domingo, 17 de abril de 2011

PREGON DE SEMANA SANTA ( II )

El cofrade sabe que en su porte y en lo que porta con su procesión lleva una catequesis que ofrece a quien quiera mirar. El cofrade se esfuerza en mostrar lo que ha celebrado en la liturgia. El cofrade sabe que en el Paso que procesiona sobre sus hombros lleva la vida misma de esta sociedad tan rabiosamente actual. Las procesiones no son un recuerdo del pasado oscuro de los tiempos sino que en sus Imágenes están los rostros de todos los que hoy son condenados injustamente, de las traiciones, de las negaciones, de los besos sin sentimientos, de las cruces de la vida, de los discípulos que siguen al Maestro, de las Verónicas que ayudan, de las Madres que sostienen, a veces solo con la mirada y la presencia, el sufrimiento de los hijos, de la Caída de una forma de vida que la angustia del Paro ya se llevó para siempre...

El Via Crucis no está solo en Jerusalén. Hay muchos viacrucis en cualquier parte del mundo. El Nazareno y la Dolorosa los recorren todos y nosotros los debemos conocer.

La redondez de plata de la primera luna llena de primavera ilumina la entrada del Nazareno y la Dolorosa en la iglesia de San Martín. El recorrido ha sido largo y hay que descansar. El peso de nuestras cruces les han puesto el rostro más nacarado a la Virgen por la pena y al Nazareno más oscuro por la muerte que avanza inexorable por su cuerpo. Aun queda esperar toda la madruga del Viernes Santo:

Pastor que con tus silbos amorosos

me despertaste del profundo sueño,

Tú que hiciste cayado de ese leño,

en que tiendes los brazos poderosos,



vuelve los ojos a mi fe piadosos,

pues te confieso por mi amor y dueño,

y la palabra de seguirte empeño,

tus dulces silbos y tus pies hermosos.


Oye, pastor, pues por amores mueres,

no te espante el rigor de mis pecados,

pues tan amigo de rendidos eres.


Espera, pues, y escucha mis cuidados,

pero ¿cómo te digo que me esperes,

si estás para esperar los pies clavados?


Amanece Viernes Santo en Talayuela. La Iglesia de San Martín se convierte en la antesala del cielo. Es la sala de audiencias de Dios: el lugar donde Dios recibe... Durante toda la mañana es un ir y venir de personas a este tempo. Todos los pasos están allí expuestos sobre sus andas. No puede haber mayor concentración de dolor en una sola casa. Todos sabemos como suena y qué dice la estación del vía crucis que vamos a escuchar ahora.....

Viernes Santo en Talayuela, nueve y medio en el reloj de la Torre. La primera luna llena de primavera nos vigila desde el cielo. Sale la Cruz de guía del Santo Sepulcro y llenan la plaza filas de los Hermanos cofrades vestido de negro. ¡¡¡se puede vestir otro color esta noche!!! En la plaza la multitud expectante espera la salida del Santo Entierro por el arco del templo de San Martín. El silencio en la plaza es de entierro total y solo se oye la voz del capataz dirigiendose a los costaleros:

¡¡¡Un poquito más¡¡¡ ¡¡¡quietos¡¡¡ ¡¡quietos¡¡¡ ¡¡un paso al frente, con mucho cuidado¡¡¡ ¡¡¡ paso de escalera¡¡¡ ¡¡¡paso sencillo¡¡¡ ¡¡¡ahora¡¡¡¡¡arriba¡¡¡. ¡¡¡ arriba¡¡¡ ¡¡¡a la gloria con el paso!!!. Este arriba del capataz...; este arriba que sobrecoge y desgarra...; este arriba que pone de rodillas los corazones..., es un arriba nosotros y es un arriba Talayuela. ¡¡¡a la gloria con el paso!!! Y el Santo Sepulcro queda suspendido entre el cielo y el suelo, en los brazos de los costaleros, y la multitud expresa su congoja en un prolongado aplauso.

Es Viernes Santo y la luna llena se mira en el infinito y éste, como si fuera un espejo, le devuelve sus tonos de plata para que desfile iluminados por ellos la cofradía del SANTO SEPULCRO. La procesión, según la entiende Talayuela comienza su paso lento y la multitud apiñada en la plaza, mira al sepulcro del Cristo muerto, verdosas sus carnes por la muerte.

La belleza de estos pasos de Semana Santa inundan nuestras calles de Talayuela y nos hacen acercarnos a la SUMA BELLEZA QUE ES DIOS MISMO.

