miércoles, 21 de diciembre de 2011

PURA GARCÍA IGLESIAS...MUJERES PRENDIDAS EN EL AIRE DE TALAYUELA

Nadie está preparado nunca para vivir con los años a cuesta y la cabeza siendo asaltada por los recuerdos. Bien sé yo que todos somos personas únicas e irrepetibles pero, también sé, que tenemos que vivir una vida llena de riesgos para, en el mejor de los casos, terminar viviendo dependiendo de otros como cuando éramos niños. Afronté las dificultades que me trajo la vida y sobreviví a ellas sin echarme a temblar. He mirado cara a cara al miedo y me he enfrentado con él. La vida ha puesto a prueba mi valor y siempre logré vencer. Soy de esa generación de personas a las que nunca nos dio miedo ni el peligro ni echarnos en brazos de la felicidad que nos regalaba la vida. Recorrí mi propio camino y sé que nadie podría hacerlo por mí, ni llenarse de esta experiencia de ahora, de un ser limitado, aunque, a veces, lo deseen quienes viven a mi lado por el mucho cariño que me tienen. Para cada hombre guarda un rayo nuevo de luz el sol... y un camino virgen Dios. (León Felipe) Es mi corazón. Lo escucho palpitar. Noto que se salta un latido y que después va más despacio. A veces los pies se me quedan fríos y se que es la circulación que no camina bien por mi cuerpo. Hay veces que me cubro las piernas con una manta para darme el calor que ya no me da la propia sangre.

Cuando se tienen treinta años y eres una persona adulta, una cree que está a salvo de todo. Que se está a salvo de las mismas heridas del corazón; una cree que todos somos fuertes y eternos. Cuando solo se tienen treinta años nos quedamos sin aliento de soñar y trabajar por tantas esperanzas para nosotros y para los que nos rodean. Ahora me quedo como dormida muchas veces por mi cansado corazón y, entonces, vienen a visitar mi mente los recuerdos de mi larga vida. Son como viejos amigos con los que tomamos café sabiendo que podemos hablar libremente de todo lo que nos venga en gana sabiendo que son solo el pasado y, los recuerdos, se sientan en los lados de mi cabeza y comienzan a decirme: te llamas Purificación García Iglesias.

Naciste el veinte de mayo del año mil novecientos veintidós. No esperarías que te pusieran otro nombre naciendo en ese mes en que cada día se ofrecía una flor a la Virgen Pura. Una vez pasadas las lluvias invernales, con la llegada del buen tiempo, los campos comienzan a cubrirse de un verde intenso y el aire lleva el olor de las flores que en ellos crecen. En ese mes naciste y te pusieron de nombre Pura. Ahora comprendes que tu vida ha sido tan breve como la de una flor y has entregado con generosidad el perfume de tu dedicación a la familia que creaste. Fuiste Ama de Casa y si pudieras elegir una vez más, serías Ama de Casa, para dedicarle todo tu tiempo, otra vez, a tus hijos, a los hijos de tus hijos, y a tu marido.

Ahora más que nunca te acuerdas de tus padres y de cuando estabais juntos, siendo jóvenes, atrevidos, llenos de vida y protegidos por su atenta mirada. En ese tiempo te gustaba el Cerro del Cabezo por ser el lugar más lejano donde os dejaban ir solos y la Plaza de Talayuela por ser el más cercano donde ibais todos los jóvenes. Reconoce que te gustaría un pueblo más limpio y con más orden que el que existe ahora pero, aún con eso, no te hubiera gustado nacer en otro lugar que no fuera este, ni siquiera en ese pueblo de Navarra del que vienen tus familiares más lejanos.

Los recuerdos queremos hablar todos a la vez y nos pisamos unos a otros en nuestros deseos de hacerte recordar. Coges con la mano el crucifijo. ¡Cuantas veces le pediste ayuda y él te la concedió! y como agradecimiento lo llevas siempre colgado al cuello ¡él mantuvo tantas veces tu mirada serena! Sabes que continuas soñando mucho y más sueños cumplidos son con los que, aún, esperas que te recompense la vida.

Reconoce que se te olvidan muchas cosas pero nunca las que son realmente importantes para ti o para las personas que quieres ¡esas no se olvidan nunca! Tu memoria está llena de las caras de tus hijos y tus nietos que te hacen comprender que la vida camina siempre hacia delante y nunca retrocede a ningún ayer pasado. Sus imágenes son las primeras que te dan los buenos días en tu mente y ponen los últimos besos por las noches en tu frente.

Ahora caminas sobre el aire en tu silla de ruedas que te empuja hacia delante, pues los recuerdos venimos a tu mente como viejos amigos a ponerte una sonrisa, pero, bien sabes tú, que solo el amor es la fuerza de la vida. Solo el amor es la fuente de donde sacamos la fuerza para continuar viviendo en este mar, a veces en calma y a veces picado, que es la misma vida y nosotros, los recuerdos que asaltamos tu mente, sabemos de cuanto amor eres capaz de dar y recibir para continuar viviendo.

sábado, 10 de diciembre de 2011

VICTORINA GÓMEZ NUEVO. MUJERES PRENDIDAS EN EL AIRE DE TALAYUELA

Esta mañana, antes de salir a la calle, me mire en el espejo para atusarme y, este, devolvió a mis ojos una imagen que me costó trabajo reconocer. La cara de una mujer de de ochenta y cuatro años me hablaba desde el cristal y un deje de tristeza me invadió todo el cuerpo. La piel de la cara, las ojeras del duerme-vela en que se han convertido mis noches, las canas de mis cabellos, hicieron que me sorprendiera momentáneamente de la persona que se reflejaba en mi espejo. Yo creo que solo vive en el espejo pero no vive en mí. Me siento joven y, aunque me reconozco en la imagen que me devuelve el cristal, no es la misma imagen que me viene a la mente cuando me pienso y me recuerdo como la mujer que soy: Victorina Gómez Nuevo


Tantos años vividos han dejado su huella en mi cuerpo y ¿qué importancia tiene eso? me digo ahora, mientras camino por las calles de Talayuela apoyada en mi bastón. No cambiaría ni uno solo de los días que me ha regalado la vida por menos canas en mi cabeza y otras piernas sin tanta artrosis. Todo el tiempo que he vivido no solo me han traído arrugas a mis manos y achaques a mi cuerpo, me han traído, sobre todo, familiares y amigas a las que no cambiaría por tener el rostro de una joven quinceañera...¡Ese mal coche me puede pillar si no cruzo la carretera de prisa! He cumplido años y ¿qué mas dan los años cumplidos?...ahora se que me cuido más que antes que me mataba a trabajar a cualquiera de las horas del día. Nunca me importó comer lo que fuera y aunque lo hiciera a deshora, mi estómago no me dio dolores por ello, pero ahora más que nunca, hago lo que quiero, como a la hora que me apetece y duermo cuando tengo sueño que no suele coincidir con las horas de la noche. A quien le importa si me visto de una manera o de otra y, aún recuerdo, porque así me lo enseñaron, que a la procesión del Viernes Santo hay que ir de negro y, fuera de ese día, me pongo la ropa que quiero... ¡niño, bájate de la acera que me vas a tirar, que soy mayor que tú!


Mi madre Paula me dijo que nací el día nueve de junio del mil novecientos veintisiete. Total que tengo ochenta y cuatro años mal contados. Ahora que camino a la casa de mi sobrina Pauli me agarro con la mano la medalla que siempre llevo al cuello con la imagen de mis padres y mis hermanos. Ella, mi madre, me llevó nueve meses en su vientre y yo la llevo colgada ahora a mi cuello y es que, nunca dejamos de ser hijos, por muchos años que tengamos y yo, aún, la echo de menos a mi lado.


El medico me dijo el otro día que tengo “nemia”, que vigile el corazón y que no me canse, que lo tengo mal. ¡Cómo no voy a tener mal el corazón con todas las personas que se me han muerto! ¡El médico no se dará cuenta!...en esa calle vivía mi amiga Maximina, en esta otra de la derecha está la casa de Paula, en la de mas arriba la de Severa,.. y hermanos y sobrinos también se fueron de mi lado ¿Cómo no voy a tener mal el corazón? ¿Como no voy a llorar de vez en cuando si tengo rota el alma y, por eso, sé comprender mejor a los enfermos que visito y sé llorar con los que lloran. Esa compasión y este saber comprender al que sufre me lo han dado los años que he vivido aunque también me hayan traído artrosis a mis manos, pero no hay comparación entre una cosa y otra.


¡Ahora cuando baje pasare por el mercadillo por si veo algo que me guste, ya soy muy libre para comprarme lo que desee aunque no me lo ponga! Donde se pone el mercadillo era el Arenal y se corrían las Cintas y la carrera de Gallos en las Fiestas de Agosto. ¿Será porque me acuerdo tanto de esas Fiestas de la Virgen que me gusta ponerme mantones de Manila en los carnavales? ¿O será que los años vividos me traen más frescos a la memoria los recuerdos de mi infancia? Me da igual, sea lo que sea, estoy conforme con lo que soy ahora y eso me da tranquilidad y paz y, de lo demás, que se encargue Dios. Yo puedo disfrutar de mis ojos que aun pueden ver el otoño en los árboles del jardincillo, de los hijos de mis sobrinos y de los hijos de mis amigas para darles el beso y el abrazo que ellas ya no les puedan dar. ¿Tengo como hambre o será el olor a café que sale de esta casa?


¡Cómo ha cambiado este pueblo desde que era una niña! Es normal que yo haya cambiado también pero continuo gozando del placer de sentarme en la plaza de Talayuela, de tener ese Parque Natural y, también, me gusta ser como soy. Los años me han dado una tranquilidad que antes no tenía, tengo tiempo de sobra para todo lo que quiero, puedo alegrarme de haber vivido lo suficiente para contar mis años y tengo derecho a decir lo que pienso aunque no le guste a nadie lo que digo. Todos los que están pasando ahora a mi lado se harán mayores como yo ¡si es que llegan a tener los años que yo tengo!

sábado, 26 de noviembre de 2011

MUJERES EN EL CEMENTERIO DE TALAYUELA

Era el día de Todos los Santos y entré en Talayuela por la carretera de Navalmoral. La vista que ofrece Talayuela cerca del Pozo de la Fuente de Abajo se impone a todos los ojos que la miran coronada por el azul de la sierra de Gredos. Aquellos campos parecía que no envejecían, era como si el tiempo no hubiera pasado por ellos, ni siquiera la sierra tenía el color sepia que da a la fotografía el paso de los años. Bajé la ventanilla y entraron por ella los mimos olores de siempre: a campo, a lluvia, a hierba mojada...Estaba seguro que era una sensación pero me parecía que se respiraba mejor que en otros lugares.

