lunes, 23 de agosto de 2010

SE ACABARON LAS VACACIONES DE ESTE VERANO DE DOS MIL DIEZ....

Se acabaron las vacaciones del verano de este año de dos mil diez. Aquellos días de agosto que parecían ser eternos al comenzar el mes, se fueron tan rápidamente como breve es el gesto de romper la hoja del mes en el calendario. En cuanto pasó el día quince de agosto, los días ya vinieron a ser nublados y cuando, tras esos días, apareció otra vez el sol, su luz, reflejada en las paredes, nos decía que ya no era la luz de los primeros días de agosto, que algo de otoño tenia ya aquel resplandor.

A pesar de ser verdad el primer renglón de este escrito, sobre la brevedad de los días de vacaciones, también es verdad que han sucedido muchas cosas y muy interesante casi todas. El que sean interesantes no quiere decir que no sean dolorosas: la despedida a Bene y Mari Cruz lo fue en los dos sentidos de dolorosa e interesante. El preparar la despedida, y la misma despedida, ha llenado casi la mayoría de estos días.

Tambien la presentación del libro “Los Cuadros que llegaron a Talayuela”. Ahí solo caben palabras de agradecimiento a todos los que participaron; a los de arriba del escenario y a los de abajo, del patio de butacas. La opinión de todos con los que me he encontrado estos días, y lo digo consciente de que yo solo coordine, con lo que el merito del acto no es mió, es que fue un acto con mucho nivel en todos los sentidos. Desde aquí agradeceros nuevamente a todos los que de una u otra manera participasteis.

En unas vacaciones no faltan las comidas o las cenas y también las ha habido estos días. Como no recordar la cena en un jardín, de amigos “recién estrenados” pero que toda la conversación, hasta altas horas de la madrugada, estaba preñada de futuro, de proyectos, de sueños, de conversaciones compartidas con la ilusión en la mirada. De miedos que nos paralizan, de dolores pasados pero que aun pesan y que fluían solos al abrirse el alma. Pero sobre todo se habló de futuro, de ilusiones recién estrenadas, de proyectos que aun han de ser madurados. Se habló de Talayuela, de ese espacio en el mundo donde se trabaja, se sufre y se ama. Era la cena que recrea y enamora, como dice el místico san Juan de la Cruz; se habló de amor y de desamor, que también es una forma de amar; se habló y de todo eso se habló en ella: ¡tenemos tantas cosas que contar!…me atreví a decir en aquella cena. Era como si alguien, sin saber quien, nos había reunido aquella noche y todos queríamos aportar, proyectar, perfilar… Somos titiriteros de la palabra, decía otro, titiriteros de los gestos, de la imagen, de las leyendas que anidan en lo mas profundo de las personas…somos cuentacuentos… solo somos nosotros y una copa entre las manos que nos hace hablar mas sin miedos que el muro que no derriba el propio agua al beberla.
Otras cenas solo vinieron a certificar que el tiempo es un corrosivo nuclear y que amistades, que un día fueron de las más profundas, hoy ya son tan someras que nada dicen ni aportan.

Las conversaciones al sereno de la noche evitando el calor del interior de las casas y buscando la brisa de las calles. Aquella plaza del Ayuntamiento que tantas mejoras necesita y una fuente que refresque tanto cemento a su alrededor. Y verde que separe la carretera del espacio de la plaza y envuelva la misma plaza, el Ayuntamiento y la Iglesia. Con lo bien que ha quedado el Corral del Concejo, los vecinos tendremos que insistir para que se arregle esta Plaza Real. Me propongo presentar un proyecto que sea modificado por todos…

El paseo por las calles de Talayuela que sugerían tantos proyectos de todo tipo; las conversaciones, con una cerveza en el bar, sobre como estaban las calles antes y sobre comportamientos en los que la misma realidad superaba a la ficcion …han sido breves los días y también muy intensos en emociones.