¡Silencio! ¡Mucho silencio!
este acto así lo exige.
Yo lo pido y recomiendo
porque la boca me ríe,
cuando contemplo la suerte
de ver lo que ven mis ojos:
¡se encuentran vivas, no inerte,
con pañuelos blanco y rojo
Esta noche, unas cuantas
mujeres de Talayuela,
Jueves Santo, noche santa,
del cielo, en una plazuela,
platicaron con San Pedro
y alquilaron un balcon
que adornaron con romero
Severa, Emiliana y Chon.
Corriendo fueron llamando:
¡las que sois de Talayuela¡
¡Venid pronto caminando
Que del pueblo, la plazuela,
ya se ha llenado de gentes,
que alegres están llorando.
Rezando piadosamente,
y a la procesión mirando.
Pero..., ¿no miras, allí?, Rosa,
¡Como sale el Nazareno!
lleva mirada piadosa,
sus pies color macareno.
La Virgen, siempre Dolorosa,
bajo palio azul, sereno.
Ovidia y Fili, presurosas
empiezan a echar romero.
America va señalando,
La salida el Santo Entierro
Y con pañuelos aclamando
dan ¡Vivas! al costalero.
San Pedro implora silencio:
¡Que aquesto es el Santo Cielo!
¡San Pedro! ¿Que feo te pones?
Práxedes le dice riendo.
Ya Gloria Mesa se levanta:
Callad, ahora todas, callad.
Que no hay mejor alabanza
que el canto a la Soledad.
Oid, mujeres, como cantan,
al ver nuestra Virgen pasar:
lleva espadas color plata
su cara es pena, Hondo Mar.
El acto de hoy, el pregonar la Semana Santa de Talayuela, es convertirme, por un momento en el recordado Tío Floro, el pregonero, que todos hemos conocido, y decir por las esquinas de todas las calles y bocacalles de Talayuela, como hacía él con aquella trompeta, que al oír su sonido todos prestábamos atención expectante a lo que iba a decir, ...y poder decir yo con él, esta noche: ...por orden, de la autoridad competente, se hace saber... que la Semana Santa esta cerca.
La Semana Santa es la Semana Grande porque esta llena de los grandes sentimientos y actitudes de las personas. Es la Semana de Pasión, de compasión, de traición, de ternura, de cobardía, de silencio, de bullicio, de miradas, de seguimiento, de arrepentimientos, de la alegría del reencuentro, de volver a empezar perdonados y renovados.... Es la Semana donde todos los sentimientos y sus actitudes son reflexionados, son celebrados en la Eucaristía, son sacados al exterior de nosotros mismos y son procesionados en los Pasos de las procesiones de nuestra Semana Santa. Las procesiones no tendrían sentido sin la Eucaristía.
Para un creyente, para un seguidor de Jesús el Nazareno, lo más importante sucede siempre en la Eucaristía. Allí todo se hace actual, se renueva el amor entregado, se acoge la presencia de Dios. El canto, el incienso, la música, la Palabra, el adorno del templo en la Eucaristía, crean tal cantidad de sentimientos que el creyente se introduce en el misterio y en el espacio mismo de Dios.
Después de la celebración, cada noche de Jueves Santo, se abren la puerta del templo de San Martín y aparece la cruz de guía de las cofradías de Talayuela. Comienza la procesión su paso lento, los cofrades penitentes con sus capuchas y en las manos el cirio de cera encendido, el silencio cofrade y la música que hace mover el palio de la Virgen y dirige a ella la mirada de los espectadores. A la belleza de las calles de de Talayuela se unirá la belleza que el artista ha dado a las imágenes. Desde la esquina de cualquier calle podremos observar al Nazareno, eternamente con su cruz a cuesta; la Virgen dolorosa, con sus manos cruzadas sujetando la pena de su pecho, mientras mira al cielo pidiendo la ayuda al Padre Eterno, el Paso del Santo Sepulcro, verdosas sus carnes por la muerte que ya ha padecido y La Virgen de la Soledad con su pena Hondo mar.