Entraba en Talayuela y ella continuaba su ritmo propio de la vida que se vive independientemente de quien entre en ella. Nunca tuvo murallas ni puertas que impidieran el paso a los viajeros que hasta ella se acercaban. Barrio de las casas Nuevas, Barrios Altos, la Tahona, las Casas del Molino convertidas en pisos...Desde allí ya aparece la iglesia de San Martín que a mi me parecía, en aquel momento, de las más hermosa que he visto, aunque también sé que, aquello, era otra sensación.

Noviembre recién estrenado se asomaba a las esquinas de las calles con traje recién puesto y brindaba con su mes rebosante de días y de luz. Voces de niños, de marroquíes, de sonidos de campana muda de la torre, de gitanos: ¡Calle Cisneros, niña/ calle del aire! /Del Malagón lo traigo/ ¿quien lo comparte? / De sabor a menta llevo /y doy por un beso/ y una cestita llena /por un “te quiero”. Me parecía que esa calle se vestía con bata de cola y daba unos vueltas por Alegrías sobre sí misma, mientras los árboles de la plaza le tocaban las palmas con el roce de sus hojas: ¡Calle Cisneros, niña, calle del aire...!

Pasé por La Plaza Vieja, el parque, que un día lo fue y ahora ya no lo es, donde el aire y los árboles tiran besos a Talayuela en las hojas caducas que lleva el viento. La calle de las Madres, aquellos pozos grandes de agua, porque ella siempre es fuente de vida, que recorría un arroyuelo oculto, de una a otra, hasta los Pilones. La carretera de Jarandilla hacia arriba escoltada por árboles y acera donde Talayuela se pasea y se mira en los días de fiesta. Carretera de Santa Maria con vocación de avenida, a sus lados palmeras tan altas que recuerdan el Magreb, y el antiguo cementerio, ahora convertido en residencia de mayores.

Después llegue al cementerio que era donde había ido por ser la víspera de los Todos los Difuntos. Desde las calles salían riadas de gentes, muchas con flores en las manos, para entrar en el cementerio que, a su vez, ya se encontraba casi lleno. Por extraño que pudiera parecer, aquel lugar era el más bullicioso de todo el pueblo. Las mujeres terminaban de limpiar las lápidas de sus familiares y, también, sus conciencias: ¡y... todo en la vida, para terminar aquí!... se decían pesarosas unas a otras, al tiempo que terminaban de colocar las flores con sus manos ya rugosas. Cuando el frió del arreglo de las lápidas, las flores y de las oraciones por sus difuntos terminaba, se abría otro frente mucho más caluroso en las conversaciones convirtiéndose en confidentes las unas de las otras: ¿cómo te encuentras’ ¿Cuánto tiempo sin verte? Y la otra respondía con una retahíla de verdadera confesión de sus últimos años donde el dolor y la vejez ya habían hecho mella en su cuerpo. Las calles del cementerio hervían de tantos secretos a media voz como se entregaban entre sí las mujeres. Los suspiros que salían de sus pechos provocaban tal vendaval que movían las ramas de los pinos del cementerio y lloraban dejando caer las gotas de agua que la lluvia había puesto en ellas.

¿Donde se encontraban los vivos y donde estaban los muertos? Era difícil saberlo en aquel ayuntamiento de tumbas que parecían casas con puertas llenas de flores y personas hablando de los de dentro como si estuvieran fuera. Se daba rienda suelta a las lenguas y los rostros de las mujeres llevaban pegados a ellos las vidas de todos los difuntos que allí estaban. Ahora sabia la razón por qué aquellos campos parecía que no envejecían, todo el tiempo transcurrido se había pegado a los rostros de las personas que allí estábamos. Nosotros sí reflejábamos el paso de los años mientras los difuntos permanecían vivos con la última imagen que vimos de ellos.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

MUJERES BORDADORAS DE TALAYUELA

Cuando el aire dejaba de ser caliente en los meses de verano y parecía que ya era brisa en aquellas horas de fuego. Cuando los trabajos en el campo habían cedido y se avecina la colorida otoñada, se veían en Talayuela grupos de mujeres que, sentadas a las puertas de las casas o a los socaires, hacían corros para bordar los manteles de tela que traían de la vecina Lagartera.

Sentadas en sus sillas bajas de enea, todo lo más del blanco del mantel colgando sobre sus rodillas, caía, en pliegues velazqueños, en un cesto a sus pies que lo recogía. En sus haldas un bastidor marcaba un trozo de mantel de blanca textura zurbariana sobre el que las manos de las mujeres iban bordando los motivos elegidos. Sobre su pecho, prendidas en su ropa, agujas con diferentes hebras de hilos de colores para dar vida y color al bordado.

El bastidor marcaba el espacio del mantel, como una plaza de toros, sobre el que se debía trabajar en aquel momento. Las soñadoras manos de las mujeres realizaban el arte de romper el blanco de la tela haciendo emerger flores, hojas, tallos... que hacía de aquel mantel una prenda delicada y colorista. Todo el rito había empezado enhebrando las agujas con el color elegido y comenzar a dar puntadas sobre la tela del bastidor. Como si de banderillas se tratase se punzaba la aguja por arriba, en puntada larga o corta, emergiendo por debajo del bastidor y procediendo a sacarla por el lado contrario, para ir dando forma al dibujo. El dedal protegía el dedo corazón de los posibles pinchazos de la cabeza de la aguja. No era solo saber bordar había un mucho de creatividad en la elección de los colores y de las formas.

A la vez que se bordaba se soñaba con quien utilizaría aquel mantel, o se cubriría con aquellas sábanas. Los sueños nunca dependen de la edad pues el corazón siempre es joven eso es lo mejor y, a veces, también lo peor. Los sueños siempre se cosen con el material más débil que se tiene por lo que casi nunca se cumplen o se rompen fácilmente. “Yo, amor, he aprendido a coser con tu nombre, y voy juntando mis días, mis minutos, mis horas, con tu hilo de letras” Gioconda Belli. Porque se trataba de bordar como una ayuda al sustento familiar si, pero se bordaba en el corazón los sueños por venir, los trozos de vida ya pasados que dolían ya no más que un pinchazo con la aguja en los dedos. Se trataba de bordar el sentimiento del beso robado, el desamor de los días iguales, de poner color al negro de los sueños rotos. Se bordaba y se pensaba que el dolor no mata, solo hiere de muerte, pero nunca termina con la vida. Se trataba de coser, de zurcir, hilvanar...la propia vida y hacer de ella una pequeña obra de arte, que a todo daba tiempo en aquellas tardes de otoño o de invierno.

Cuando las tardes eran desapacibles se bordaba en las casas ayudando a los ojos con la luz que entraba por las ventanas. Se creaba entonces un ambiente de secretos y silencios que el mismo pintor holandés Jan Vermeer hubiera querido conocer para reflejar en sus pinturas. Se trataba de bordar, mientras esa incansable lluvia no paraba en todo el día y golpeaba los cristales de la ventana marcando un ritmo monótono al pasar de las agujas por la tela del bastidor, pero se trataba de prender con hilos de colores el desafío velazqueño de las Hilanderas y no quedar convertida en inútil araña. La vida se abría paso día a día pero con tantas falsificaciones como en el cuadro de Velázquez en que nada es lo que parece y se hacia necesario mucho arte como se ponía en el bordado. La vida solo pende de un hilo y se puede elegir el color que nos debe mecer.

Después venían a recoger los manteles o las sábanas con su embozo bordado en blanco y se llevaban parte de los sueños que las mujeres habían prendido en sus bordados. Dejaban en sus manos otras telas blancas de textura zurbariana pero ya habían aprendido, con la paciencia de las puntadas, que para lograr lo imposible solo se necesita un poco de tiempo.

jueves, 3 de noviembre de 2011

AURORA ALVÁREZ JIMÉNEZ

MUJERES PRENDIDAS EN EL AIRE DE TALAYUELA (III)

AURORA ALVÁREZ JIMENEZ

Cuando en Talayuela atardece se sientan las mujeres a la puerta de la calle buscando el frescor que llega de los Praos. Llevan el arte de la conversación en los labios y en sus manos una silla de enea para hacer un corro de conversaciones. El cielo tachonado de estrellas recoge aquel barrio de las “Casas Nuevas”. Desde allí se divisan mejor las estrellas que hacen guiños desde el cielo como si quisieran sentarse con las mujeres en su corro. A veces se ven estrellas fugaces que equivocan el rumbo que les marca el murmullo de sus conversaciones  y se pierden en la atmósfera fría en vez de llegar al corro de las mujeres Otras estrellas prenden las conversaciones de las mujeres con alfileres de cabeza de plata que brillan en medio del cielo azul de las noches de verano. Ese Barrio de las Casas Nuevas es la puerta de Talayuela por el Sur. Por el que se comienza a entrar en un mundo de edades ya pérdidas y de sueños originales que ellas nos hacen presente con solo su figura...tanta quietud recibo al contemplarte, y tanto gozo encuentro en tu presencia...

Aurora Álvarez Jiménez cuando mira al cielo tachonado de estrellas y ve un grupo de ellas que brillan más que las demás, piensa que son las sillas relucientes en las que se sientan tía Maria, Emiliana, Adela Teodoro, Trini y tío Paco... que les miran desde el cielo, añorando el tiempo que pasaron juntos mientras criaban a sus y los animados corros de verano a las puertas de sus casas...las estrellas son ojos de pestañas inquietas que se abren y se cierran continuamente...

Aurora Álvarez Jiménez nació el treinta de enero de mil novecientos veintidós y ahora le parece que todos esos días han sido solo un suspiro, como ese breve instante en que las estrellas se tocan levemente la punta de los dedos con la aurora del día y se despiden mutuamente. Le gusta, eso si, todo lo que ha creado a su alrededor y sus mejores recuerdos están ligados a su familia. Se llena de emoción cuando recuerda el nacimiento de sus hijos y de los que les nacieron de ellos: veintitrés nietos y veintidós biznietos. Recuerda como las Nochebuenas, por ser unas fiestas que le gustan, y por el jaleo que se montaba en su casa pues, por ser tantos, tenían que cenar por turnos...pasamos fácilmente de la risa al llanto pero terminamos llamándonos hermanos y todo eso alrededor de  la mesa del comedor...

Piensa en todo lo que ha trabajado y dice que ha merecido la pena los esfuerzos que hicieron su marido y ella, la alegría que les inundó cuando estrenaron la casa en este barrio, sus hijos pequeños a su alrededor...¡le echa tanto de menos!... que por tenerle mas cerca le lleva siempre en una medalla, con su retrato, colgada a su cuello, golpeando su corazón al andar, como si aún caminara a su lado protegiéndola...la que quiera que la quieran, con finura y calidad, busque un mozo de este pueblo, y lo bueno probara... ¿Estará sentado en aquella estrella que tanto me mira y parpadea?
¿Por qué nos dejamos perder la Hondonera, piensa ahora, aunque solo sirviera para que se recuerde todo los que se nos debe a las mujeres de mi generación? ¿Quién nos pagara los desvelos y ese camino andado con un cesto de ropa en la cabeza y un trozo de pan y de morcilla para comer?  Ahora han querido hacer allí una ermita dedicada a la Virgen, una mujer, pero no terminan de rematar; cuando ya aparece terminada se vuelve a abandonar: Dios nos libre de la dejadez y el abandono.

