE TALAYUELA TIENEN ESA VIRTUD DE PEGARNOS UN PELLIZCO DE NOSTALGIA EN EL ESTÓMAGO...

Las Fiestas de San Marcos de Talayuela tienen esa virtud de pegarnos un pellizco de nostalgia en el estómago y hacer, también, que revoloteen mariposas en él, como si fueran dos caras de la misma moneda. Son como esas cenas con amigos en las que todos nos sentimos dichosos y felices de estar juntos hasta que salta uno de los contertulios y dice: ¡si estuviera aquí fulanito de tal, ya estaríamos haciendo tal cosa! Y es, entonces, cuando se nos pega el pellizco de la ausencia en el estómago, por el recuerdo de las veces que los amigos ausentes nos provocaban revoloteos de mariposas en el mismo. Porque en la cena de amigos, o en las mismas ferias de San Marcos de Talayuela, falte quien falte, siempre faltará una parte de ti mismo. Siempre estaremos incompletos si nos falta un amigo, pues esa parte de tu vida que compartimos con él, solo volverá a ser real, si el está junto a nosotros. Hemos sido junto a los amigos con quienes hemos hecho esa obra maestra que es, siempre, una etapa en la vida de cada uno.

Así, también, son las Fiestas de San Marcos de Talayuela. No bien paseamos el ferial y comenzamos a ver imágenes, como si de una película se tratase, de las otras veces que hemos paseado ese mismo espacio, sus casetas, sus atracciones… y de quienes estaban con nosotros a nuestro lado. La belleza de los caballos, de la música, de los turroneros a los lados de la carretera, de las atracciones revoloteando por encima de nuestras cabezas, nos trae a la memoria la belleza de la amistad compartida. Toda esa liturgia de preparar la fiesta y de vivirla es hacer la arquitectura de la vida de cada uno y de las amistades que nos han acompañado. No hemos vivido igual cada una de las fiestas de Talayuela por no haber tenido, por suerte, siempre la misma edad para vivirlas ni, por desgracia, los mismos amigos para compartirlas.

Las primeras fiestas de las que tenemos memoria hacen referencia a la finca de San Marcos… otra finca … de San Benito…que es del Excelentísimo Marques de Mirave, que es de la que hai noticias de su extensión que son diez leguas…. Año de 1971 y solamente cuarenta y cinco vecinos, labradores los mas, que con corta diferencia son treinta, y el resto se compone de viudas, jornaleros, cirujano, sacristán y escribano…

Eran, propiamente aquellas que se celebraban en la finca de San Marcos, las Ferias de comprar y vender ganado y demás ajuares necesarios para la vida diaria. Aquellas no eran fiestas de amigos sino paternales, vecinales. Hasta aquel lugar no se podía ir, siendo niño, por tus propios pies; se iba amparado en la tutela de los mayores lo que no quitaba que hubiera tiempo para escapadas fuera del circulo de las encinas que se asignaban a cada pueblo. El Marques cortaba la leña que se consumían en las hogueras alrededor de las cuales se contaban las noticias y los sucedidos, a las personas conocidas por las Ferias de otros años y de otros pueblos, y que en la presente ya no estaban. Desde siempre las Ferias conservaron ese componente de repasar un poco lo que se había vivido hasta entonces y de acordarse de quienes ya no las pueden vivir este año en el que estamos.

Eran aquellos años en los que desde este balcón del Ayuntamiento de Talayuela no se hacían ningún pregón de Ferias y Fiestas, pues solo lo eran las de La Virgen de Agosto y todo era en un plan muy nuestro. En cambio si comenzaban a prepararse proyectos que harían a la Talayuela que hoy conocemos. Proyectos para… construir en esta villa 27 viviendas de “renta limitada” en el tipo de 1.753. 537,24 pesetas… Corría el año de mil novecientos sesenta y cinco y, también, en el mes de abril se abrieron los sobres de los “constructores” que deseaban hacer esas viviendas.
Entonces la amistad recién estrenada tenía olor a tinta en los dedos y en la ropa, olor a tiza blanca, sabor a leche y queso americano que nos daban en los recreos de la escuela. Daban las once menos cuarto en el reloj de la Torre de las Iglesia y el maestro nos mandaba a recoger la gran olla humeante de leche americana que había preparado una vecina del pueblo. Al salir al patio nos tomábamos la leche en vasos de metal que llevábamos de nuestra propia casa.

