sábado, 27 de noviembre de 2010

CAMINO DE LA FINCA DE SAN MARCOS ( II )

Siguiendo esta calle de los Prados se encuentran la casa de los García-Ruano, ganaderos de siempre en Talayuela. La hija de aquel matrimonio ha restaurado la casa con grande acierto y ha incorporado a la decoración los utensilios de la vida diaria y del trabajo de sus padres. Otro hijo de este matrimonio, Agapito de nombre, llevaba en la sangre el amor por los animales de los antiguos pastores de Talayuela y, aun teniendo otro trabajo nada relacionado con la ganadería, gustaba de tener grupos de cabras que, de tan cuidadas y mimadas, ganaban todos los concursos de las Ferias a las que se presentaban. Lo que se lleva en la sangre no se quita tan fácilmente de ella en las generaciones posteriores. Hay veces que surgen personas que encarnan los valores y las formas de vida de los antepasados de los que llevan la sangre familiar y, con la sangre, llevan todo lo que ellos amaron y soñaron. Las personas no solo heredamos de nuestros padres o abuelos casas o tierras, también heredamos una forma de ser y de sentir y unas aspiraciones que van pegadas a la carne y a la sangre con que nos dieron la vida. De vez en cuando surgen estas personas, como Agapito, que en su forma de ser encarnan los valores de una familia y de un pueblo.


Otra familia que vivía en esta misma calle, amigo, compañero de camino, es la de los Moreno-Fernández. Los hijos de esta familia también alegraron con sus voces este espacio que fue testigo del nacimiento de amistades con que la vida nos regala antes de salir de los lugares de la infancia. Esta calle, antes General Varela y ahora de los Prados, era los aledaños de nosotros mismos y desde los cuales divisábamos los modelos de ser adultos que nos esperaban al hacernos más mayores. A veces, también, amigo, se vivía la amistad en delicioso desequilibrio producido por una nadería y que nos parecía una tragedia que se asentaba para siempre en nosotros. Después, con el paso de los años, descubrimos que los enfados y el no comprender suficientemente las reacciones del otro, no importan para mantener una buena amistad. En esta calle aprendimos la estética de lo distinto: “...solo nos parecemos de lejos, en la medida, por tanto de que no somos nosotros...en la medida que nos acercamos nos vemos diferentes” (Pessoa). Este lugar nos apremió a fumar, con miedo, el humo que atontaba y a liarlo con impunidad en la soledad nocturna del río Tiétar; en él descubrimos el regalo de la vida en un cuerpo que, por no ser perfecto, tratamos de engalanar con la audacia de los sueños; aquí nos empujó la vida a soñarla de colores.

Crucemos el Barrio del Pilón de Arriba y de Abajo, ahora ya desaparecidos ambos y convertido su espacio en modernas viviendas iguales entre sí. A veces el pasado vuelve y se venga del presente y la luna hace desaparecer estos pisos modernos para dejar que surjan los pilones y hacer sonar el murmullo que hace el agua al salir por los caños y el roce de seda de las hojas que mueve el aire en su alameda dorada en otoño. Ahora el tiempo y el aire han dejado al descubierto el lugar donde se encuentra la base del Pilón de Abajo y que no seria difícil reconstruir. Allí en las noches de luna llena, aun se escuchan las confidencias de las mozas de Talayuela al ir a por agua para beber; las riñas de las mismas por perder su turno ante el caño y, el aire saca a la superficie, trozos de cantaros rotos por alegrías no controladas o por enfados no controlados también. En el estanque cuadrado de agua que hacia el Pilón aprendimos a navegar cuando las mujeres llevaban los cucharros para que se hinchara la madera y no perdieran aguan al lavar la ropa en ellos. Estos lavaderos de madera se convertían, para nosotros, en barcas que nos llevaban por el mar de aquellas aguas tranquilas y terminábamos el viaje en el fondo del Pilón, al que caíamos empujados por otros niños. Tal vez, el placer de bañarnos en el mar y de contemplarlo ensimismados sea el recuerdo infantil de las aguas de aquel Pilón.


Las vivencias y los pueblos son como "...un témpano del cual las nueve décimas partes están escondidas. Y la parte visible es diferente para cada viajero...", dice Eduardo Abel Jiménez. Así pues, amigo que caminas conmigo este camino ahora, pegadas a cada rincón de estas calles y sus casas, cada uno tiene sus vivencias, sus amores y desamores, sus encuentros y desencuentros y de todo ello, los demás, solo ven bastante poco.