Le gusta pasear por el camino de la Higuera Loca. Siente que ese camino le transmite serenidad,  tranquilidad, y le hace comprender que ella es parte de este pueblo y de estos campos que trabajo con sus manos. Sabe que la lluvia y el sol la rejuvenecen siempre pero las estrellas le confían secretos antiguos y por la Vía Láctea de la memoria acude al encuentro de personas que la protegen desde arriba. 

jueves, 27 de octubre de 2011

MUJERES PRENDIDAS EN EL AIRE DE TALAYUELA (II)

AURORA BAEZA MORENO


Hay fechas que llevamos grabadas a fuego y nunca desaparecen de nuestra vidas, como tampoco se borran los dolores que vivimos en sus minutos. Ella comprendió en aquella fecha y de golpe que, aunque se tenga el corazón hecho pedazos, se puede continuar viviendo. En aquel día murió su marido, se quedó sola, joven, con sus hijos y con la vida por delante para sobrevivir. Aquel día comprendió que no sabía muy bien que le habían explicado del cielo pero que, sea lo que fuere, siempre sería mejor que aquello por lo que ella estaba pasando...temprano levantó la muerte el vuelo... Después aprendió, también, que por profundo que sea el vació que se tenga en el alma, la vida siempre se acerca con nuevas recompensas.

Cuando en las noches de verano Talayuela se abanica con la brisa que viene del río, se sienta a la puerta de su casa y pasan sus recuerdos por su mente, como pasa la brisa por la calle Doctor Marañón, en la que vive, y la refresca el alma. Siempre supo que nació un nueve de septiembre de mil novecientos veinte. Comprende que tiene noventa y un años de vida pero aún siente la sangre en sus venas y la luz en su mirada. Y recuerda el nacimiento de sus dos hijos...una mujer morena, resuelta en luna, se derrama hilo a hilo, sobre la cuna...y de sus nietos, bisnietos y familiares porque a todos ha visto nacer y crecer y es la memoria viva de la familia.

Aurora Baeza Moreno. Le hubiera gustado ser modista y prender con alfileres la luz plateada de la luna en los vestidos que hiciera para sus hijos y nietos. A cambio, por llamarse Aurora, caminó todos los caminos de Talayuela a la aurora del día, buscando el trabajo de los campos. Sus manos tienen aún el olor de haber cogido algodón, pimiento, tabaco... del hielo de la rueda-rueda del helado de vainilla y, cuando se atusa su media melena, queda quieto en su pelo el olor que llevan sus manos. Nunca la asustaron las dificultades pues sabe que el trabajo y la lucha llaman siempre a los mejores...

De figura menuda, supo dominar la fragilidad aparente de su cuerpo, pues sabe que la fuerza siempre nace de dentro y allí, ella, se siente fuerte y tranquila. Siempre le gustó leer y ahora, hace “sopa de letras” intentando sujetar esta maldita memoria que a veces va y viene. Sus dedos se entretienen con el tapete que cubre su mesa mientras sus ojos miran la boca y los ojos del que habla poniendo una sonrisa a la conversación que, a veces, no escucha muy bien... tu risa me hace libre, me pone alas. Soledades me quita, cárcel me arranca...

No le gusta esta Talayuela de ahora que le parece tan insegura y echa de menos aquel tiempo en que nunca se cerraban las puertas de las casas y se vivía en la calle como si fuera el salón de estar de todos los vecinos. Echa de menos los Pilones, el agua que de ellos salía y los momentos de risas de las mozas al echarse agua con las manos o al romperse el cántaro. Echa de menos que los jóvenes de ahora no hagan teatro, como en su juventud, cuando tuvo que interpretar aquella obra de Morena Clara, al fin y al cabo, interpretar a otros personajes siempre es una salida a la pesadez de la vida diaria.

Lleva siempre consigo una medalla que la regaló su cuñada porque lo que mas valora es la familia y aparece en su rostro una sonrisa cuando recuerda las bodas, las comuniones, los acontecimientos familiares en que su casa se llena de gente y puede ver, reunidos a su lado, a los hijos de sus hijos y a los hijos de estos; a los familiares que prohijó como si fueran sus propios hijos.

Sabe dar, como el que más, lecciones de generosidad, pues su vida fue una escuela que la preparó para ello y tiene siempre una palabra amable que decir. Ama la vida y le gusta el sonido de la verbena de Agosto cuando, sentada en su puerta, parece que los pies se le mueven al son de la música que tocan, mientras se abanica lentamente.



miércoles, 19 de octubre de 2011

MUJERES PRENDIDAS EN EL AIRE DE TALAYUELA (I)

BENEDICTA MORENO GONZÁLEZ

Hay quienes dicen que los sentimientos quedan prendidos en el aire de ciertos lugares, que los olores aromatizan las piedras y se quedan allí trasminando durante siglos, por muchos que se vuelva a construir en aquellos espacios. Hay quienes dicen que quienes han convivido durante tiempo en aquellos lugares y le son tan queridos, por las personas que en ellos vivieron, los ojos les engañan, no ven las construcciones actuales, pues su retina solo les devuelve la imagen de los edificios y las personas que ellas llevan en sus corazones y a quienes tanto querían.


De figura menuda, morena de tanto sol de por aquí, ágiles sus piernas de haber andado mucho. Lleva puesta siempre una sonrisa que da brillo a sus ojos, transmitiendo su cara serenidad y ternura. Cuando sube la calle de los Granados, de venir de casa de uno de sus hijos, comienza a andar la calle Carlos V, se presenta ante ella el edificio de no se cuantas plantas, que hace esquina con la calle Magallanes. A ella le llega el olor a fragua, a carbón encendido. Sonidos de golpes de martillos sobre yunque le resuenan en su cabeza y, engañada por sus ojos, cree ver la figura de la persona que tanto echa de menos. Entonces le vienen a la memoria aquellos versos que, en algún teatro ambulante en Talayuela, escucho recitar y creyó que se referían a la suya: “La luna vino a la fragua, con su polizón de nardos, un niño la mira, mira, un niño la esta mirando...El jinete se acercaba, tocando el tambor del llano. Dentro de la fragua un niño, tiene los ojos cerrados”

Benedicta Moreno González nació en Talayuela un diecisiete de noviembre, ese bendito mes, que comienza con Todos los Santos y termina con San Andrés, del año de mil novecientos veintisiete. Ahora le parece que fue ayer cuando recorría las calles de este pueblo, tan distinto al de entonces y tan igual al de ahora, corriendo más sus sueños que sus piernas. ¿Quien no ha tenido sueños a los quince años? La Vida le dio cuatro hijos y, ahora, más que a su propia muerte, teme perder a alguno de ellos...”porque el pensar que te iras, me causa un terrible miedo, de si yo sin ti me quedo, de si tu sin mi te vas...”

Ya se le han ido bastantes seres queridos entre, padres, esposo, hermanos, familiares... y, cuando se siente mal, cuando la atenaza la añoranza de esos seres queridos, se refugia en el cementerio, ese espacio sereno entre pinos que, cuando el aire mueve sus ramas, trae sones de voces queridas. Allí el aire hace presente susurros de personas, caricias nunca dadas, besos que no salieron de los labios, alegrías de reencuentro para dar todo lo que se quedó sin darse: «Duerme al abrigo de la tierra una esperanza» (Oscar Monesterolo)

Siempre fue ama de casa y ahora, con más tiempo de sobra, se dedica a visitar enfermos; está leyendo el libro “Testimonios de Enfermos” para saber comprender mejor a los que visita. Siempre lleva colgada una Cruz al cuello, que aprieta con sus manos en muchas ocasiones, pidiendo la fuerza para ella misma y las personas que quiere o visita.

Con sus ochenta y cuatro años vividos, aún sueña con una plaza de Talayuela más grande y con un pueblo mas limpio; aun le gustan las canciones de La Pantoja porque expresan mucho de lo que ella siente...Ese barco velero cargado de sueños cruzó la bahía. Me dejó aquella tarde agitando el pañuelo, sentada en la orilla...; aun sabe que el Parque Natural y Las Iglesias son dos de los espacios de Talayuela que más le gustaría se protegieran; aún sabe que tiene muchos días por delante para entregarlos a sus hijos, nietos, familiares...y a los enfermos que visita.



miércoles, 12 de octubre de 2011

MUJERES PRENDIDAS EN EL AIRE DE TALAYUELA

MUJERES PRENDIDAS  EN  EL AIRE DE TALAYUELA

Hasta ahora, la historia la escribían los hombres y la hacían las mujeres. Miles de mujeres que han tenido que renunciar a tener una vida propia y solo han sido la sombra  de los hombres y, pocas veces, presentes en sus luces. Renuncias por generosidad a favor de los más cercanos y de los más lejanos. Vidas que se hacia más profunda  en la adversidad y más fuerte en las condiciones que les toco vivir. Llevan la generosidad pegada a la piel como llevan metido en su cuerpo la posibilidad de generar hijos y vida a su alrededor. Ambos términos, generar y generosidad, tienen la misma raíz y, con uno o con otro,  siempre han sido fuente de vida.

Mujeres prendidas en el aire de Talayuela. Mujeres que han pasado por la vida con una sonrisa en los labios y unas manos ennegrecidas por el trabajo. Vigilando el silencio de la noche y acallando los gritos de las infantiles gargantas, limpiando las lágrimas de los ojos y los mocos de la nariz de sus hijos y de los demás. Vestidas de negro como su presente y trabajando y soñando por un horizonte mas blanco y mas calido. Mujeres con cualidades personales y que han quedado ocultas. Mujeres que nos han dado la carne y la sangre y hemos sido adosados a ellas como hijos, sin fecha de caducidad, siendo, ya para siempre, la fuente del velo y el desvelo continuado hasta su muerte.

Mujeres sosteniendo la memoria de Talayuela. Cerremos los ojos; mejor, abrámoslos enteramente y miremos a nuestro alrededor con insistencia. Están ahí, o han estado, desde aquellos albores de finales del siglo XIII, en que se pobló La Atalayuela, hasta este siglo XXI que nos ocupa, en que parece que se desangra este pueblo por las diferentes calles que le recorren  como las venas caminan por el cuerpo.