Entonces la amistad era de compañeros de travesura, de correrías por los barrios, si barrio podía llamarse a aquellas casas. Tenia sabor a sangre de las piqueras hecha en las peleas de niños con fuerzas recién estrenadas, de estar en la calle lo más del tiempo y de experimentar la amistad con ese sentido fraterno de pertenencia a una calle, a un grupo de niños que se abrían a la vida como esparramaban los ojos ante todo lo que les rodeaba.

Después vinieron las Ferias y en el cerro Cabezo era la exposición de animales para comprar y vender. Era el tiempo de los Feriantes, de los gitanos lorquianos, de los vecinos venidos de otros pueblos…de las mulas y los caballos, de las cabras y las ovejas, de las vacas suizas y de las de las de Ávila para tirar del carro. Fue entonces cuando comenzamos a comprender que el honor de un hombre estaba en su palabra y que si esa palabra se cerraba con un apretón de manos ya estaba todo dicho y hecho para siempre… ¡por malo que hubiera sido el trato!

La amistad era entonces el descubrirse en su mismidad, de la pandilla de amigas y amigos, del separarse algunos para una mayor intimidad, de las comidas en el campo, de los secretos compartidos, de los libros, de los enfados, del mirarse y entenderse y saber que trastada te estaban pidiendo que comenzaras para continuarla. La amistad era considerarse personas con distinta personalidad; temores, ilusiones, fortalezas, apoyos, proyectos rotos y rehechos nuevamente. La amistad era las frases de amor escrita en servilletas de papel del bar donde se pasaban aquellas interminables tardes de los domingos de invierno. La amistad era los pueblos de la Vera, la Garganta de Cuartos, la leche Helada, las fiestas de otros pueblos, el carmín recién descubierto en los labios, la Granja. Entonces la amistad era lo que es ahora ya y para siempre.

Después las Ferias se fueron apartando de su concepción originaria y buscando su nueva forma de ser en un pueblo que ya no dependía de los animales para la vida y el trabajo diario. Pasaron a ser las Fiestas de Talayuela y encontraron su nueva forma de ser y de vivirse en un pueblo que siendo el mismo era distinto. Vinieron las casetas de las Peñas, los trajes de faralaes, las sevillanas, los caballos como animal bello y adorno de las Fiestas, los pregones y los pregoneros.

La amistad es entonces la de saber encontrar las nuevas formas de pervivir mas allá de la relación diaria que ya no existía por que la vida nos había llevado por sus propios caminos. La amistad es ahora la de verse de vez en cuando, una llamada por el móvil, un toque en una pagina de faceboox, un encuentro fortuito en cualquier calle de Talayuela y volver a reiniciar la conversación con la misma confianza, fuerza y pasión como si la hubiéramos dejado pendiente la anoche anterior. Al igual que las Fiestas de Talayuela se adaptaron, también se incorporaron a nosotros otras personas, que llegaron a ser tan amigas como las primeras, y nos sorprendemos al saber que no han estado siempre ahí sino que han venido de la mano y en el corazón de otros, y se quedaron, también, para siempre, a nuestro lado.
Así, como las Ferias y Fiestas de San Marcos se han quedado ya para siempre en Talayuela, así se han quedado a nuestro lado las amistades que crecieron con ellas. ¿Cómo pudiste sobrevivir lejos de este pueblo?, le preguntaron los amigos del pueblo del que venía para asentarse en Talayuela. Respondió: ¡porqué encontré la amistad en alguien que la primera vez que nos vimos me pareció insoportable! a la vez que saca una foto que siempre lleva consigo y, continua diciendo, sé que es solo una hora lo que nos separa si yo necesito de su presencia. Así son las amistades que crecieron con las Fiestas de San Marcos de Talayuela y que hacen que revoloteen mariposas en nuestros estómagos y nos den un pellizco de nostalgia al acercarse el mes de abril.; así, también, las amistades que generaron afectos profundos, duraderos y completamente libres.


DEDICADO AL GRUPO SOLIDARIO DE TALAYUELA QUE HOY PREGONA LAS FIESTAS DE SAN MARCOS 2010; A LA AMISTAD Y AL RESPETO QUE LES UNE Y CON EL QUE HAN CONSEGUIDO TANTO EN FAVOR DE MUCHOS.

sábado, 17 de abril de 2010

MERECE LA PENA HACER UN ESFUERZO Y PASEAR LA DEHESA DE TALAYUELA SIN PRISAS...