Jueves Santo en Talayuela. Nueve y media en el reloj de la torre y, a toque de campana, sale la cruz de guía de la cofradía del Nazareno. Se hacen filas de cofrades en la plaza, la multitud silenciosa se arremolina y se empina esperando la salida del Paso. Aparece el Nazareno en el arco de la puerta del templo de San Martín. Lleva hábito de su color, los pies descalzos, la cruz a cuesta, agarrada con sus manos de Varón de Dolores, y los ojos vidriosos por el dolor. Las miradas de las personas que están en la plaza buscan la mirada del Nazareno. Una tradición dice que quien le sostenga la mirada al Nazareno cuando sale de San Martín le devolverá la luz a sus ojos y, si no fuera así, siempre, le dará la luz de la fe.
Ya esta en la Calle el Nazareno, ahora toca recorrerlas todas y cargar sobre sus hombres las cruces de cada uno de nosotros. Pongamos en esa cruz nuestras miserias pues es Nuestro Jesús Nazareno, eternamente con su cruz a cuesta, por que esa cruz, son los pecados de todos nosotros:
Señor, quisiera ser tu cireneo,
cargar sobre mis hombros tu suplicio,
trocar el Gran Pecado en sacrificio;
limpiar mi ardiente fe con mi deseo.
Señor, quisiera ser “aquel pañuelo”,
secar tu faz sangrante, dolorida,
trocar tu sufrimiento por mi vida;
limpiar mi ardiente fe, mi eterno vuelo.
¡Permíteme, Señor, en tu calvario,
posar en mis abrazos tu agonía,
hilar con penitencia tu sudario!
¡Permíteme, Señor, como a María,
llorar sobre tu pecho mis dolores,
salvar de humana culpa el alma mía!
Pero el Nazareno no va solo. Un hijo no puede ir sin su madre. ¡Que sería de nosotros sin nuestra madre¡ En cuanto el Nazareno enfila la calle de Miguel Coriscos aparece en la puerta del templo de San Martín La Dolorosa, bajo palio...Su Madre y nuestra madre. Detrás del hijo que sufre siempre hay una madre que le sigue sufriendo por el. La Virgen Dolorosa no busca las miradas de las mujeres que la esperan en la plaza para verla salir de la iglesia. La Virgen Dolorosa siente las miradas de dolor de todas las madres que sufren y con la suya, las dirige al cielo, con las manos apretadas, de donde solo puede venir la ayuda a tanto dolor. Sale del templo de San Martín y procesionada entre tanta gente reunida en la plaza para verla pasar... solo tiene una suplica que dirige a todas las mujeres que la miran:
¡Ay dolor, dolor, dolor,
por mi Hijo y mi Señor!
Yo soy aquella María
del linaje de David:¡
Oíd, hermanos, oíd
la gran desventura mía!
A mí me dijo Gabriel
que el Señor era conmigo,
y mi dejó sin abrigo
más amarga que la hiel.
Díjome que era bendita
entre todas las nacidas,
y soy de las doloridas
la más triste y afligida.
Decid, hombres que corréis
por la vida mundanal,
decidme si visto habéis
igual dolor que mi mal.
Y vosotras que tenéis
padres, hijos y maridos,
ayudadme con gemidos,
si es que mejor no podéis.
Llore conmigo la gente,
alegres y atribulados,
por lavar cuyos pecados
mataron al Inocente.
¡Mataron a mi Señor,
mi Redentor verdadero!
¡Cuitada!, ¿Cómo no muero
con tan extremo dolor?
Señora, santa María,
déjame llorar contigo,
pues muere mi Dios y mi amigo,
y muerta está mi alegría.
Y, pues os dejan sin Hijo,
dejadme ser hijo vuestro.¡
Tendréis mucho más que amar,
aunque os amen mucho menos!
Ya están en la calles de Talayuela el Nazareno y la Dolorosa. Ahora a recorrerlas todas, a mirar por las ventanas y las puertas entreabiertas los ojos que miran el paso de los Pasos. Ahora el Nazareno y la Dolorosa van recogiendo todas las cruces y los dolores que queramos poner sobre ellos... el que no carga con su cruz y me sigue no es digno de mi...pero la multitud de talayuelanos vamos detrás de los pasos de Semana Santa, vamos acompañando y recogiendo todo el amor que desprenden El Nazareno y la Dolorosa.
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