Mujeres caminando sobre el viento. Dos lugares, principalmente, existían para las mujeres: la casa o los caminos. La casa era el espacio para el trabajo de criar a los hijos, de sostener a la familia, de soñar. Los caminos eran los medios que les llevaban andando a coger algodón, pimientos, tabaco... a la Cerquilla, la Navalonguilla, Santa Maria, Cardenillo, Las Lomas, La Jara, las Vegas del Tiétar...Después los caminos se hicieron carreteras y comenzaron a transitarse también, para salir a estudiar, las menos o para ensancharse el campo de trabajo, las mas...A todas ellas, las que saldrán en este blogg y las que no, les dedico estas páginas... Acudid a mis venas y a mi boca”.P. Neruda.

sábado, 1 de octubre de 2011

DESPUES DE ESTO YA NO VOLVERE A ESCRIBIR MAS SOBRE NICARAGUA...


Después de esto ya no volveré a escribir más sobre Nicaragua pero, antes de dejar de hacerlo, me gustaría que conocierais por mis propias letras el proyecto SAMARITANAS, en el que colabora Bene Galán. Durante los veintisiete días que pasamos en Nicaragua viajamos a conocer los diferentes proyectos que colaboran en el desarrollo de todas las áreas y edades. Entre otros muchos proyectos estaba este de Samaritanas que, por su propio nombre, podíamos imaginar en que se trabajaba.

Este proyecto no le conocimos de una sola vez en su totalidad. Un día fuimos al centro de Samaritanas a visitar las instalaciones y conocer el trabajo que se realizaba en ellas. Niños de pecho, adolescentes, madres, salían y entraban en aquel reducido espacio para reuniones con el equipo de trabajo y voluntarios.

Para entonces ya sabíamos que muchas familias en Nicaragua, por la situación económica, tienen problemas de hacinamiento, donde duermen todos juntos en la misma habitación y los problemas que eso ocasiona. Ya sabíamos que muchos niños antes de ir al colegio se levantaban a las cinco o cinco y media para trabajar. Ya sabíamos que muchas adolescentes desaparecían de sus casas durante dos o tres semanas. Ya nos habían contado que, debido a los escasos recursos familiares, se trasladaban a Managua o a Costa Rica.

Los cooperantes con los que convivíamos desaparecían todos los miércoles y los jueves por la tarde- noche diciéndonos que se iban a los focos y ya no les volvíamos a ver hasta la mañana siguiente. A mediados de nuestra estancia allí nos invitaron a nosotros. Yo estaba leyendo las memorias de Fernando Cardenal, con el que había tenido una grata entrevista de dos horas en las que me explico la historia reciente de Nicaragua, y me apetecía quedarme leyendo. Trini Gómez se marcho con Bene, Holman y los demás voluntarios a los Focos. Entre que la lectura me interesaba y quería saber a que hora regresaban los voluntarios me quedé despierto. A altas horas llegó Trini y al ver mi luz encendida vino a verme. Estaba blanca, con el estómago levantado y una gran impotencia en su mirada. Su mundo interior había sufrido una fuerte conmoción por la experiencia de los Focos que apenas podía verbalizar con sus palabras y su mirada transmitía dolor. Me fue contando que Los Focos son los lugares de una calle principal de Managua, donde, a lo largo de ella y en distintos tramos, se ubican una o mas adolescentes entre quince y dieciséis años siendo victimas de Explotación Sexual Comercial (llamadas por otros Prostitución Infantil, en la que gente sin alma les prostituye, robando la ternura y la inocencia como si fuera algo material que se pudiera comprar o vender en un mercado de personas). Las más viejas, como decían ellas, – entre veinticuatro o veintiocho años- la ejercían en otra calle. Las adolescentes llamaban a los voluntarios y les informaban de a quien habían pegado, de por donde se habían llevado a otra, de que una estaba embarazada y no sabia que hacer, de quien necesitaba medios de prevención...Y cerca de ellas babosos con mirada encendida por un cuerpo adolescente, chulos de mala sangre, ojos escondidos dispuestos a robarles a la menor ocasión, profesionales que las habían engañado con un poco de cariño y unos zapatos nuevos para sacarlas de su ambiente normal. Los voluntarios escuchaban, daban palabras, invitaban a pasarse por la casa de SAMARITANAS para regularizar situaciones, recibir apoyo, ser escuchadas.

Así vinimos a entender como en la casa Samaritanas donde habíamos estado entraban madres con hijas que a su vez eran madres de otros hijos y, que a nosotros, nos parecían hermanos entre sí, juntándose tres y cuatro generaciones en las instalaciones del Proyecto. Aquella casa de Samaritanas, como casi todas las casas en Nicaragua, tienen el techo de chapa que cuando llueve parece un bombardeo y cuando hace sol el calor resulta casi insoportable, era el espacio donde se escuchaba, se buscaban soluciones, se daba formación de todos los relacionado con la maternidad y se trataba como personas a quien habían sido valoradas como objetos para la mercancía.

Por diversas calles de Managua se veían carteles de No a la Explotación Sexual Comercial, pero estos voluntarios/as, a pesar de los escasos recursos con que cuentan, trabajaban en primera línea y, conocen como nadie, que las campañas solo se ganan si todos nos implicamos en ellas; saben como nadie con quienes se comercializa robando un mundo de sueños e ilusiones que se rompe como un cristal; saben, como nadie, que ellos son la punta de un iceberg al que nos podemos sumar muchos desde el rincón preferido de nuestra casa. Si quieres colaborar como voluntario serás bien acogido allí, si quieres enviar un mensaje les animaras en su trabajo, si quieres colaborar económicamente en el proyecto SAMARIATANAS ponte en contacto con Trini Gómez Moreno.

sábado, 24 de septiembre de 2011

AHORA QUE VUELVO A MIRAR NICARAGUA...

Ahora que vuelvo a mirar Nicaragua sin el impacto que produce la primera vez que la miras. Cuando la mirada ha tomado la suficiente distancia para poder ser mas profunda y observar las diferentes variables que ofrece a los ojos del que mira; con la serenidad que da el tiempo transcurrido, escribo sobre los días allí vividos y con el mismo afecto que aún conservo hacia aquel pedazo de tierra.


Llegamos a Managua sin luz de sol y con la lluvia torrencial del invierno, como si quisiera limpiarnos de todas las formas de mirar que desde aquí llevábamos. Sin luz de sol en los ojos y con el colirio del agua que caía por nuestra cara, los ojos se acostumbraron en mirar.

Alguna vez existió el paraíso, pensábamos a la mañana siguiente, cuando la naturaleza se ofreció a nuestra vista. Era abundante, sobrecogedora, colorista, minuciosa al elegir los mil matices del verde, creativa en toda la gama de colores, salvajemente creciendo por doquier, majestuosa en su profundidad... Los versos del Canto General de Pablo Neruda nos salieron al encuentro: A las tierras sin nombres y sin números, bajaba el viento desde otros dominios, traía la lluvia hilos celestes...Útero verde, americana/sabana seminal, bodega espesa/ una rama nació como una isla/una hoja fue forma de la espada/una flor fue relámpago y medusa/un racimo redondeó su resumen/una raíz descendió a las tinieblas...

Después fue el encuentro con las personas. En un país donde la prisa no existe, el saber escuchar es el verbo principal para conjugar toda actividad. La vida se les sale por los ojos que te miran envolviéndote en historias increíbles vividas por ellas mismas y contadas de la manera más natural, sin anestesiar ninguna parte de su vida. En un país donde la historia mas reciente aún no está escrita, ellas la guardan en su memoria como el mejor tesoro encontrado y la cuentan sin parchear en nada su crudeza. Detrás de su mirada está su vida presente en un empeño y una conciencia de que levantar el país depende de ellas. Así, de la mañana a la noche, muchas personas recorren los caminos para llevar una palabra de aliento, de formación, de conciencia, a otras personas que se encuentran en su misma o en peor situación aún, o para trabajar con una actividad liberadora. Los ojos de los Nica lo dicen todo sin palabras y, cuando a la mirada le ponen palabras, son canciones de amor y de esperanza que traspasan las fronteras permitidas y, entonces, te quedas desnudo y sin resistencia a su llamada. Como resistirse a los ojos negros y parlantes de Yeny, a la memoria viva de la hermana Margarita, a la dulzura envolvente y sosegada de Maria Lourdes, al acierto crítico de Ana Julia, a la generosidad de Vanesa, a la risa de Tina, al entusiasmo de Cora, a la acogida de la comunidad de Valle Dulce, a los ojos de los niños...y de tantos otros nombres de personas que nos dio Nicaragua y que se asoman a través del papel del mapa de Nicaragua que contemplo.

Son vidas con sones antiguos de libertad, terrenales sonidos, existenciales preguntas, respiraciones primordiales, colores primerizos difuminados en un país lleno de grandes contrastes pero preñado de esperanza. Y la música de los Nicas que se cuela por cada rendija de las entretelas llamando a la vida, trayendo recuerdos ancestrales, apoyando a la vida generosamente entregada. Hago mías las palabras de Gioconda Belli: ¿Qué sos... sino un vuelo de pájaros guardabarrancos, cenzontles, colibries? ¿Que sos Nicaragua, para dolerme tanto?

Y qué decir de La Chureca, del Mamonal, de Ometepe, del Horno, de las Isletas, de los volcanes, del agua...Aquel país no se recuerda sin el agua. El agua de sus inmensos lagos, la de sus mares y la que trasmina la piel de quienes la habitan por el calor de su sol y que pasa a formar parte del Xolatlan que custodia a Managua. Y qué decir de los niños y los ancianos, ambos con mirada ingenua y acusadora, eran los libros abiertos que mostraban el desequilibrio de un mundo gobernado por una masa burocrática que tiene encuentros sin respuesta y desencuentros que provocan miseria.



martes, 12 de julio de 2011

¿TE ACUERDAS...?

Ahora que las noches de verano son tan largas; ahora que estoy releyendo Café Arcadia y vuelve el autor con aquello de que “el niño de ayer es el padre del hombre que somos hoy”; ahora dejo el libro en la mesa de la terraza, donde salí a tomar el fresco y leer, recuerdo un PowerPoint que me han enviado y del que tomo algunas frases, y me pongo a escribir pensando en ti, en mí, en nosotros.


Te acuerdas de aquel tiempo en que las decisiones más importantes para nuestra vida se tomaban cantando un práctico: pito, pito gorgorito... ¿Donde vas tu tan bonito?...la decisión verdadera se toma ahora ¡pim, pom, fuera! Y la decisión se tomaba sin tanto darle vueltas en la cabeza, sin revisar las aristas y las variables que ahora, siendo adultos, hay que tener presente en cada decisión que tomamos y nunca sabremos si fue la decisión verdadera. ¿Te acuerdas?


Te acuerdas cuando se podían detener las cosas que se complicaban con un simple...”esto no vale”. ¡Trampa! Con estas mágicas palabras se volvía al inicio del juego eliminando lo conflictivo de las situaciones como si realmente no hubieran existido nunca tales momentos. Los errores volvían a la nada diciendo inocentemente: ¡empecemos otra vez! Lo negativo de las actuaciones se marchaban a hacer puñetas como aquellas letras que mal escribíamos en la pizarra negra con la tiza blanca y de la que colgaba un trapo para borrarlas. Lo difícil, lo que nos desquicia, el resultado de nuestras propias acciones, se podrían volver a borrar con aquel trapo. ¿Te acuerdas?


