domingo, 24 de abril de 2011

LA PROCESION DEL ENCUENTRO EN PLASENCIA

He participado, por primera vez, como espectador privilegiado, en la procesión del Encuentro, de La Hermandad de la Pasión. Ha sido una procesión como es la vida misma: siempre termina siendo más corta de lo que parece.



Ha tenido momentos emocionantes, sublimes, bellos en su plástica, de esfuerzo, sudor, cera, incienso, ritmo, y, ha sido, sobretodo, la procesión de las miradas. No había persona, en todo el recorrido, que no se santiguara o dirigiese su mirada al Señor de la Pasión o a la Virgen del Rosario. En algunos ojos se veía explicita la suplica a las Imágenes; en otros, por pertenecer a la intimidad de las personas y no sabremos nunca que les decían con la mirada y, también, muchas miradas se humedecían por la neblina de las lágrimas que producía la emoción al contemplarlas en sus Tronos.


Por motivo estrictamente religioso o por la belleza misma de la plástica que llevaban no ha dejado a nadie indiferente: la música, el incienso, los cofrades, el movimientos del palio, las zapatillas de las costaleras moviéndose al mismo son, las calles de nuestra ciudad, las torres de las iglesias, las Imágenes acercándose en el Encuentro o alejándose al rito que marcaba la música de las bandas...han creado, en mi opinión, momentos sublimes de belleza que nos han acercado, a muchos, a la belleza que es Dios mismo.



Las dedicatorias de la levantá del trono de la Virgen que hacia el encargado del paso nos llenaba el corazón y se hacia necesario el aplauso para liberarle. ¡Por el padre enfermo de alguien que nos acompaña! ¡Por la mujer de tal que ha tenido un aborto natura! ¡Por la mujer que ha vuelto con su esposo! ¡Por la madre de tal que lleva el trono! ¡Por los costaleros que llevan el trono de Jesús de la Pasión! ¡Por los que no tienen trabajo y lo pasan mal! ¡¡¡ que la Virgen del Rosario les guarde y les ayude!!!. ¡¡¡ A este!!! Sonaba un golpe que unía el esfuerzo de las costaleras y la Virgen subía al Cielo mismo y, allí, se llevaba los corazones de todos.



Y la entrada de los Pasos en el templo haciendo muralla el Palacio del Marqués de Mirabel, el templo de Santo Domingo, la entrada del Parador, el azahar de los naranjos y aquel mar de cabezas, manos y nubes de incienso sobre el que andaban las Imágenes como Jesús en el mar de Galilea, era sobrecogedor. No parecía sino que las mismas imágenes reían ante la alegría del aquel Encuentro.



Después, ya dentro del templo, con las imágenes en su lugar, todo eran abrazos de Pasion de Hermandad, felicitaciones y aplausos de unos a otros y el volverse al salir por el templo para volver a mirar los rostros sonrientes de Jesús de la Pasión y de la Virgen del Rosario, que no parecían decir a todos quienes les volvían a mirar: ahora somos Nosotros quienes velaremos y te mirándote a ti, en medio de los trabajos de tu vida diaria.

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