Referido a si el cuerpo desfigurado de Cristo expresa la belleza de Dios, tomo prestadas estas palabras al entonces cardenal Ratzinger, hoy el papa Benedicto XVI, que dicen:

“…Quien cree en Dios, en el Dios que se ha revelado precisamente en la apariencia desfigurada del Crucificado por amar «hasta el extremo» (Jn 13,1), sabe que la belleza es la verdad y que la verdad es la belleza, pero en el Cristo sufriente también aprende que la belleza de la verdad contiene la ofensa, el dolor e incluso el oscuro misterio de la muerte, y que esto sólo puede ser encontrado cuando se acepta el sufrimiento, no cuando se le ignora…”

El papa está insistiendo mucho en que la belleza es un camino para llegar a Dios. Que la Iglesia debe expresar la belleza de Dios mismo en las celebraciones. Estas palabra del papa anima a los cristianaos a no banalizar nuestras celebraciones, a hacerlas bellas, a mostrar toda la belleza de sus gestos, sus cantos, su incienso, su silencio... La belleza de la liturgia no es una carga para los sacerdotes es un derecho de la comunidad a la que sirven, para que se le celebren con toda su belleza y esplendor sus celebraciones. Banalizar nuestras celebraciones es impedir el paso a la fe de los no creyentes.

Conocemos la conversión de Paul Claudel en la catedral de Notre-Dame aquella Navidad de 1886. Le deslumbró aquella Eucaristía en la que la música, la Palabra, el incienso, el adorno del templo...lee hicieron comprender que el Dios personal que le había salido al encuentro en aquella eucaristía era además, la Suma Belleza. Y se convirtió al catolicismo. Ediht Stein, judia, profesora alemana de Fenomenológica, entro a la catedral de Berlin y al ver a unas mujercitas arrodilladas ante el Sagrario pensó que algo importante debería haber allí por lo ensimismadas que estaban las mujeres. Descubrió que Dios era la Verdad y La Belleza. Se convirtió al catolicismo, se hizo monja carmelita y murió en Auswisch

El Papa nos anima a ir al encuentro con Dios a través de la belleza y belleza hay en el paso del Santo sepulcro. La Cofradía del Santo Sepulcro comienza su procesión llevando en hombros a Cristo muerto en su paso de Semana Santa...

Duermes, Señor, el sueño de la muerte,

tus ojos son luceros ya velados,

tus manos son dos lirios desmayados

es lívido clavel tu boca inerte.


¿Quién no se mueve a compasión al verte

si claman compasión tus pies llagados,

tus cabellos que en sangre están bañados,

tu rostro cuya palidez se advierte?


Es tal la majestad de tu figura,

impone tal respeto tu reposo,

que ante ti se anonada toda criatura,

y el alma se rompe y enternece.

Para quien te contempla fervoroso

no eres sólo un prodigio de escultura,

sino de fe y dolor símbolo hermoso.

Detrás del hijo muerto siempre va la Madre en su misterio de la Soledad. Reconozco que siento una especial predilección por esta imagen de la Virgen de la Soledad. Quizás sea porque en este entorno de Vía Crucis, esta imagen representa el protagonismo piadosamente activo de las mujeres. Hagamos un breve repaso: Los apóstoles Santiago, Pedro y Juan, se duermen en Getsemaní, ajenos al drama que esta sufriendo un hombre en el Huerto de los Olivos. Cuando apresaron a Jesús los discípulos lo abandonaron. Cuando Jesús estaba siendo interrogado, Pedro le negó tres veces. El Cirineo le ayudó a llevar la Cruz, porque le obligaron y lo hizo de mala gana. Cuando le crucificaron no había ningún discípulo con él, mas que San Juan. Sin embargo las mujeres tienen un papel mas activo que los hombres. La Verónica rompe el cerco de soldados y se acerca a Jesús para limpiarle el rostro. Su Madre y otras mujeres le seguían de cerca. Unas mujeres de Jerusalén lloran por él. En la cruz estaba su Madre, la hermana de su madre, Maria la de Cleofás y María la Magdalena. Las mujeres tienen ese instinto de saber donde se encuentra la verdad y la belleza, son más compasivas que nosotros los hombres.