Era en aquel tiempo en el que descubrías todas las fuerzas que llevabas dentro si algún amigo te decía: ¿A que no eres capaz? Y la suerte del novato te acompañaba y te zambullías en las aguas de Cuartos en una caída perfecta de cabeza que ya nunca se volvería a repetir. O cuando, tras escuchar aquellas palabras que te decía algún amigo, corrías, que parecía que el corazón se te salía del pecho, hasta llegar, en el menor tiempo posible, al punto de la carrera. ¿Recuerdas? ¿A que no eres capaz?


Te acuerda cuando la palabra ¡guerra! solo servia para comenzar a tirar tizas y bolas de papel durante las horas de clase cuando D. Leocadio, D. Salustiano, los maestros, tenían que salir al patio y nos dejaban al cuidado del listo de la clase al que no hacíamos ningún caso. El mas poderoso cañón jamás inventado era aquel bolígrafo Bic, al que le sacábamos la carga de tinta, introducíamos bolitas de papel y soplábamos con tanta fuerza que siempre acertábamos en el blanco deseado. El arma mas poderosa, eficiente y moderna en nuestras manos eran los globos de agua. ¿Te acuerdas? La mejor recompensa era un vaso de leche americana en el recreo para después intentar hacer el gran negocio de nuestra vida cambiando los cromos que teníamos repetidos, que nos daban con la tableta de chocolate Quintín, por el que llevábamos soñando eternamente los escasos minutos antes de caer rendido por el sueño.


¿Te acuerdas? Ahora que ya son más los días vividos que los que nos quedan por vivir; ahora que las palabras ya tienen otro significado mas desgarrador; ahora que corremos casi sin fuerzas tras otros negocios; ahora, me parece que merece la pena vivir, saborear, mirar y admirar, y verlo todo con los ojos del niño que fuimos, simplificando lo mas posible todo lo que viene a nuestro alrededor.

viernes, 3 de junio de 2011

LA TALAYUELA PALUDICA

Luis Bello nació en Alba de Tormes (Salamanca) en 1872. Abogado en el despacho del político José Canalejas, inició su verdadera vocación, el periodismo, en 1897 en el 'Heraldo de Madrid'. De allí pasó a 'El Imparcial' y posteriormente a 'España'. Recorrió gran parte de España, reflejó el estado de abandono de muchos de dichos centros educativos, así como la dura situación de los maestros, y luchó por concienciar a los españoles de la enorme importancia de la educación para el futuro del país. Miembro de Acción Republicana, al proclamarse en 1931 la Segunda República fue elegido diputado por Madrid para las Cortes Constituyentes por la candidatura republicano-socialista. Fue uno de los redactores de la Constitución y presidente de la comisión del Estatuto para Cataluña. En su libro Viaje por las escuelas de España 1926-1929, escribió sobre Talayuela.


...Con esto, penetramos, por el Tiétar, en Extremadura; pronto asomaran las dehesas y ya no encontraremos elemento nuevo en nuestro viaje hasta la frontera de Portugal. El azar vuelve a traerme a la vega del Tiétar. A lo lejos, al Sur Navalmoral, con todo el campo de la Mata. Un camino rojo entre las encinas y, antes de tocar el río, un pueblo, cuyo plano compruebo ahora, pero ya tenía bien estudiado, casa por casa: la Iglesia, la fuente, la calle-carretera, el cementerio de avanzada...es decir, Talayuela. Sé ya tanto de la Talayuela palúdica, que al pasar, volando a mil metros sobre los anófeles, saludo al pueblo como a uno de esos amigos antiguos, peligrosos que ya no nos pueden molestar. Busco por allí cerca Torviscoso. No lo veo. Sin duda lo desmontaron sus últimos vecinos, al huir y estaría junto a aquel cercado y aquellas cuatro paredes sin techo. ¿Resistirá todavía la maestra? Luego viene la siniestra soledad del Tiétar en Campo-Arañuelo. Pero conviene precisar. Si el Tiétar me parece siniestro, no es porque le vea así desde el aeroplano, sino porque le conozco de cerca. Tiene, al fondo, el azul de Gredos. Toda la vega llana va bordeada de álamos. En la vera de Navalmoral es demasiado árido; pero en la de Plasencia, tiende hasta lo alto de la sierra tapices finos de distintos verdes jugosos. Precisamente en estas pinceladas alegres, están los piménteles, los secaderos, las charcas. Al pensar en ellos y en los arbitrios que el hombre inventa sobre cada palmo de tierra medida desde el avión, para ganarse la vida, descompongo el paisaje. En invierno esto será todavía más hermoso. Llegara la nieve del Almanzor hasta Losar de la Vera. Destacará más el verde los pinares. Bajara el Tiétar caudaloso. Pero no me importa descomponer, subvertir el paisaje y reducirlo a términos humanos. Aquí empieza la tierra deshabitada. Ahora es la ribera palúdica; pronto serán las dehesas, vastas propiedades, con escasos pueblos, los indispensables para reunir bajo techo las familias de unos cuantos millares de jornaleros. ¿Qué más le da al águila – o al dios- que ahí abajo haya pocos o muchos hombres, ni que vivan bien o mal?...


Según el Censo de población de la provincia de Cáceres de 1930, Talayuela contaba en ese tiempo con 899 vecinos. Eran cuatrocientos cuarenta y tres hombres y cuatrocientas treinta y cinco mujeres. Además, existían ausentes, veintiuna personas. Pero es en esta época cuando se supera el numero mil de habitantes pues, además de los censados, residían en Talayuela ciento cincuenta y tres transeúntes, llegando a una población de hecho de mil treinta y una persona.

domingo, 29 de mayo de 2011

CUANDO EL SILENCIO Y LA SERENIDAD

Cuando el silencio y la serenidad nos vuelven a inundar los aledaños y el mismo centro de nuestra vida se vuelve a la calma de los sentidos que te lleva a una actitud, ya no defensiva, sino activa de tu propia vida. La sociedad basada en el movimiento tras la búsqueda de la competitividad, del consumo irracional, de las necesidades creadas artificialmente, de los bombardeos de los sentidos, nos meten en un estado que nos desestabiliza, se impone la creación de espacios de serenidad con los cuales poder afrontar ese movimiento sin que nos haga perder la visión que cada uno tiene de su propia vida.


Cuando el silencio y la serenidad se vuelven a adueñar de nosotros es cuando se comienzan a abrir los ojos para mirar y admirar lo que se asienta a nuestro lado quizás ya para siempre: nuestra plaza tiene fuente. Hermosa fuente de cantería por la que el agua resbala de un cubículo a otro, llenando, aquel espacio de cemento y hormigón, con el frescor de su vista y la serenidad de su susurro al caer. Aquella plaza que guardaba secretas aspiraciones de una fuente ya cuenta con ella. Ya se ha calmado la sed de su protesta que se hacía escuchar por la boca de sus vecinos y nos hacia anhelar esa humedad de sus aguas en las noches de verano. Felicidades a quien corresponda por haber tomado esa iniciativa. El kilometro cero de Talayuela es ya un surtidor de agua que refresca y da humedad a aquella plaza


Felicitar, también, a quien corresponda, por la rotonda del Pozo de la Fuente de Abajo que ahora llaman de las lavanderas. En el centro de la rotonda se ha colocado la pila, creo que la original, que servia para abrevar los ganados que bajaban hacia El Pozo de la Fuente de Abajo para saciar su sed. Se han colocado también, en dicho espacio, dos figuras realistas que representan a dos mujeres, una lavando y la otra con los cubos de agua en sus manos, que nos llevan los sentidos a los tiempos en que nuestras propias madres hacían ese mismo trabajo y de esa misma manera.


Así sería la vida en aquella aldea de Talayuela cuando en el año 1 897 se manda hacer un censo de población de la provincia de Cáceres. Entonces en esta Talayuela de ahora vivían 421 vecinos que se repartían en 201 varones, 211 hembras y 9 varones transeúntes. En la misma fecha Viandar contaba con 558 vecinos, Villanueva de la Vera con 2,381, Valverde de la Vera con 1 092 y Valdehuncar con 511 vecinos: ¡ni a soñar que se hubieran puesto aquellos vecinos de Talayuela!

martes, 3 de mayo de 2011

DE L0S CINCUENTA AÑOS DE LA FERIA DE SAN MARCOS EN TALAYUELA

Por culpa de la luna, la feria de abril de Talayuela en la que se celebran sus CINCUENTA AÑOS en este municipio, se festejará en el mes de mayo. La Semana Santa va y viene entre marzo y abril por culpa de la luna. Ya desde el Concilio de Nicea, en el año 325, la Iglesia decidió que la Pascua de Resurrección –entonces solo era un día- se celebrase el domingo después de la primera luna llena de primavera. Los judíos se rigen por el calendario lunar y, la Iglesia, queriendo celebrarla el mismo día de la resurrección de Jesucristo, fijó que se celebrase el domingo después del equinoccio de primavera y que se debe calcular empleando la luna llena astronómica, por lo que no será antes del 22 de marzo ni después del 25 de abril.



Ese es el motivo de lo que nos ocupa, aunque al celebrarse San Marcos el día 25 de Abril y trasladarse la feria al fin de semana siguiente, tampoco es tan difícil que se festejen en mayo. Al igual que lo otra Feria de Abril, la de Sevilla, en la que nos miramos, también, este año, se celebra en mayo. Sea como sea, lo cierto es que este año se cumplen los cincuenta años de las Ferias de San Marcos en Talayuela.



En el Diccionario Geográfico Popular de Gabriel Maria Vergara Martín, de 1923, se dice de esta fiesta: “Vente conmigo, morena/ a la feria de San Marcos/ y verás aquel torito/ arrodillado ante el Santo. Esta feria se celebra en un monte de la propiedad del Marques de Miravel, situado en el término de Talayuela, partido judicial de Navalmoral de la Mata, y es una de las ferias más concurridas desde muy antiguo en toda aquella comarca. En el monte llamado de San Benito está el palacio del marqués, y hay una ermita dedicada a san Marcos, cuya efigie se venera”



El día 25 de abril DE 1.961, aparece el siguiente anuncio en el ABC: Debidamente autorizado por la Superioridad. Se celebrará en esta localidad, por primera vez en el año actual, la tradicional feria de ganados denominada de “San Marcos” y la que hasta ahora se celebraba en la finca del mismo nombre de este término municipal. Se cuenta con abundantes pastos, abrevaderos, etc y no se cobrara impuesto de clase alguna. Talayuela 25 de Abril de 1961.



