miércoles, 21 de diciembre de 2011

PURA GARCÍA IGLESIAS...MUJERES PRENDIDAS EN EL AIRE DE TALAYUELA

Nadie está preparado nunca para vivir con los años a cuesta y la cabeza siendo asaltada por los recuerdos. Bien sé yo que todos somos personas únicas e irrepetibles pero, también sé, que tenemos que vivir una vida llena de riesgos para, en el mejor de los casos, terminar viviendo dependiendo de otros como cuando éramos niños. Afronté las dificultades que me trajo la vida y sobreviví a ellas sin echarme a temblar. He mirado cara a cara al miedo y me he enfrentado con él. La vida ha puesto a prueba mi valor y siempre logré vencer. Soy de esa generación de personas a las que nunca nos dio miedo ni el peligro ni echarnos en brazos de la felicidad que nos regalaba la vida. Recorrí mi propio camino y sé que nadie podría hacerlo por mí, ni llenarse de esta experiencia de ahora, de un ser limitado, aunque, a veces, lo deseen quienes viven a mi lado por el mucho cariño que me tienen. Para cada hombre guarda un rayo nuevo de luz el sol... y un camino virgen Dios. (León Felipe) Es mi corazón. Lo escucho palpitar. Noto que se salta un latido y que después va más despacio. A veces los pies se me quedan fríos y se que es la circulación que no camina bien por mi cuerpo. Hay veces que me cubro las piernas con una manta para darme el calor que ya no me da la propia sangre.

Cuando se tienen treinta años y eres una persona adulta, una cree que está a salvo de todo. Que se está a salvo de las mismas heridas del corazón; una cree que todos somos fuertes y eternos. Cuando solo se tienen treinta años nos quedamos sin aliento de soñar y trabajar por tantas esperanzas para nosotros y para los que nos rodean. Ahora me quedo como dormida muchas veces por mi cansado corazón y, entonces, vienen a visitar mi mente los recuerdos de mi larga vida. Son como viejos amigos con los que tomamos café sabiendo que podemos hablar libremente de todo lo que nos venga en gana sabiendo que son solo el pasado y, los recuerdos, se sientan en los lados de mi cabeza y comienzan a decirme: te llamas Purificación García Iglesias.

Naciste el veinte de mayo del año mil novecientos veintidós. No esperarías que te pusieran otro nombre naciendo en ese mes en que cada día se ofrecía una flor a la Virgen Pura. Una vez pasadas las lluvias invernales, con la llegada del buen tiempo, los campos comienzan a cubrirse de un verde intenso y el aire lleva el olor de las flores que en ellos crecen. En ese mes naciste y te pusieron de nombre Pura. Ahora comprendes que tu vida ha sido tan breve como la de una flor y has entregado con generosidad el perfume de tu dedicación a la familia que creaste. Fuiste Ama de Casa y si pudieras elegir una vez más, serías Ama de Casa, para dedicarle todo tu tiempo, otra vez, a tus hijos, a los hijos de tus hijos, y a tu marido.

Ahora más que nunca te acuerdas de tus padres y de cuando estabais juntos, siendo jóvenes, atrevidos, llenos de vida y protegidos por su atenta mirada. En ese tiempo te gustaba el Cerro del Cabezo por ser el lugar más lejano donde os dejaban ir solos y la Plaza de Talayuela por ser el más cercano donde ibais todos los jóvenes. Reconoce que te gustaría un pueblo más limpio y con más orden que el que existe ahora pero, aún con eso, no te hubiera gustado nacer en otro lugar que no fuera este, ni siquiera en ese pueblo de Navarra del que vienen tus familiares más lejanos.

Los recuerdos queremos hablar todos a la vez y nos pisamos unos a otros en nuestros deseos de hacerte recordar. Coges con la mano el crucifijo. ¡Cuantas veces le pediste ayuda y él te la concedió! y como agradecimiento lo llevas siempre colgado al cuello ¡él mantuvo tantas veces tu mirada serena! Sabes que continuas soñando mucho y más sueños cumplidos son con los que, aún, esperas que te recompense la vida.

Reconoce que se te olvidan muchas cosas pero nunca las que son realmente importantes para ti o para las personas que quieres ¡esas no se olvidan nunca! Tu memoria está llena de las caras de tus hijos y tus nietos que te hacen comprender que la vida camina siempre hacia delante y nunca retrocede a ningún ayer pasado. Sus imágenes son las primeras que te dan los buenos días en tu mente y ponen los últimos besos por las noches en tu frente.

Ahora caminas sobre el aire en tu silla de ruedas que te empuja hacia delante, pues los recuerdos venimos a tu mente como viejos amigos a ponerte una sonrisa, pero, bien sabes tú, que solo el amor es la fuerza de la vida. Solo el amor es la fuente de donde sacamos la fuerza para continuar viviendo en este mar, a veces en calma y a veces picado, que es la misma vida y nosotros, los recuerdos que asaltamos tu mente, sabemos de cuanto amor eres capaz de dar y recibir para continuar viviendo.

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