Merece la pena hacer un esfuerzo y pasear la dehesa de Talayuela sin prisas en el reloj del tiempo, con los ojos bien abiertos y dejándose embriagar de los diferentes aromas que desprende el campo lleno de hierba y flores.

Llama, en primer lugar, nuestra atención, la encina milenaria, cuya frondosidad esta llena del verde tierno de sus brotes nuevos, el verde oscuro de sus hojas viejas y los pendientes marrones de sus flores. Cuando la brisa de abril mueve su copa se crea un espectáculo nuevo con sus colores y la luz del sol filtrándose entre sus hojas. El verde de la hierba, que en este tiempo lo llena todo, crea una especie de alfombra agradable a la vista y al olfato. La blanca flor de la jara destaca sobre este fondo verde y cuyo olor aromático recuerda el bálsamo. Y, esa planta baja de color lila, que entre nosotros llamamos “chupones”, pues de niño las metíamos en la boca y nos sabia a miel el jugo que de allí salía; ese color lila- morado rompe los diferentes tonos de verde.

Los caminos ondulantes, con su color tierra, están perfectamente marcados sobre la verde alfombra de hierba que llena el suelo de la dehesa. Caminos que llevan a las lagunas que el lluvioso invierno ha dejado en cualquier hondonada del campo. Trozos de campo lleno de margaritas amarillas y blancas que nos sumergen en el mundo de la inocencia, de los amores primeros y de las dudas de si nos corresponde o no: ¿Me quiere? ¿No me quiere?, mientras se deshojaba, uno a uno, los pétalos de la margarita y pasaban aquellos últimos días de nuestra adolescencia. Aquí y allí se alzan matorrales de escobones florecidos en blanco y amarillo; los espinos, que llamamos “pan y quesito”, florecen en abundancia en este tiempo en alguna ladera de la dehesa. Las aguas de las lagunas están adornadas con el manto blanco de las flores pequeñas y el verde de hojas mas grandes sobre las que, tal vez, al anochecer se asiente una rana para llamar la atención amorosa de otras de su especie.

Pasear la dehesa de Talayuela en estos días de primaveras es admirar el capricho de la naturaleza que la llena de los distintos colores y perfume como solo ella sabe hacerlo y dejándose llevar por el solo capricho y azar. Son flores que no serán cortadas para ser regaladas, ni disfrutadas en un jarrón de agua sobre cualquier rincón de la casa; solo han nacido por puro placer, pueden ser admiradas sin el menor esfuerzo, con el menor precio de costo y solo necesitan libertad, el agua de abril y el aire, para ofrecer todo su cromatismo a quien pasee por la dehesa en estos días. La luz sobre la dehesa saca los distintos tonos a los ojos de quien mira. El aire limpia los cielos azules o acerca las nubes blancas en multiformes figuras. El agua, incontrolada tras un invierno tan lluvioso, va en quebradas o regatos cantando su tono en perceptibles murmullos.

Son años y años de antiguas y nuevas primaveras floreciendo en estos campos, mucho antes de aquel año de mil quinientos diecinueve en que la Ciudad de Plasencia nos la concediera como dehesa y la protegiera con sus Ordenanzas…y si entran con cerdos en la dehesa en tiempo de la bellota y las varean se cobrará cuarenta maravedíes por cabeza…pero para hacer zahúrdas y zahurdones y para cocer pan y hacer fuego los vecinos corten lo necesario del monte menudo…y cuanto a la madera para hacer carretas y arados…lo corten de la dehesa de bueyes o ejidos, pues hay bastante para ello…

En el año de 1954, en el decreto del siete de septiembre, se dice que …se crearan unos núcleos de población, en el término municipal de Talayuela: Santa María de las Lomas, Tietar, Rosalejo, Barquilla de Pinares y Pueblo Nuevo de Miramontes. Y las tierras comenzaron a ser roturadas, rotas desde dentro y sacando las raíces de los árboles dejándoles una herida que después curó. Y aquel campo se comenzó a llenar de núcleos de viviendas blancas, de amplios corrales y torres de iglesias altísimas, que servían de nido a las cigüeñas que se quedaron para siempre en estas tierras, y aquellos campos se comenzaron a llenar de voces de personas, de llantos de niños y de risas de jóvenes, mientras las personas mayores, al socaire de sus memorias, repasaban, una tarde y otra, los recuerdos de sus lugares de origen.