Cincuenta años han pasado ya desde que el alcalde y el marques se reunieran y consensuaran el uno darnos la fiesta y el otro acogerla en representación del Municipio, cuando tantos otros Municipios se la disputaban al Marques. De los dos queda en Talayuela una calle, una al marques de Mirabel y otra al Alcalde Gonzalo Encabo, como gratitud a aquel gesto de generosidad por ambas partes. Después de cincuenta años de ferias y fiestas de Talayuela, ambos dos se merecen el reconocimiento de Municipio o si, tal vez se entiende que, con una calle para ambos, queda saldado ese gesto de generosidad, no se hable más.


Pero con la fiesta de San Marcos, en realidad un poco antes, vino un empujón fuerte al desarrollo del Talayuela. Es como si una transformación y otra hubieran ido andando por el mismo camino y de la mano. Se nos dieron unas famosas Ferias de San Marcos y Talayuela la convirtió en las bulliciosas Fiestas de San Marcos. A las Ferias de San Marcos las acogió un pueblo pequeño y con las Fiestas se desarrolló un pueblo que capaz de acoger en su seno a multitud de personas venidas de fuera que ya son tan de Talayuela como el que más. Talayuela presenta una cara poliédrica que para ser entendida ahora debe ser mirada en sus múltiples variables.


Al terminar de escribir estas letras ya han pasado las FERIAS DE LOS CINCUENTA AÑOS y, al igual que la Nochebuena que se va, nosotros nos iremos y no volveremos mas a celebrar otro numero tan redondo de estas Fiestas de San Marcos en Talayuela.

domingo, 24 de abril de 2011

LA PROCESION DEL ENCUENTRO EN PLASENCIA

He participado, por primera vez, como espectador privilegiado, en la procesión del Encuentro, de La Hermandad de la Pasión. Ha sido una procesión como es la vida misma: siempre termina siendo más corta de lo que parece.



Ha tenido momentos emocionantes, sublimes, bellos en su plástica, de esfuerzo, sudor, cera, incienso, ritmo, y, ha sido, sobretodo, la procesión de las miradas. No había persona, en todo el recorrido, que no se santiguara o dirigiese su mirada al Señor de la Pasión o a la Virgen del Rosario. En algunos ojos se veía explicita la suplica a las Imágenes; en otros, por pertenecer a la intimidad de las personas y no sabremos nunca que les decían con la mirada y, también, muchas miradas se humedecían por la neblina de las lágrimas que producía la emoción al contemplarlas en sus Tronos.


Por motivo estrictamente religioso o por la belleza misma de la plástica que llevaban no ha dejado a nadie indiferente: la música, el incienso, los cofrades, el movimientos del palio, las zapatillas de las costaleras moviéndose al mismo son, las calles de nuestra ciudad, las torres de las iglesias, las Imágenes acercándose en el Encuentro o alejándose al rito que marcaba la música de las bandas...han creado, en mi opinión, momentos sublimes de belleza que nos han acercado, a muchos, a la belleza que es Dios mismo.



Las dedicatorias de la levantá del trono de la Virgen que hacia el encargado del paso nos llenaba el corazón y se hacia necesario el aplauso para liberarle. ¡Por el padre enfermo de alguien que nos acompaña! ¡Por la mujer de tal que ha tenido un aborto natura! ¡Por la mujer que ha vuelto con su esposo! ¡Por la madre de tal que lleva el trono! ¡Por los costaleros que llevan el trono de Jesús de la Pasión! ¡Por los que no tienen trabajo y lo pasan mal! ¡¡¡ que la Virgen del Rosario les guarde y les ayude!!!. ¡¡¡ A este!!! Sonaba un golpe que unía el esfuerzo de las costaleras y la Virgen subía al Cielo mismo y, allí, se llevaba los corazones de todos.



Y la entrada de los Pasos en el templo haciendo muralla el Palacio del Marqués de Mirabel, el templo de Santo Domingo, la entrada del Parador, el azahar de los naranjos y aquel mar de cabezas, manos y nubes de incienso sobre el que andaban las Imágenes como Jesús en el mar de Galilea, era sobrecogedor. No parecía sino que las mismas imágenes reían ante la alegría del aquel Encuentro.



Después, ya dentro del templo, con las imágenes en su lugar, todo eran abrazos de Pasion de Hermandad, felicitaciones y aplausos de unos a otros y el volverse al salir por el templo para volver a mirar los rostros sonrientes de Jesús de la Pasión y de la Virgen del Rosario, que no parecían decir a todos quienes les volvían a mirar: ahora somos Nosotros quienes velaremos y te mirándote a ti, en medio de los trabajos de tu vida diaria.

domingo, 17 de abril de 2011

PREGON DE SEMANA SANTA ( II )

El cofrade sabe que en su porte y en lo que porta con su procesión lleva una catequesis que ofrece a quien quiera mirar. El cofrade se esfuerza en mostrar lo que ha celebrado en la liturgia. El cofrade sabe que en el Paso que procesiona sobre sus hombros lleva la vida misma de esta sociedad tan rabiosamente actual. Las procesiones no son un recuerdo del pasado oscuro de los tiempos sino que en sus Imágenes están los rostros de todos los que hoy son condenados injustamente, de las traiciones, de las negaciones, de los besos sin sentimientos, de las cruces de la vida, de los discípulos que siguen al Maestro, de las Verónicas que ayudan, de las Madres que sostienen, a veces solo con la mirada y la presencia, el sufrimiento de los hijos, de la Caída de una forma de vida que la angustia del Paro ya se llevó para siempre...

El Via Crucis no está solo en Jerusalén. Hay muchos viacrucis en cualquier parte del mundo. El Nazareno y la Dolorosa los recorren todos y nosotros los debemos conocer.

La redondez de plata de la primera luna llena de primavera ilumina la entrada del Nazareno y la Dolorosa en la iglesia de San Martín. El recorrido ha sido largo y hay que descansar. El peso de nuestras cruces les han puesto el rostro más nacarado a la Virgen por la pena y al Nazareno más oscuro por la muerte que avanza inexorable por su cuerpo. Aun queda esperar toda la madruga del Viernes Santo:

Pastor que con tus silbos amorosos

me despertaste del profundo sueño,

Tú que hiciste cayado de ese leño,

en que tiendes los brazos poderosos,



vuelve los ojos a mi fe piadosos,

pues te confieso por mi amor y dueño,

y la palabra de seguirte empeño,

tus dulces silbos y tus pies hermosos.


Oye, pastor, pues por amores mueres,

no te espante el rigor de mis pecados,

pues tan amigo de rendidos eres.


Espera, pues, y escucha mis cuidados,

pero ¿cómo te digo que me esperes,

si estás para esperar los pies clavados?


Amanece Viernes Santo en Talayuela. La Iglesia de San Martín se convierte en la antesala del cielo. Es la sala de audiencias de Dios: el lugar donde Dios recibe... Durante toda la mañana es un ir y venir de personas a este tempo. Todos los pasos están allí expuestos sobre sus andas. No puede haber mayor concentración de dolor en una sola casa. Todos sabemos como suena y qué dice la estación del vía crucis que vamos a escuchar ahora.....

Viernes Santo en Talayuela, nueve y medio en el reloj de la Torre. La primera luna llena de primavera nos vigila desde el cielo. Sale la Cruz de guía del Santo Sepulcro y llenan la plaza filas de los Hermanos cofrades vestido de negro. ¡¡¡se puede vestir otro color esta noche!!! En la plaza la multitud expectante espera la salida del Santo Entierro por el arco del templo de San Martín. El silencio en la plaza es de entierro total y solo se oye la voz del capataz dirigiendose a los costaleros:

¡¡¡Un poquito más¡¡¡ ¡¡¡quietos¡¡¡ ¡¡quietos¡¡¡ ¡¡un paso al frente, con mucho cuidado¡¡¡ ¡¡¡ paso de escalera¡¡¡ ¡¡¡paso sencillo¡¡¡ ¡¡¡ahora¡¡¡¡¡arriba¡¡¡. ¡¡¡ arriba¡¡¡ ¡¡¡a la gloria con el paso!!!. Este arriba del capataz...; este arriba que sobrecoge y desgarra...; este arriba que pone de rodillas los corazones..., es un arriba nosotros y es un arriba Talayuela. ¡¡¡a la gloria con el paso!!! Y el Santo Sepulcro queda suspendido entre el cielo y el suelo, en los brazos de los costaleros, y la multitud expresa su congoja en un prolongado aplauso.

Es Viernes Santo y la luna llena se mira en el infinito y éste, como si fuera un espejo, le devuelve sus tonos de plata para que desfile iluminados por ellos la cofradía del SANTO SEPULCRO. La procesión, según la entiende Talayuela comienza su paso lento y la multitud apiñada en la plaza, mira al sepulcro del Cristo muerto, verdosas sus carnes por la muerte.

La belleza de estos pasos de Semana Santa inundan nuestras calles de Talayuela y nos hacen acercarnos a la SUMA BELLEZA QUE ES DIOS MISMO.

Referido a si el cuerpo desfigurado de Cristo expresa la belleza de Dios, tomo prestadas estas palabras al entonces cardenal Ratzinger, hoy el papa Benedicto XVI, que dicen:

“…Quien cree en Dios, en el Dios que se ha revelado precisamente en la apariencia desfigurada del Crucificado por amar «hasta el extremo» (Jn 13,1), sabe que la belleza es la verdad y que la verdad es la belleza, pero en el Cristo sufriente también aprende que la belleza de la verdad contiene la ofensa, el dolor e incluso el oscuro misterio de la muerte, y que esto sólo puede ser encontrado cuando se acepta el sufrimiento, no cuando se le ignora…”

El papa está insistiendo mucho en que la belleza es un camino para llegar a Dios. Que la Iglesia debe expresar la belleza de Dios mismo en las celebraciones. Estas palabra del papa anima a los cristianaos a no banalizar nuestras celebraciones, a hacerlas bellas, a mostrar toda la belleza de sus gestos, sus cantos, su incienso, su silencio... La belleza de la liturgia no es una carga para los sacerdotes es un derecho de la comunidad a la que sirven, para que se le celebren con toda su belleza y esplendor sus celebraciones. Banalizar nuestras celebraciones es impedir el paso a la fe de los no creyentes.

Conocemos la conversión de Paul Claudel en la catedral de Notre-Dame aquella Navidad de 1886. Le deslumbró aquella Eucaristía en la que la música, la Palabra, el incienso, el adorno del templo...lee hicieron comprender que el Dios personal que le había salido al encuentro en aquella eucaristía era además, la Suma Belleza. Y se convirtió al catolicismo. Ediht Stein, judia, profesora alemana de Fenomenológica, entro a la catedral de Berlin y al ver a unas mujercitas arrodilladas ante el Sagrario pensó que algo importante debería haber allí por lo ensimismadas que estaban las mujeres. Descubrió que Dios era la Verdad y La Belleza. Se convirtió al catolicismo, se hizo monja carmelita y murió en Auswisch

El Papa nos anima a ir al encuentro con Dios a través de la belleza y belleza hay en el paso del Santo sepulcro. La Cofradía del Santo Sepulcro comienza su procesión llevando en hombros a Cristo muerto en su paso de Semana Santa...