EN TALAYUELA PINOS, CAMPOS
Y LOS TOROS POR SAN MARCOS

domingo, 21 de noviembre de 2010

1.- CAMINO DE LA FINCA DE SAN MARCOS ( I )

Venga y transite conmigo estos caminos por si acaso pudiera yo hacerle participe y comunicarle los secretos que ellos guardan y, en cualquier caso, al caminarlos juntos, pudiera ser que venga yo a conocerle mejor a usted y venga a escuchar aquellos sueños por lo que late su corazón pues, usted y yo, como antes hiciera el conde Arnaldo, hacemos nuestras las palabras de su romance: yo no digo mi canción sino a quien conmigo va.
1.- CAMINO DE LA FINCA DE SAN MARCOS


Salgamos, amigo, pues así puedo llamarte en la amistad nacida desde este blog durante un año; salgamos de esta Plaza Real y continuemos por la calle que llaman Marques de Mirabel, aunque ahora el rotulo solo diga Mirabel, y mal puesto está, dicho sea de paso, y que vuelva la calle a su nombre original. Pues bien sabemos que esta es la calle que se dedicó al Marques de Mirabel por habernos cedido la fiesta de San Marcos que se celebraba en su finca. En la cera derecha de esta calle y en el poco espacio que le deja la carretera y la casa de Jacinto Vizcaíno, se encontraba la Casa Curato. Estrecha, larga y baja, que la ampliación de la carretera se llevó por delante y con ella se fueron una larga retahíla de rezos, plegarias y preocupaciones que allí se dieron por el pueblo. Mas abajo la casa de Jacinto Vizcaíno, quien con sombrero negro, con chaqueta corta y en las lentas horas del atardecer de los domingos, sentado en su sillón nos mandaba a los muchachos, sentados en su lancha, que contáramos los coches que pasaban por la carretera las tardes del día de Santiago y los domingos del verano. Entonces se sofocaban los calores veraniegos en el rió Tietar, fue mucho mas tardes cuando descubrimos las transparentes aguas de las gargantas de la Vera. La lancha de esta casa y de esta calle del Marques de Mirabel guarda expectación ante el misterio, cuando aquel dieciséis de julio de mil novecientos sesenta y nueve se pisó la luna por primera vez: "es un pequeño paso para el hombre, un salto gigante para la Humanidad", dijo Armstrong, y nosotros le creímos, aunque la humanidad continúe con los grandes problemas de entonces.


Atravesamos la calle Goya y enfilamos la calle que ahora llaman de los Prados. Esta calle, amigo, me trae sabor a adolescencia recién estrenada. En esta calle se esconden las voces de nuestras madres llamándonos a gritos para hacer tal o cual recado. Aquí esta pegado el sonido de las canciones de la película Cabaret, en la que Liza Minnelli nos enseñó un mundo de humor, amor, espectáculo y de horrores políticos no comprendidos entonces. En esta calle, antes General Varela, se esconden los gritos de las riñas, de las noches de verano sentados en las aceras de las puertas para tomar el fresco, si es que fresco había en esas noches de verano. Aquí se esconden los sueños de lo que soñamos que seríamos ahora. Si el niño que fuimos ayer es el padre del hombre que somos hoy, en esta calle quedó enterrada nuestra niñez; el padre de todo lo que hemos sido después tiene en esta calle su tumba. Es verdad que a nadie le sale la vida como la diseñó entonces, y no íbamos a ser nosotros una excepción, pero aquí soñamos el futuro entre las discusiones y los descubrimientos adolescentes.