Traspasa el arco de la puerta del Templo de San Martín la Soledad. De negro el manto, las siete espadas traspasando un corazón de plata, como signo visible de su inmensa soledad y dolor y en sus manos el sudario y un rosario, signo del sudor de la angustia y el rosario signo de la oración ofrecida al Padre. Se asoma a la multitud que la espera en la plaza, aquí no hay aplausos, hay silencio emocionado, silencio de solidaridad entre mujeres. Nada hay comparable en los misterios del dolor que el sufrimiento de una madre que ve morir a su hijo. No hay mayor desgarro, mayor rompimiento de las entraña de un ser, que el que siente la madre al ver morir a su hijo. Por esa pena Hondo Mar, que lleva la Virgen solo es procesionada por mujeres que comparten y entienden su dolor. Llevada por las mujeres del pueblo, solidarias con el dolor de una mujer más, encerrada en el misterio más doloroso de ver morir a su hijo, de ver morir a un hijo, comienza la procesión de Viernes Santo...; ese cortejo de dolor que cierra la Virgen de la Soledad. No se puede mostrar más dolor junto en una sola noche: pasión y compasión caminan unidas por las calles de Talayuela...

Dame tu mano, María, la de las tocas moradas; clávame tus siete espadas en esta carne baldía. Quiero ir contigo en la impía tarde negra y amarilla. Aquí, en mi torpe mejilla, quiero ver si se retrata esa lividez de plata, esa lágrima que brilla.

Déjame que te restañe ese llanto cristalino y a la vera del camino permite que te acompaña. Deja que en lágrimas bañe la orla negra de tu manto a los pies del árbol santo, donde tu fruto se mustia. Capitana de la angustia: no quiero que sufras tanto.

Qué lejos, Madre, la cuna y tus gozos de Belén: "No, mi Niño, no. No hay quien de mis brazos te desuna". Y rayos tibios de luna, entre las pajas de miel, le acariciaban la piel sin despertarle. ¡Qué larga es la distancia y qué amarga de Jesús muerto a Emmanuel!

¿Dónde está ya el mediodía luminoso en que Gabriel, desde el marco del dintel, te saludó: "Ave, María"? Virgen ya de la agonía, tu Hijo es el que cruza ahí. Déjame hacer junto a ti ese augusto itinerario. Para ir al monte Calvario, cítame en Getsemaní.

A ti, doncella graciosa, hoy maestra de dolores, playa de los pecadores, nido en que el alma reposa, a ti ofrezco, pulcra rosa, las jornadas de esta vía. A ti, Madre, a quien quería cumplir mi humilde promesa. A ti, celestial princesa, Virgen sagrada María. La procesión sale de la Plaza Real, se encamina por las calles y la Virgen de la Soledad continúa viendo el desfile de Viernes Santo: Pasos, cirios, caras, admiración por tanta belleza, dolor por tanta pena junta… y el pueblo que canta, que mira y admira, y asimila lo que ve, se santigua; mientras el turista distraído pone flash en su digital y el resplandor le es devuelto de la Imagen a él y queda no sabiendo que hacer ante las miradas de falta de respeto que le muestran los de Talayuela.

¡Ya estas en la calle!, ya la luna de abril le da brillo en el tono violeta de las ojeras; la comisura de los labios y el entrecejo se vuelven mas malvas con esa luz. Ya estas en la calle llenándola con tu soledad, y ahora, a recorrerlas todas, a gritar el consuelo de tu pena. La luz de la luna en la calle los Granados y la de los cirios que llevan los cofrades y el pueblo hacen más hermoso el rostro de La Soledad. Cuando se procesiona el Santo Sepulcro cada uno de los que vamos detrás entiende bien a la Virgen en el misterio de su soledad. Casi todos nosotros hemos hecho alguna vez esa misma procesión que hace la Virgen. Casi todos nosotros hemos ido detrás del coche fúnebre que llevaba el cadáver de algún familiar nuestro al cementerio. Cada uno sabemos la terrible soledad que se lleva por muy acompañados que vayamos. Cada uno de nosotros, al mirar el féretro que se lleva el coche, sentimos un dolor inmenso, que nos parte por dentro, por no poder dar vida a ese cuerpo que enterramos. ¡¡¡Como no entender a la Virgen de la Soledad y acompañarla en esta procesión¡¡¡.

Al terminar la procesión la Virgen de la Soledad no puede entrar en el templo dando la espalda a quienes la han seguido este Viernes Santo. Se ha de girar la imagen para que diga adiós a todos en la Plaza Real; para mirarles por última vez y agradecerles su gesto de acompañarla con su hijo muerto, como hacen las mujeres de nuestro pueblo.