En el decreto de 4/1994, de ocho de Febrero se dice sobre Rosalejo… Hoy como ayer, cuando en el curso de los acontecimientos humanos es necesario que un pueblo rompa los vínculos políticos que le han mantenido unido a otro y pase a ocupar entre los demás municipios de la Nación Española la situación de independencia e igualdad a que le dan derechos las leyes emanadas de la sociedad democrática… También ha sido valorado el acuerdo del plenario municipal, en gesto que le honra, de llegar a un arreglo definitivo pese a las emociones que este tipo de procesos, a veces, despiertan… Se debe añadir que, de alguna manera, el presente Decreto pretende hacer una reparación histórica para los vecinos que por nacimiento o ancestros proceden de Talavera la Vieja, que son la gran mayoría de la entidad local, y que fueron privados, por diversos intereses, de sus más profundas raíces, de sus más arraigadas costumbres, de su más que milenaria historia y del solar en que asentarse como comunidad de hombres libres, de ciudadanos…

Tietar también ha iniciado la segregación de Talayuela … y se establece que el nuevo término municipal de Tiétar tendrá una superficie de 2.391 hectáreas, quedando el término municipal de Talayuela reducido a algo más de 20.000 hectáreas…. decía ABC el día 07-10-2009.

Pero por encima de los estrechos límites que separan unos términos municipales de otros existe una misma forma de ser y de sentir entre las personas que vivimos en estos terrenos. El campo es el mismo, florece en las mismas temporadas y da los mismos productos si se les trabaja con tesón y ahínco. ¿Quién pondrá limites al goce de nuestros sentidos al mirar la luz una mañana de abril o una puesta de sol en los días de septiembre? Ningún decreto nos impedirá sentir que toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado (D-H)


A LOS QUE TRABAJAN LA TIERRA

Cinco pueblos te componen
unidos a Talayuela:
Tietar y Santa María
muy próximos a la Vera,
Barquillas y Miramontes
cerca de la Virgen Negra,
Rosalejo está en un llano
contemplando nuestra sierra,
cómo se nieva en invierno,
cómo en verano sestea.
Cinco pueblos, pueblos cinco,
así, de cualquier manera
enlazados entre sí
por pésima carretera,
que un día hicieron deprisa,
otros la dejaron yerma.
Cinco pueblos parceleros,
para vivir de la tierra,
arrancan de sus entrañas
lo que llaman tabaqueras,
trabajando todo el año
por unas cuantas pesetas,
que, cuando las necesitan,
¡No hay dinero! ¡ Ay que pena!
Madrugaste, campesino,
para plantar bien las eras,
las cuidaste con esmero
durante la primavera,
lo plantaste en verano:
bina, riega, estercolea,
y arriba, en la alambrera
con cuidado lo colgastes
entre el sudor y la brea.
Viene el tiempo del deshoje
y,con las lluvias primeras,
una a una la desnudas,
-¡con cuidado, se estropea!-
al Centro, en los tractores,
varios bultos allá llevas…
…que no se qué de humedad
o de inútil te descuentan,
a pesar de lo que dicen
de segundas y primeras.
Cinco pueblos, pueblos cinco
muy próximos a la Vera:
Tietar y Santa María,
Barquilla y su Morena;
Rosalejo y Miramontes
contemplando nuestra Sierra,
todos ellos, ellos juntos
forman a TALAYUELA.



- José Moreno Gómez –
- Poetas en Talayuela. 1978

domingo, 11 de abril de 2010

EL LIBRO DE LAS FERIAS Y FIESTAS DE SAN MARCOS DE DOS MIL DIEZ...

El libro de las Fiestas de San Marcos de este año de dos mil diez ha llegado a mis manos casi recién sacado de la imprenta, con el olor aún de la tinta recién impresa en sus páginas, de tan recientemente puesta en ellas por las maquinas de la imprenta. El cartel anunciador de las Fiestas de san Marcos en su portada le da un colorido vistoso y su papel un tacto agradable a las manos.