Mire, amigo, y fíjese en esta casa, la primera de esta calle que dicen ahora de los Praos, aquí, justamente en la esquina de la izquierda, y que vive en ella Vitorin García, de la familia de los “navarros”, llamada así esta familia por proceder, un bisabuelo suyo, de un pueblo de aquella región que se asentó en este, allá por los años de mil ochocientos. Su casa aparece ahora como cualquier otra casa renovada; es, creo no equivocarme, amigo, la segunda reforma que se hace después de derribar una casa que expresaba como era esta aldea de la Atalayuela. No hemos sabido cuidar ni proteger la arquitectura de nuestras casas y nuestras calles. La arquitectura tiene palabras, emite un lenguaje de formas a veces bellas y otras no tanto, pero nunca se queda muda ante los ojos de quienes la miran y contemplan. Al destruir aquellas casas, por motivos seguramente muy justificados por su propietarios, nos quedamos sin ese lenguaje no verbal y perdimos los testigos sin sonidos de aquella forma de vida que tuvimos en un tiempo. Perdimos las reacciones que tuvieron las personas ante las necesidades que les exigía el lugar que habían elegido para vivir y que quedaron fijadas en casas, corrales, cuadra, enramadas, secaderos…y un sin fin de calles que las daban acceso. Un portalón adintelado daba acceso a un patio en el que había pilas de cantería para que los animales pudieran beber y daba acceso a la casa de los dueños; patio enrollado, que las mismas piedras colocadas hacían formas geométricas y dibujos, y que se fue para siempre con las fotos rotas por su dueña. Una foto no es solo una foto, es un testigo de color sepia de lo que un día fuimos y fueron nuestras casas que, aunque de adobes, tenían una arquitectura que no se debería haber perdido.

domingo, 14 de noviembre de 2010

CINCUENTA AÑOS DE LAS FERIAS Y FIESTAS DE SAN MARCOS...

Faltan ciento cincuenta y nueve días, aproximadamente, para que llegue el veinticinco de Abril del año de dos mil once, que como todos los de Talayuela sabemos, días antes, días después, según sea el fin de semana elegido, se celebraran (D.M.) las FIESTAS DE SAN MARCOS. Este año son FIESTAS ESPECIALES, pues se celebran los CINCUENTA AÑOS desde aquel veinticinco de Abril del año de mil novecientos sesenta y uno en que se comenzaron a celebrar las FERIAS Y FIESTAS DE SAN MARCOS, EN TALAYUELA y en el cerro del Cabezo como escenario para el ganado.

Se que es muy pronto aún, pero todo esto, como las fiestas de los buenos cumpleaños, hay que organizarlo con tiempo y que lo que pueda parecer una aparente improvisación esté suficientemente previsto. Sé que hay personas interesadas en colaborar en todo lo que se estime conveniente para que resulten unas FIESTAS ESPECIALES EN SUS CINCUENTA AÑOS pero a quien le corresponda deberá tomar la iniciativa de reunir a las personas o de programar los actos necesarios para que no pase desapercibida esa fecha.

Al cumplirse un año de este blog y de esta página de facebook pensaba cerrar definitivamente, blog y pagina, por pensar que ya ha estado un tiempo prudencial a disposición de los lectores para verter en ellas los datos históricos sobre Talayuela que he creído conveniente publicitar y por estar metido en escribir un libro sobre Doña Juana la Loca.

Al ser una fecha tan redonda la de los CINCUENTA AÑOS DE LAS FIESTAS DE SAN MARCOS, EN TALAYUELA, quiero colaborar, en la medida de mis posibilidades, a la celebración de esta fecha y escribir sobre los caminos que, desde la Plaza Mayor, de Talayuela, salían a los lugares con los que nos comunicaban.


CAMINOS DE TALAYUELA

Venga aquí, amigo, ahora que se acercan los CINCUENTA AÑOS de las Fiestas de San Marcos, se creó entre nosotros el lazo de la amistad fortalecida desde hace un año y, como amigos, caminemos juntos estos caminos que desde aquí salen. En esta plaza sin fuente, de la que nos han secuestrado el encanto del murmullo y la serenidad que da el agua, se la llama Plaza Real desde el año de mil ochocientos veintitrés. Así, pues, amigo, esta Plaza Real es la Plaza Mayor de Talayuela, querámoslo o no. Tal vez no sea la plaza que todos hubiéramos querido pero es desde ella donde se hacen y dicen lo mas importante y que nos atañe a todos. Es verdad que se debería mejorar su estética, que se podrían sacar más posibilidades que ella misma tiene, pero así, como es, pequeña y cercana al Ayuntamiento y la Iglesia de San Martín, es el testigo silencioso de la pequeña aldea que un día fuimos y, para los habitantes de entonces, esta plaza les bastaba.

Quisiera yo enseñarle a usted los caminos que de ella parten hacia los lugares mas cercanos a nosotros. Los caminos siempre nos traen y nos llevan, nos sacan de nosotros y, a la vez, nos acercan a nosotros mismos pues nos hacen conscientes del cansancio de andarlos, de la solidaridad entre compañeros y de la belleza de los paisajes por los que discurren. Cómo en el viaje a Itaca, de Kavafis, al comenzar un camino lo que debemos pedir es no llegar nunca al final, pues la recompensa está en el mismo camino que hacemos, en las sorpresas con que nos vamos encontrando al caminar. Los caminantes solo debemos preocuparnos de andar los caminos, de llevar bien abiertos los ojos y el corazón, ellos, los propios caminos, con sus dificultades, nos van preparando para vivir las mejores aventuras que pudiéramos imaginar.