Duermes, Señor, el sueño de la muerte,

tus ojos son luceros ya velados,

tus manos son dos lirios desmayados

es lívido clavel tu boca inerte.


¿Quién no se mueve a compasión al verte

si claman compasión tus pies llagados,

tus cabellos que en sangre están bañados,

tu rostro cuya palidez se advierte?


Es tal la majestad de tu figura,

impone tal respeto tu reposo,

que ante ti se anonada toda criatura,

y el alma se rompe y enternece.

Para quien te contempla fervoroso

no eres sólo un prodigio de escultura,

sino de fe y dolor símbolo hermoso.

Detrás del hijo muerto siempre va la Madre en su misterio de la Soledad. Reconozco que siento una especial predilección por esta imagen de la Virgen de la Soledad. Quizás sea porque en este entorno de Vía Crucis, esta imagen representa el protagonismo piadosamente activo de las mujeres. Hagamos un breve repaso: Los apóstoles Santiago, Pedro y Juan, se duermen en Getsemaní, ajenos al drama que esta sufriendo un hombre en el Huerto de los Olivos. Cuando apresaron a Jesús los discípulos lo abandonaron. Cuando Jesús estaba siendo interrogado, Pedro le negó tres veces. El Cirineo le ayudó a llevar la Cruz, porque le obligaron y lo hizo de mala gana. Cuando le crucificaron no había ningún discípulo con él, mas que San Juan. Sin embargo las mujeres tienen un papel mas activo que los hombres. La Verónica rompe el cerco de soldados y se acerca a Jesús para limpiarle el rostro. Su Madre y otras mujeres le seguían de cerca. Unas mujeres de Jerusalén lloran por él. En la cruz estaba su Madre, la hermana de su madre, Maria la de Cleofás y María la Magdalena. Las mujeres tienen ese instinto de saber donde se encuentra la verdad y la belleza, son más compasivas que nosotros los hombres.

Traspasa el arco de la puerta del Templo de San Martín la Soledad. De negro el manto, las siete espadas traspasando un corazón de plata, como signo visible de su inmensa soledad y dolor y en sus manos el sudario y un rosario, signo del sudor de la angustia y el rosario signo de la oración ofrecida al Padre. Se asoma a la multitud que la espera en la plaza, aquí no hay aplausos, hay silencio emocionado, silencio de solidaridad entre mujeres. Nada hay comparable en los misterios del dolor que el sufrimiento de una madre que ve morir a su hijo. No hay mayor desgarro, mayor rompimiento de las entraña de un ser, que el que siente la madre al ver morir a su hijo. Por esa pena Hondo Mar, que lleva la Virgen solo es procesionada por mujeres que comparten y entienden su dolor. Llevada por las mujeres del pueblo, solidarias con el dolor de una mujer más, encerrada en el misterio más doloroso de ver morir a su hijo, de ver morir a un hijo, comienza la procesión de Viernes Santo...; ese cortejo de dolor que cierra la Virgen de la Soledad. No se puede mostrar más dolor junto en una sola noche: pasión y compasión caminan unidas por las calles de Talayuela...

Dame tu mano, María, la de las tocas moradas; clávame tus siete espadas en esta carne baldía. Quiero ir contigo en la impía tarde negra y amarilla. Aquí, en mi torpe mejilla, quiero ver si se retrata esa lividez de plata, esa lágrima que brilla.

Déjame que te restañe ese llanto cristalino y a la vera del camino permite que te acompaña. Deja que en lágrimas bañe la orla negra de tu manto a los pies del árbol santo, donde tu fruto se mustia. Capitana de la angustia: no quiero que sufras tanto.

Qué lejos, Madre, la cuna y tus gozos de Belén: "No, mi Niño, no. No hay quien de mis brazos te desuna". Y rayos tibios de luna, entre las pajas de miel, le acariciaban la piel sin despertarle. ¡Qué larga es la distancia y qué amarga de Jesús muerto a Emmanuel!

¿Dónde está ya el mediodía luminoso en que Gabriel, desde el marco del dintel, te saludó: "Ave, María"? Virgen ya de la agonía, tu Hijo es el que cruza ahí. Déjame hacer junto a ti ese augusto itinerario. Para ir al monte Calvario, cítame en Getsemaní.

A ti, doncella graciosa, hoy maestra de dolores, playa de los pecadores, nido en que el alma reposa, a ti ofrezco, pulcra rosa, las jornadas de esta vía. A ti, Madre, a quien quería cumplir mi humilde promesa. A ti, celestial princesa, Virgen sagrada María. La procesión sale de la Plaza Real, se encamina por las calles y la Virgen de la Soledad continúa viendo el desfile de Viernes Santo: Pasos, cirios, caras, admiración por tanta belleza, dolor por tanta pena junta… y el pueblo que canta, que mira y admira, y asimila lo que ve, se santigua; mientras el turista distraído pone flash en su digital y el resplandor le es devuelto de la Imagen a él y queda no sabiendo que hacer ante las miradas de falta de respeto que le muestran los de Talayuela.

¡Ya estas en la calle!, ya la luna de abril le da brillo en el tono violeta de las ojeras; la comisura de los labios y el entrecejo se vuelven mas malvas con esa luz. Ya estas en la calle llenándola con tu soledad, y ahora, a recorrerlas todas, a gritar el consuelo de tu pena. La luz de la luna en la calle los Granados y la de los cirios que llevan los cofrades y el pueblo hacen más hermoso el rostro de La Soledad. Cuando se procesiona el Santo Sepulcro cada uno de los que vamos detrás entiende bien a la Virgen en el misterio de su soledad. Casi todos nosotros hemos hecho alguna vez esa misma procesión que hace la Virgen. Casi todos nosotros hemos ido detrás del coche fúnebre que llevaba el cadáver de algún familiar nuestro al cementerio. Cada uno sabemos la terrible soledad que se lleva por muy acompañados que vayamos. Cada uno de nosotros, al mirar el féretro que se lleva el coche, sentimos un dolor inmenso, que nos parte por dentro, por no poder dar vida a ese cuerpo que enterramos. ¡¡¡Como no entender a la Virgen de la Soledad y acompañarla en esta procesión¡¡¡.

Al terminar la procesión la Virgen de la Soledad no puede entrar en el templo dando la espalda a quienes la han seguido este Viernes Santo. Se ha de girar la imagen para que diga adiós a todos en la Plaza Real; para mirarles por última vez y agradecerles su gesto de acompañarla con su hijo muerto, como hacen las mujeres de nuestro pueblo.

Y al ver entrar en el templo a su Virgen de la Soledad, que mirando a su pueblo entra en el templo, su mirada se les clava en los ojos de los reunidos en la Plaza y ellos les dicen a coro lastimero en su corazón

Cómo vuelves Señora, trasnochada, traspasada con rayos de la luna. Entra en casa y olvida tu amargura, Talayuela a tu manto va agarrada El Sábado Santo es día de silencio roto por los jóvenes que van a por ramas al campo para hacer el arco del Encuentro. La tarde ya anuncia olores de pascua que se mezclan con los olores de las escobas floridas que traen los jóvenes. Hay que poner un arco para celebrar un Encuentro de un hijo con su madre.

De esta experiencia del encuentro de un Hijo Resucitado con su madre nosotros no hemos participado aun. Pero mira que hemos soñado esa posibilidad de encontrarnos con nuestra madre aunque hace años que muriera. Algún día lo haremos. Pero mientras tanto nos parece que la vamos a encontrar al doblar cualquier esquina de las calles de nuestro pueblo; aún seguimos oyendo sus pasos en las casas que vivimos; si alguna persona nos llama nos giramos con el ansia de que sea ella quien nos llama; a veces, a lo lejos, nos parece que la vemos venir a nuestro encuentro y siempre esta presente en nuestra mente como una ausencia constante que casi nos hace daño. Por eso nos alegra celebrar la procesión del Encuentro de la Virgen con su Hijo resucitado porque de alguna manera estamos adelantando nuestro encuentro con nuestra propia madre.

El Sábado Santo lo llena la Vigilia Pascual. La Madre de todas las Vigilias. En ella se narra de donde venimos, donde estamos y a donde vamos. En la Vigilia Pascual se celebra la eucaristía que se ha dejado en la Iglesia Universal de celebrar el Viernes y Sábado Santo, para celebrar solemnemente la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. El canto, el incienso, la música, la Palabra proclamada, el agua bendecida, la luz de la velas, el Cirio Pascual, el marco de la liturgia... crean tal cantidad de sentimientos que el creyente se introduce en el misterio mismo de Dios y, se vuelve actual para nosotros, la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Suenan las campanas en el gloria de la misa anunciando que en el altar de la parroquia de Talayuela se está celebrando la Resurrección de Cristo.

En otros tiempos, del agua bendecida en la Vigilia que hace referencia al Bautismo, se llevaba a las casas para bendecirlas también y que participaran de la bendición que es la resurrección de Jesucristo que hace nuevas todas las cosas. ...

Por calles de Talayuela, las mujeres van cantando, portando sus manos velas la Virgen con negro manto

La Virgen lleva en sus manos el sudario puro y blanco. Le van rezando el rosario por las calles caminando.

Cuando las luces del alba, Talayuela despertando, los hombres portan a Cristo, no muerto: ¡Resucitado!

Con banderín de victoria, la negra losa pisando, de la muerte acusatoria Cristo nos ha liberado.

¡Un susurro de canciones, que mujeres van cantando! por las bocacalles viene: ¡aligeremos el paso!

El aire huele a tomillo a retamas de escobazos la Virgen pronto a su Hijo lo vera Resucitado.

Junto aquel arco adornado Ya suenan las esquilitas ¡Echad a corred mujeres! traed la Virgen Bendita.

Tres veces se arrodillaron La madre al Hijo venera El Hijo la toma en brazos con dulzura la serena.

En medio de esta Plazuela alegran cantas las mozas pues encontró en Talayuela el Hijo a su Madre amorosa.

Y en aquel balcón del cielo, que adornaron con romero, echan palomas al vuelo las mujeres con San Pedro.

Se dicen unas a otras: ¡Ha merecido la pena! Ser las madres de estos hijos que viven en Talayuela.

El amanecer del Domingo de Resurrección trae la procesión del Encuentro, trae el aire olor a tomillo y hierba florecida, trae recuerdos de encuentros emocionados entre una Madre y su Hijo. Las luces del alba convocan a hombres y mujeres que han de portar al Resucitado por unas calles y a la soledad, las mujeres, por otras distintas y que se han de encontrar en el arco que los mozos han preparado el día antes. Ahora los teléfonos móviles suplen avisos y llamadas para que las dos imágenes lleguen a tiempo al encontrarse bajo el arco.