Se echa a ver rápidamente, con el solo ojear del libro de las Fiestas, como las personas necesitamos expresar lo que sentimos y no solo con la palabra sino también, con ese método más elaborado de comunicación, que es la escritura. Artículos, poesía…todo tiene cabida en ese libro de las Fiestas que son como un altavoz que utilizamos para expresar y perfeccionar lo que realmente ocupa nuestro corazón y que no es otra cosa que el trabajo y los sentimientos: voy de mi corazón a mis asuntos…, que decía el poeta. También tiene el libro muchas páginas dedicadas a las fotografías del pasado que no son sino un instante de nuestra vida que ha quedado reflejada en la imagen de una cartulina. Miramos esas fotos, una y otra vez, pues ya no somos nosotros. A veces se parecen, pero no somos nosotros realmente ya y, al mirarlas, y exponerlas en ese libro de las Fiestas, pretendemos reencontrarnos con lo que un día fuimos y que ya no somos; pretendemos que los demás nos ayuden a reconocer lo que casi tenemos olvidado en nuestra memoria.

En cualquier caso, ese libro de las Fiestas de san Marcos de dos mil diez, pone de manifiesto algo importante: las personas tenemos necesidad de comunicarnos desde dentro; tenemos necesidad de decir a los demás lo que sentimos; de explicar esa otra mitad de nosotros mismos que muchas personas no conocen. Y eso me parece muy importante y también muy necesario hacerlo y dar cauces de participación para que las personas podamos decirnos al exterior mediante la escritura.

En el año de mil novecientos setenta y ocho, un grupo de personas que, tal vez por leer a Gabriel Celaya, pensábamos como él, que la poesía es un arma cargada de futuro… nos sentimos ingenieros del verso y obreros que trabajábamos por Talayuela con tan solo un lapicero.... y creamos un concurso de poesía que titulamos: Poetas en Talayuela. Lo menos acertado fue lo de CONCURSO, pero se hicieron poesías y tantas como que hoy aparecen en el libro de las Fiestas. Algunas son hoy un documento gráfico, el único tal vez escrito, sobre la Fiesta de la Asunción y de cómo se celebraba, en los años a los que no alcanzaba ya entonces, nuestra memoria. Y lo escribió un paisano nuestro, que las había vivido muchos años y puso por escrito sus recuerdos de entonces: … y con esto se despide, este humilde ciudadano, que es Medialdea de apellido y de nombre Feliciano… así terminaba su poesía el autor de ese documento, muy apreciable ahora, del relato, largo relato en poesía, de las Fiestas de la Virgen de la Asunción y que algún día reproduciré en este blog. Esta y otras muchas poesías hoy nos son muy queridas y apreciadas. Efectivamente la poesía es un arma cargada de futuro como decía Gabriel Celaya y, ahora en el presente, pero era un futuro entonces cuando se escribieron, conservamos esos documentos como oro en paño.

Las más importantes, según mi parecer, las iré publicando para el conocimiento de todos y por creer sinceramente que vale la pena volver a leerlas. Esta que reproduzco a continuación, las escribió M. García Salas y tituló: NOMBRES PROPIOS DE LA DEHESA BOYAL. Estarán conmigo que al leer esta poesía, pocos nombres de los mencionados, recordamos y localizamos en nuestra dehesa y valdría la pena hacer el esfuerzo de que no se perdiera el nombre de estos lugares.
El Majadal viejo
y la Chaparrera.
Huerta del Goy
y la Cañá la Vieja.

El cerro Palomo,
Trocha de la Jara,
Cañón del Cura
y las Tres Rayas.

Hoyos de Pajares,
quebrá la Navalonguilla.
el Cerro Gordo.
Regato de las Crujillas.

El Cerro de las Cabras,
Quebrá de Valdelacasa,
el Cerro Troncho
y la Mesilla Alta.

Quebrá de los Conejos,
Pinareja del Tual.
El Arenal Muerto
y el Cerrillo la Cal.

El Cerro Cabezo
y el Abrojal.
Fuente del Roble
y Quebrá Ropinal.

Cerro los Pastueros,
Laguna Montecillo.
Charco los Adoves
u los Cerrillos.

Trocha San Martín,
Vuelta de la Encina,
Lagunas las Palomas
y la Peguera misma.

El Berezal Alto
y las Pinarejas,
donde dormían las cabras,
también las ovejas.

“Berezal” de Calzones.
Laguna “Cerroginio”,
Faja Cuestionable,
Huerto el Borboncillo.

Nombres que, sin duda, serian comunes para las generaciones anteriores a nosotros, pero que, seguramente, algunos de ellos, nos resultaría difícil localizar ahora en la dehesa.

martes, 6 de abril de 2010

LOS DIAS DE VACACIONES PASAARON TAN RAPIDOS COMO UNA MAÑANA DE ABRIL...