Y al ver entrar en el templo a su Virgen de la Soledad, que mirando a su pueblo entra en el templo, su mirada se les clava en los ojos de los reunidos en la Plaza y ellos les dicen a coro lastimero en su corazón

Cómo vuelves Señora, trasnochada, traspasada con rayos de la luna. Entra en casa y olvida tu amargura, Talayuela a tu manto va agarrada El Sábado Santo es día de silencio roto por los jóvenes que van a por ramas al campo para hacer el arco del Encuentro. La tarde ya anuncia olores de pascua que se mezclan con los olores de las escobas floridas que traen los jóvenes. Hay que poner un arco para celebrar un Encuentro de un hijo con su madre.

De esta experiencia del encuentro de un Hijo Resucitado con su madre nosotros no hemos participado aun. Pero mira que hemos soñado esa posibilidad de encontrarnos con nuestra madre aunque hace años que muriera. Algún día lo haremos. Pero mientras tanto nos parece que la vamos a encontrar al doblar cualquier esquina de las calles de nuestro pueblo; aún seguimos oyendo sus pasos en las casas que vivimos; si alguna persona nos llama nos giramos con el ansia de que sea ella quien nos llama; a veces, a lo lejos, nos parece que la vemos venir a nuestro encuentro y siempre esta presente en nuestra mente como una ausencia constante que casi nos hace daño. Por eso nos alegra celebrar la procesión del Encuentro de la Virgen con su Hijo resucitado porque de alguna manera estamos adelantando nuestro encuentro con nuestra propia madre.

El Sábado Santo lo llena la Vigilia Pascual. La Madre de todas las Vigilias. En ella se narra de donde venimos, donde estamos y a donde vamos. En la Vigilia Pascual se celebra la eucaristía que se ha dejado en la Iglesia Universal de celebrar el Viernes y Sábado Santo, para celebrar solemnemente la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. El canto, el incienso, la música, la Palabra proclamada, el agua bendecida, la luz de la velas, el Cirio Pascual, el marco de la liturgia... crean tal cantidad de sentimientos que el creyente se introduce en el misterio mismo de Dios y, se vuelve actual para nosotros, la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Suenan las campanas en el gloria de la misa anunciando que en el altar de la parroquia de Talayuela se está celebrando la Resurrección de Cristo.

En otros tiempos, del agua bendecida en la Vigilia que hace referencia al Bautismo, se llevaba a las casas para bendecirlas también y que participaran de la bendición que es la resurrección de Jesucristo que hace nuevas todas las cosas. ...

Por calles de Talayuela, las mujeres van cantando, portando sus manos velas la Virgen con negro manto

La Virgen lleva en sus manos el sudario puro y blanco. Le van rezando el rosario por las calles caminando.

Cuando las luces del alba, Talayuela despertando, los hombres portan a Cristo, no muerto: ¡Resucitado!

Con banderín de victoria, la negra losa pisando, de la muerte acusatoria Cristo nos ha liberado.

¡Un susurro de canciones, que mujeres van cantando! por las bocacalles viene: ¡aligeremos el paso!

El aire huele a tomillo a retamas de escobazos la Virgen pronto a su Hijo lo vera Resucitado.

Junto aquel arco adornado Ya suenan las esquilitas ¡Echad a corred mujeres! traed la Virgen Bendita.

Tres veces se arrodillaron La madre al Hijo venera El Hijo la toma en brazos con dulzura la serena.

En medio de esta Plazuela alegran cantas las mozas pues encontró en Talayuela el Hijo a su Madre amorosa.

Y en aquel balcón del cielo, que adornaron con romero, echan palomas al vuelo las mujeres con San Pedro.

Se dicen unas a otras: ¡Ha merecido la pena! Ser las madres de estos hijos que viven en Talayuela.

El amanecer del Domingo de Resurrección trae la procesión del Encuentro, trae el aire olor a tomillo y hierba florecida, trae recuerdos de encuentros emocionados entre una Madre y su Hijo. Las luces del alba convocan a hombres y mujeres que han de portar al Resucitado por unas calles y a la soledad, las mujeres, por otras distintas y que se han de encontrar en el arco que los mozos han preparado el día antes. Ahora los teléfonos móviles suplen avisos y llamadas para que las dos imágenes lleguen a tiempo al encontrarse bajo el arco.

YA SUENAN LAS ESQUILITAS VUESTRO HIJO YA ESTÁ AQUÍ....

Y la alegría de la Pascua durará cincuenta días. La alegría de la Resurrección del Señor. La alegría de que ya nunca estaremos solos. La alegría de saber que si estamos pasando por un Viernes Santo pronto llegara el Domingo de Resurrección.


Muchas gracias a todos.

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