Mire usted, amigo, los caminos de Talayuela conservan aun las huellas de los pies que nuestros antepasados dejaron al transitaron por ellos; conservan, estos caminos, murmullos de secretas historias que se contaban nuestros mayores al caminarlos y, conservan aun, y quiera Dios que por muchos años, la belleza del paisaje por la que discurren y que admiraron los ojos de los que vivieron antes que nosotros en Talayuela.


Venga y transite conmigo estos caminos por si acaso pudiera yo hacerle participe y comunicarle los secretos que ellos guardan y, en cualquier caso, al caminarlos juntos, pudiera ser que venga yo a conocerle mejor a usted y venga a escuchar aquellos sueños por lo que late su corazón pues, usted y yo, como antes hiciera el conde Arnaldo, hacemos nuestras las palabras de su romance: yo no digo mi canción sino a quien conmigo va.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

NO ENTRA DENTRO DE MIS PLANES INMEDIATOS ESCRIBIR...

No entra dentro de mis planes inmediatos escribir una nueva historia de Talayuela, ni siquiera revisar y aumentar la que escribí en el libro Talayuela, tal como somos. No entra dentro de las posibilidades próximas pero si lo hiciera, o quien lo desee, tendrá que contar con este blog y esta pagina de faceboox por la cantidad de datos nuevos que semanalmente introduzco en ella. Datos ocultos, sin investigar, que a veces llegan a mis manos por pura casualidad y los transcribo a este blog. Algunos son más amables y otros reflejan las zonas más oscuras de la condición humana en sus muchas variables, pero la historia es la que es y además, es imposible cambiar, por lo que es mejor transcribir los datos como se descubren y tiempo habrá de interpretarlo.


TALAYUELA. PROCESO CRIMINAL. 1655
EL FISCAL GENERAL DE ESTE OBISPADO CONTRA FRANCISCO JIMÉNEZ, ESCRIBANO DE TALAYUELA.



En la Ciudad de Plasencia a dieciocho días del mes de febrero de mil y seiscientos y cinquenta y cinco años su merced el Señor Licenciado Don Pedro de Llano Velasco Provisor y Vicario General en esta dicha Ciudad y su Obispado por su Ilustrísima, etc. Digo que por cuanto su merced ha tenido noticia que Francisco Jiménez, Escribano del lugar de la Talayuela, está públicamente amancebado con Isabel Herrera, viuda, vecina del dicho lugar de más de veinte años a esta parte y aunque ha sido amonestado sobre ello diversas veces ha vuelto a reincidir y actualmente está en el mismo estado y la dicha Isabel Herrera, recién parida, con notable escándalo del lugar y para le castigar y poner el remedio que requiere mandó su merced hacer esta causa de proceso cometió para su averiguación y fecha se traiga para poner y lo firmo.
Don Pedro de Llano/ ante mí, Alonso Sánchez de Campo.


En la dicha Ciudad de Plasencia dieciocho días del mes de febrero de mil y seiscientos y cincuenta y cinco años para averiguación de lo contado en la cabeza de proceso y yo el Notario, tomó juramento de Jerónimo Mateos vecino del lugar de la Talayuela el cual le hizo en forma y preguntado para la cabeza de proceso = dijo que sabe y es muy notorio en dicho lugar que el dicho Francisco Jiménez ha tratado a mala parte y estado públicamente amancebado con Isabel Herrera, viuda, de mas de veinte años a esta parte y ha tenido en ella tres hijos y siempre ha sido amonestado algunas veces por este Tribunal sobre dicho amancebamiento, sin embargo, ha vuelto a reincidir y al presente lo trata y comunica como de auto y había cosa de un mes que parió una criatura y se dice por notorio es del dicho Francisco Jiménez y por tal lo ha declarado la susodicha y en el lugar no se ha dicho jamás y ha tratado con Ana Pérez, pero este testigo no los ha visto juntos en ocasión alguna en hablar el uno con el otro ni entrar en la casa y esto es la verdad y lo que sabe y no otras cosas y lo firma y dijeron de cuarenta y cuatro años.
Jerónimo Mateos/ante mí, Alonso Sánchez de Campo.