Los días de vacaciones pasaron tan rápidos como una mañana de abril y sus imágenes ya están colgadas en nuestra memoria para revivirlos mediante el ejercicio del recuerdo. Algunas imágenes entrañables han quedado fijadas y colgadas en los videos de Talayuela Tv, de Lorenzo Correas Bote, que, al menos en los que yo he podido ver, conservan la frescura y la poesía en los ángulos, en los detalles, en lo minucioso de sus imágenes, en lo particular de cada detalle y en la forma que tiene de ver las cosas a través del angular de su cámara. A este muchacho hay que hacerle un seguimiento: promete.

Ahora, solo ahora, y un poco alejado de todos esos días conviene escribir algo sobre ellos.

El paseo por el Pinar del Moreno, en este tiempo de primavera, es casi obligado y así lo hacían, muchas personas estos días. El suelo arenoso ha facilitado el crecimiento de unos pinos, no muy derechos, que destacan en un entorno donde se cultiva mucho tabaco, en la margen izquierda del río Tietar dejando una franja de un verde pino en la orilla izquierda del pinar, o se abre paso la dehesa, con sus encinas y robles, una vez pasada, esa franja del pinar, en dirección a Talayuela.

Algunos de estos pinos, en sus copas, son el lugar perfecto para que la cigüeña, la garza y otras muchas aves tengan sus nidos. El sonoro sonido del crotoreo de las cigüeñas, el alisarse sus plumas con sus picos, sus alas blancas y negras, son habituales en este Pinar del Moreno, cuyos pinos parecen escalar el azul del cielo que entre ellos se ve.

El primer documento oficial en el que se habla de este Pinar del Moreno es una Orden de los Reyes Católicos y posteriormente de Doña Juana y su Hijo Carlos V, en relación a la madera que se ha cortar para los edificios públicos que se están construyendo en Plasencia.

Ahora, a un paso tras otro, en este pinar, se ven montones de basura que los vecinos, incomprensiblemente, tiran allí y perjudican seriamente el entorno del pinar: trozos de chapa de un coche, un televisor, botellas de vidrio que son un gran peligro en las temperaturas veraniegas, plásticos, colchones, lavadoras, restos de obras… toda clase de basura encuentra, en lo oculto del pinar, el lugar mas impune para la acción del vecino.

Las Ordenanzas de la Ciudad de Plasencia eran muy claras contra los que atenten contra los pinares de la Ciudad y, por supuesto, contra este Pinar del Moreno: … que cualquier persona que hubiere de hacer fuego en el pinar, en los tiempos permitidos, sea obligado a hacer una poza primero, que tenga veinte pies en torno y ocho en hondo, dentro de la cual haga el fuego y no de otra manera so pena de seiscientos maravedíes… Quien queme o chamuscare algún pino, la multa será de seiscientos maravedíes…quien haga fuego en el pinar fuera del tiempo permitido, se le darán setenta azotes… quien pusiere fuego adrede en los pinares para los quemar, muera por ello…desde mediados de abril a mediados de octubre se ha de cazar a mano y quien cace a fuego será multado con mil maravedíes…

Luego siguiendo por el camino que de la Vega y girando a la derecha, se va a dar al camino del Pinar del Moreno y se llega a unas ruinas, cerca del camino, que, a más de uno, habrá traído a la memoria aquellas otras palabras, que nos llevan siempre al mundo de la fascinación, de Daphne du Maurier: “ Anoche soñé que volvía a Manderley…Serpenteaba el camino ante mí tortuoso y retorcido como siempre, pero según avanzaba, note que había cambiado; ahora era estrecho y estaba descuidado, no como yo lo había conocido. Al principio me extrañó y no comprendí lo que había pasado; pero cuando tuve que bajar la cabeza para no tropezar con una rama que cruzaba el camino, me di cuenta de lo ocurrido. La Naturaleza había reconquistado lo que fue suyo, y, poquito a poco, con sus métodos arteros e insidiosos, había ido invadiendo el camino, extendiendo por él sus dedos largos y tenaces. El bosque siempre amenazador…había triunfado al fin… Pero de repente apareció ante mí; la avenida que conducía hasta la puerta estaba casi borrada por el desmesurado crecimiento de matojos exuberantes que se extendían por todas partes… el tiempo no había logrado destruir la perfecta simetría de aquellos muros, ni el lugar sobre el que se alzaban… Una nube, antes no vista, cubrió de repente la luna y se detuvo un instante, como mano sombría que escondiera una cara. Desapareció la ilusión con ella. Volvía ver solamente un cascaron desolado, inanimado, abandonado hasta de los fantasmas, sin que ni un eco del pasado se agarrase a sus paredes desnudas…”