YA SUENAN LAS ESQUILITAS VUESTRO HIJO YA ESTÁ AQUÍ....

Y la alegría de la Pascua durará cincuenta días. La alegría de la Resurrección del Señor. La alegría de que ya nunca estaremos solos. La alegría de saber que si estamos pasando por un Viernes Santo pronto llegara el Domingo de Resurrección.


Muchas gracias a todos.

domingo, 10 de abril de 2011

PREGON DE SEMANA SANTA DE 2.011 EN TALAYUELA. Sr. Cura párroco de la parroquia de San Martín de Talayuela, Rvdo D Pedro Alfonso. Sr Alcalde del Exmo Ayuntamiento de Talayuela. D. Francisco Javier Moreno, presidente del consejo de cofradías. Sras presidentas de las Cofradías, hermanos cofrades. Doña Trinidad Gómez que me va a ayudar leyendo poemas, coro parroquial, amigos y paisanos todos. Nada de lo que hago en mi trabajo en la Diócesis, de las distintas personas e Instituciones con las que me relaciono en razón de mi trabajo diocesano, nada, me es más gratificante que el de decir: yo soy de Talayuela. Lo digo en cualquier lado y a cualquier persona, pero lo mas gratificante para mi...es decirlo entre vosotros porque se que al decirlo crea un lazo de hermandad y de familia: también yo, soy de Talayuela. Se que a este pueblo le debo todo lo que soy, a mi familia, a sus gentes, a su paisaje. Con mucho de los que estáis aquí esta noche hemos vivido juntos la transformación de Talayuela y con todos vosotros comparto las aspiraciones de este pueblo, sus temores y sus esperanzas. Por eso, en primer lugar, quiero mostrar mi profundo agradecimiento, a las personas que organizan este acto, por invitarme a ser el pregonero de esta Semana Santa y de sus procesiones. Procesiones que queremos, respetamos y trabajamos por que cada día sean mejores. Las procesiones de Semana Santa existen primero, por que Dios quiere, y después, por el esfuerzo de tantos presidentes de las distintas cofradías y por el esfuerzo de tantos cofrades que se empeñan, año tras años, en que salgan mejor. Quiero rendir un primer homenaje a todos los presidentes anteriores que ya no están con nosotros, a los cofrades de las distintas cofradías que ya murieron, pero seguro que estos días,... permítaseme la expresión...estos días... alquilan un balcón en el cielo, para sentarse y mirar las procesiones de Semana Santa de su querido Talayuela. A todas ellas, a las que nombro en este poema y a las que no, pero que mantuvieron las procesiones en años difíciles, con profundo respeto, les dedico este primer poema que escribí pensando en todos ellos:
¡Silencio! ¡Mucho silencio!

este acto así lo exige.

Yo lo pido y recomiendo

porque la boca me ríe,

cuando contemplo la suerte

de ver lo que ven mis ojos:

¡se encuentran vivas, no inerte,

con pañuelos blanco y rojo


Esta noche, unas cuantas

mujeres de Talayuela,

Jueves Santo, noche santa,

del cielo, en una plazuela,

platicaron con San Pedro

y alquilaron un balcon

que adornaron con romero

Severa, Emiliana y Chon.


Corriendo fueron llamando:

¡las que sois de Talayuela¡

¡Venid pronto caminando

Que del pueblo, la plazuela,

ya se ha llenado de gentes,

que alegres están llorando.

Rezando piadosamente,

y a la procesión mirando.


Pero..., ¿no miras, allí?, Rosa,

¡Como sale el Nazareno!

lleva mirada piadosa,

sus pies color macareno.

La Virgen, siempre Dolorosa,

bajo palio azul, sereno.

Ovidia y Fili, presurosas

empiezan a echar romero.


America va señalando,

La salida el Santo Entierro

Y con pañuelos aclamando

dan ¡Vivas! al costalero.

San Pedro implora silencio:

¡Que aquesto es el Santo Cielo!

¡San Pedro! ¿Que feo te pones?

Práxedes le dice riendo.


Ya Gloria Mesa se levanta:

Callad, ahora todas, callad.

Que no hay mejor alabanza

que el canto a la Soledad.

Oid, mujeres, como cantan,

al ver nuestra Virgen pasar:

lleva espadas color plata

su cara es pena, Hondo Mar.




El acto de hoy, el pregonar la Semana Santa de Talayuela, es convertirme, por un momento en el recordado Tío Floro, el pregonero, que todos hemos conocido, y decir por las esquinas de todas las calles y bocacalles de Talayuela, como hacía él con aquella trompeta, que al oír su sonido todos prestábamos atención expectante a lo que iba a decir, ...y poder decir yo con él, esta noche: ...por orden, de la autoridad competente, se hace saber... que la Semana Santa esta cerca.


La Semana Santa es la Semana Grande porque esta llena de los grandes sentimientos y actitudes de las personas. Es la Semana de Pasión, de compasión, de traición, de ternura, de cobardía, de silencio, de bullicio, de miradas, de seguimiento, de arrepentimientos, de la alegría del reencuentro, de volver a empezar perdonados y renovados.... Es la Semana donde todos los sentimientos y sus actitudes son reflexionados, son celebrados en la Eucaristía, son sacados al exterior de nosotros mismos y son procesionados en los Pasos de las procesiones de nuestra Semana Santa. Las procesiones no tendrían sentido sin la Eucaristía.


Para un creyente, para un seguidor de Jesús el Nazareno, lo más importante sucede siempre en la Eucaristía. Allí todo se hace actual, se renueva el amor entregado, se acoge la presencia de Dios. El canto, el incienso, la música, la Palabra, el adorno del templo en la Eucaristía, crean tal cantidad de sentimientos que el creyente se introduce en el misterio y en el espacio mismo de Dios.


Después de la celebración, cada noche de Jueves Santo, se abren la puerta del templo de San Martín y aparece la cruz de guía de las cofradías de Talayuela. Comienza la procesión su paso lento, los cofrades penitentes con sus capuchas y en las manos el cirio de cera encendido, el silencio cofrade y la música que hace mover el palio de la Virgen y dirige a ella la mirada de los espectadores. A la belleza de las calles de de Talayuela se unirá la belleza que el artista ha dado a las imágenes. Desde la esquina de cualquier calle podremos observar al Nazareno, eternamente con su cruz a cuesta; la Virgen dolorosa, con sus manos cruzadas sujetando la pena de su pecho, mientras mira al cielo pidiendo la ayuda al Padre Eterno, el Paso del Santo Sepulcro, verdosas sus carnes por la muerte que ya ha padecido y La Virgen de la Soledad con su pena Hondo mar.


Jueves Santo en Talayuela. Nueve y media en el reloj de la torre y, a toque de campana, sale la cruz de guía de la cofradía del Nazareno. Se hacen filas de cofrades en la plaza, la multitud silenciosa se arremolina y se empina esperando la salida del Paso. Aparece el Nazareno en el arco de la puerta del templo de San Martín. Lleva hábito de su color, los pies descalzos, la cruz a cuesta, agarrada con sus manos de Varón de Dolores, y los ojos vidriosos por el dolor. Las miradas de las personas que están en la plaza buscan la mirada del Nazareno. Una tradición dice que quien le sostenga la mirada al Nazareno cuando sale de San Martín le devolverá la luz a sus ojos y, si no fuera así, siempre, le dará la luz de la fe.


Ya esta en la Calle el Nazareno, ahora toca recorrerlas todas y cargar sobre sus hombres las cruces de cada uno de nosotros. Pongamos en esa cruz nuestras miserias pues es Nuestro Jesús Nazareno, eternamente con su cruz a cuesta, por que esa cruz, son los pecados de todos nosotros:



Señor, quisiera ser tu cireneo,

cargar sobre mis hombros tu suplicio,

trocar el Gran Pecado en sacrificio;

limpiar mi ardiente fe con mi deseo.



Señor, quisiera ser “aquel pañuelo”,

secar tu faz sangrante, dolorida,

trocar tu sufrimiento por mi vida;

limpiar mi ardiente fe, mi eterno vuelo.


¡Permíteme, Señor, en tu calvario,

posar en mis abrazos tu agonía,

hilar con penitencia tu sudario!



¡Permíteme, Señor, como a María,

llorar sobre tu pecho mis dolores,

salvar de humana culpa el alma mía!



Pero el Nazareno no va solo. Un hijo no puede ir sin su madre. ¡Que sería de nosotros sin nuestra madre¡ En cuanto el Nazareno enfila la calle de Miguel Coriscos aparece en la puerta del templo de San Martín La Dolorosa, bajo palio...Su Madre y nuestra madre. Detrás del hijo que sufre siempre hay una madre que le sigue sufriendo por el. La Virgen Dolorosa no busca las miradas de las mujeres que la esperan en la plaza para verla salir de la iglesia. La Virgen Dolorosa siente las miradas de dolor de todas las madres que sufren y con la suya, las dirige al cielo, con las manos apretadas, de donde solo puede venir la ayuda a tanto dolor. Sale del templo de San Martín y procesionada entre tanta gente reunida en la plaza para verla pasar... solo tiene una suplica que dirige a todas las mujeres que la miran:



¡Ay dolor, dolor, dolor,

por mi Hijo y mi Señor!


Yo soy aquella María

del linaje de David:¡

Oíd, hermanos, oíd

la gran desventura mía!


A mí me dijo Gabriel

que el Señor era conmigo,

y mi dejó sin abrigo

más amarga que la hiel.

Díjome que era bendita

entre todas las nacidas,

y soy de las doloridas

la más triste y afligida.


Decid, hombres que corréis

por la vida mundanal,

decidme si visto habéis

igual dolor que mi mal.

Y vosotras que tenéis

padres, hijos y maridos,

ayudadme con gemidos,

si es que mejor no podéis.


Llore conmigo la gente,

alegres y atribulados,

por lavar cuyos pecados

mataron al Inocente.

¡Mataron a mi Señor,

mi Redentor verdadero!

¡Cuitada!, ¿Cómo no muero

con tan extremo dolor?


Señora, santa María,

déjame llorar contigo,

pues muere mi Dios y mi amigo,

y muerta está mi alegría.

Y, pues os dejan sin Hijo,

dejadme ser hijo vuestro.¡

Tendréis mucho más que amar,

aunque os amen mucho menos!



Ya están en la calles de Talayuela el Nazareno y la Dolorosa. Ahora a recorrerlas todas, a mirar por las ventanas y las puertas entreabiertas los ojos que miran el paso de los Pasos. Ahora el Nazareno y la Dolorosa van recogiendo todas las cruces y los dolores que queramos poner sobre ellos... el que no carga con su cruz y me sigue no es digno de mi...pero la multitud de talayuelanos vamos detrás de los pasos de Semana Santa, vamos acompañando y recogiendo todo el amor que desprenden El Nazareno y la Dolorosa.