En la dicha Villa de Plasencia el dicho día mes y año para la dicha averiguación yo el Notario tomé juramento de Joan Flores, vecino del lugar de la Talayuela, el cual le hizo en forma y preguntado por la parte del proceso dijo que lo que sabe de lo contenido en ella es que en el lugar se dice públicamente que el dicho Francisco Jiménez está amancebado con la dicha Isabel Herrera de mas de veinte años a esta parte y que aunque ha sido amonestado sobre ello por este Tribunal algunas veces ha vuelto a reincidir en dicho amancebamiento y ha tenido en ella tres o cuatro hijos y al presente esta parida la susodicha y ha dicho que es del dicho Francisco Jiménez y así se lo ha oído a Adela y a Ana su sobrina este testigo y lo tiene por cierto, porque no se ha dicho en el lugar que haya tratado con otro pero este testigo no los ha visto hablarse ni entrar uno en casa del otro ni sabe otra cosa más de lo que ha dicho que esto es la verdad so cargo de su juramento y no firmo porque dijo no saber y ser de más de treinta años.

AUTO. En estos Autos por su meced, el Señor Licenciado Don Pedro de Llano Velasco, Provisor y Vicario General en esta Ciudad y Obispado de Plasencia, por su Ilustrísima etc. En Plasencia, dieciocho de febrero de mil y seiscientos y cincuenta y cinco años dijeron que se cite a los dichos Francisco Jiménez y a Isabel Herrera para que parezcan en este Tribunal sobre esta razón dentro de tres días sopena de excomunión mayor late sententiae y se acometan las causas que ante él se hubieren hecho sobre esta razón y para todo el se dispongan los mandamientos necesarios y lo firmó.
Don Pedro de Llanos/ ante mi Alonso Sánchez de Campo.

jueves, 4 de noviembre de 2010

LAS FUENTES DE TALAYUELA

Gracias a las infiltraciones en los terrenos permeables las aguas subterráneas se mueven y se embalsan en lo que llamamos acuíferos. Debajo de la tierra que pisamos se encuentra oculta mayor cantidad de agua que la que somos capaces de ver en la superficie de la tierra. Desde las mismas entrañas del seco suelo que pisamos, esta agua que se ha ocultado por las infiltraciones, sale de nuevo al exterior brotando monótonamente en manantiales que, después, la mano del hombre transforma en lo que llamamos fuentes. Es el misterio de una agua que brota cuando no llueve, que calma nuestra sed, que crea un reguero verde por donde pasa y esa humedad suya que deja tejiendo los entramados necesarios para que surja la vida a su paso y cante la rana en verano y en invierno se convierta en cristalinos carámbanos.

No puedo hacer otra cosa que aplaudir la iniciativa de Senderistas de Talayuela, Plan Integral Cultural y Universidad Popular de hacer rutas para conocer las fuentes de los campos de Talayuela. Sé que será un iniciativa difícil de consolidar en un pueblo cuya Plaza Mayor no tiene fuente –nos han secuestrado el encanto del sonido del agua entre tanto cemento en aquella plaza- pero el esfuerzo siempre encuentra recompensa de una u otra manera. Las fotos de las fuentes que Paco (Chicholo) cuelga, de vez en cuando, en facebook son medios necesarios para que, al menos en sus nombres, sean más conocidas y no se pierdan para siempre de la memoria colectiva: fuente del Roble, del Puro, del Pozo de la fuente de Abajo, del Borbollón, de la Chinarrera... y tantos nombres de fuentes que existen en las afueras de Talayuela.

Cada fuente tiene su historia y el agua sonoramente la repite en el murmullo que hace al salir al exterior desde las entrañas de la tierra. Agua que calma nuestra sed, transforma la naturaleza y nos relaja el sonido de la lluvia en los cristales; tardes de lluvia recogido sobre sí mismo y buceando en el pensamiento. Nostalgia de agua que llevamos adosada en nosotros mismos pues no en vano desde el inicio de nuestra existencia en el vientre materno era el líquido amniótico – agua- lo que nos envolvía y nos protegía a la vez. Es agua en forma de neblina lo que nos sale por los ojos cuando nos duele el corazón y es la misma agua lo primero que nos falta cuando la fiebre viene a por nosotros. Así no es extraño que los campos de Talayuela, a cada cierta distancia, se llenaran de fuentes que hicieran más fácil la vida de los hombres del campo.