Pocas palabras como estas que Daphne du Maurier pone en boca de la protagonista de Rebeca, son mas apropiadas para describir el estado en que se encuentran las Casas del Pinar. Solo restos del perfecto perímetro cuadrado de la cerca de ladrillos que protegían las casas se pueden adivinar, a veces comidos por la misma hierba. Restos de paredes de las casas, que no han soportado el paso del tiempo ni la rapiña de quienes robaron sus ladrillos, se mantienen en pie. Las zarzas se meten por las ventanas y llenan todo el suelo como si fuera una alfombra verde de espinas. Se mantiene en pié la portada que otro tiempo daba acceso a aquel espacio, como si continuara invitándonos a dejar el camino y pasar al interior de aquellas ruinas. Solo la torre del horno se mantiene en pie desafiando el tiempo y la avaricia de los ladrones de ladrillos que, al fin y al cabo, para nada sirven allí, en aquellas paredes caídas.

La ensoñación que nos producen las ruinas de las Casas del Pinar, nos exige una señora Danvers que maltratara psicológicamente a los que allí vivían. La posibilidad de un asesinato en un barco que navegara por entre los pinos que rodean estas ruinas y que estas lo fueran del enorme palacio del acaudalado Maxim de Winter,

Pero aquí todo es de otra manera. Aquí son unas casas que se construyen para los trabajadores del pinar, con una fábrica donde se troceaban los pinos y salían la madera necesaria, y tan útil, en aquellos tiempos de antes y después de la guerra. Se recogía la resina de los pinos y se mantenía limpio el pinar. No es la mansión de Maxim de Winter y sus propietarios eran dos señoritas de cerca de sesenta años de Madrid, solteras evidentemente; un señor de Navalmoral y una fundación de Arroyo de la Luz. Al patronato de esta Fundación pertenecía el cura de Arrollo de la Luz, que tenía casa propia en estas Casas del Pinar. Las señoritas traían caramelos a los niños de los trabajadores y les reunían por las tardes para contarles historias de Madrid.

Anécdotas de personas, de familias trabajadoras, y algún que otro sobresalto en la vida diaria de las familias que aquí vivían. Ya los abuelos de los Jardón Berrocoso (Joaquín y Dominica) habitaban estas casas, y sus hijos e hijas. Solo trabajadores y vida de trabajadores en las Casas del Pinar.

Cuando en los últimos años se fueron abandonando las casas porque el trabajo de la madera ya no era rentable - e iba apareciendo el mas prospero de todos los negocios habidos- sus casas se convirtieron en secaderos para colgar tabaco. El matrimonio de los últimos guardas del Pinar (Modesto y Raimunda) les ocurría cosas más divertidas que las que sucedían en el palacio de Manderley. Raimunda tenia un gato, al que ponía lazos de cinta roja y, con paciencia y humor, le enseñó a bailar sevillanas. Cuando iban a colgar el tabaco, Raimunda sacaba su gato con lazos rojos, le tocaba las palmas y cantaba: arenal de Sevilla y ole, Torre del Oro… y el gato se ponía de pie sobre su patas traseras, bailando mirando a Raimunda. Esta le decía ¡vuelta mi niño! y continuaba cantando: donde las sevillanas y ole, juegan al toro… y el gato giraba sobre sus traseras bailando al son de las palmas. Aquello, todo lo más, eran risas y divertimento, hasta que el dueño del tabaco, sacaba al gato de la casa para que se pudiera colgar el tabaco cortado y dejaran de oírse tantas risas en aquellas Casas del Pinar. O aquel pato, que parecía un perro, que le decía la dueña: ¡Pica a aquella, Lucas! Y el pato se tiraba a ellas como si fuera un mastín, picando a quien se le hubiera indicado.

Me gustaría decir otras cosas más misteriosas de estas Casas del Pinar, pero esto es todo lo que me han sabido decir los que allí han vivido. Lo que no quita que aquellas ruinas sean bonitas en si misma, nos sugieran y evoquen en nuestra mente historias tortuosas, pero, bien sabemos que,… la luna sabe jugar con la imaginación, hasta con la imaginación de una persona que duerme…, decía la protagonista de Rebeca.