La mano del hombre embelleció el espacio por donde debería salir el agua que gratuitamente manaba en aquel punto e hizo obras de arte de tanto gusto y sentimiento que puso en la construcción de las fuentes. Nosotros las admiramos y pusimos sobre ellas, no solo el deseo por su propia belleza, sino que también las recubrimos de las emociones que sentimos a su lado ¿Quién no tiene una fuente pegada a su recuerdo mas intimo o en la retina de sus ojos donde fue feliz siquiera fuera unos segundos? Hagamos ese ejercicio mental y nos vendrá a la memoria una fuente o agua que corría a nuestro alrededor en aquel momento.

Hacer la ruta de las fuentes de Talayuela será un viaje iniciativo para muchos de quienes le hagan por primera vez y para la mayoría de los que caminen será el reencuentro con ellas. Ojala los primeros tengan quien les inicie bien en la comprensión y los segundos buenos recuerdos de esas fuentes. En cualquier caso, hacer un camino acompañado es un placer, el otoño y su luz es un regalo y ver las fuentes de Talayuela es un privilegio.

lunes, 1 de noviembre de 2010

EL CEMENTERIO DE TALAYUELA

Hoy día de Todos los Santos he estado en el cementerio de Talayuela viendo como los vivos tratan a sus muertos. Allí había flores, velas, miradas, murmullos, recuerdos, presencias, ausencias...es el tributo que se brinda a una lapida con un nombre y una fecha y que trae un borbotón de recuerdos a las personas para quienes ese nombre y esa fecha le son tan queridas. Es más, podría ni siquiera existir esa lapida concreta y quedaría, igualmente, el nombre y la fecha, grabadas como a fuego en el corazón de las personas. El nombre y la fecha hablan de otra persona que un día compartió la vida y con la vida, nos hizo el regalo mas hermoso que es vivir al lado y ser confidente de tantas esperanzas, ilusiones, decepciones, trabajos, alegrías, lágrimas, risas...y es que simplemente vivió a nuestro lado.


Esa fecha en la lápida marca el día en que tuvimos que acostumbrarnos a vivir de otra manera; esa fecha marca el día cuando el corazón empezó el camino para acostumbrarse a una ausencia que el tiempo fue haciendo mas llevadera. No se puede vivir nada con la misma intensidad que el primer día pero la ausencia, desde esa fecha, quedó adosada a nosotros y nos deja momentos en que se hace más llevadera y otros en los que es una profunda ausencia. Hicimos el duelo el tiempo necesario para que el dolor dejara al corazón acostumbrarse a vivir sin el nombre de la lápida y comenzamos el aprendizaje de vivir sin él. Siempre viajan pegados a nosotros en nuestra mente pero hay días, como este de Todos los Santos, que parece que quisiéramos retirar la lápida y la fecha y que volvieran a nuestro lado de la misma manera física que dejaron de verles nuestros ojos en la fecha de la lápida.


Lo que también he visto este día de Todos los Santos, en el cementerio de Talayuela, es como la vida trata a los vivos. Mucho mejor que en un espejo vemos en los demás, lo que sin duda, el mismo tiempo hace en nosotros. Muchas veces los demás son mas el propio reflejo de lo que uno mismo no termina por verse a fuerza de mirarse continuamente. Nos parece que son ellos los que cambian y no nosotros también pues los días, bien lo sabemos todos, amanecen y anochecen unos tras otros, llevándose lo que encuentran a su paso; solo los nombres de quienes aparecen en las lapidas les ha regalado la muerte el permanecer en nuestro recuerdo como estaban el día anterior a la fecha que está escrita en la misma lápida.


Pero por encima, o por debajo, de lo que se han llevado los días y los años de cada uno de los que allí estábamos, de la huella que han dejado en todos y cada uno de nosotros, nos había reunido en aquel cementerio la misma Vida. Los que tenían escritos sus nombres en la lapida, con su forma de vida diferente, con su llamada permanente a seguirles, y nosotros con esta en la que aun podemos mirar las estrecha de este primer día de noviembre y aún podemos jugar, trabajar y soñar. Mirar atrás o adelante, desde este cementerio de Talayuela, es solo comprender que cualquier bien siempre es pequeño, que nada es duradero y todo en la vida es tan frágil y ligero como un sueño, incluido ese estrecho grosor de una lápida que nos separa de fundirnos en un abrazo para siempre con ellos.