sábado, 1 de octubre de 2011

DESPUES DE ESTO YA NO VOLVERE A ESCRIBIR MAS SOBRE NICARAGUA...


Después de esto ya no volveré a escribir más sobre Nicaragua pero, antes de dejar de hacerlo, me gustaría que conocierais por mis propias letras el proyecto SAMARITANAS, en el que colabora Bene Galán. Durante los veintisiete días que pasamos en Nicaragua viajamos a conocer los diferentes proyectos que colaboran en el desarrollo de todas las áreas y edades. Entre otros muchos proyectos estaba este de Samaritanas que, por su propio nombre, podíamos imaginar en que se trabajaba.

Este proyecto no le conocimos de una sola vez en su totalidad. Un día fuimos al centro de Samaritanas a visitar las instalaciones y conocer el trabajo que se realizaba en ellas. Niños de pecho, adolescentes, madres, salían y entraban en aquel reducido espacio para reuniones con el equipo de trabajo y voluntarios.

Para entonces ya sabíamos que muchas familias en Nicaragua, por la situación económica, tienen problemas de hacinamiento, donde duermen todos juntos en la misma habitación y los problemas que eso ocasiona. Ya sabíamos que muchos niños antes de ir al colegio se levantaban a las cinco o cinco y media para trabajar. Ya sabíamos que muchas adolescentes desaparecían de sus casas durante dos o tres semanas. Ya nos habían contado que, debido a los escasos recursos familiares, se trasladaban a Managua o a Costa Rica.

Los cooperantes con los que convivíamos desaparecían todos los miércoles y los jueves por la tarde- noche diciéndonos que se iban a los focos y ya no les volvíamos a ver hasta la mañana siguiente. A mediados de nuestra estancia allí nos invitaron a nosotros. Yo estaba leyendo las memorias de Fernando Cardenal, con el que había tenido una grata entrevista de dos horas en las que me explico la historia reciente de Nicaragua, y me apetecía quedarme leyendo. Trini Gómez se marcho con Bene, Holman y los demás voluntarios a los Focos. Entre que la lectura me interesaba y quería saber a que hora regresaban los voluntarios me quedé despierto. A altas horas llegó Trini y al ver mi luz encendida vino a verme. Estaba blanca, con el estómago levantado y una gran impotencia en su mirada. Su mundo interior había sufrido una fuerte conmoción por la experiencia de los Focos que apenas podía verbalizar con sus palabras y su mirada transmitía dolor. Me fue contando que Los Focos son los lugares de una calle principal de Managua, donde, a lo largo de ella y en distintos tramos, se ubican una o mas adolescentes entre quince y dieciséis años siendo victimas de Explotación Sexual Comercial (llamadas por otros Prostitución Infantil, en la que gente sin alma les prostituye, robando la ternura y la inocencia como si fuera algo material que se pudiera comprar o vender en un mercado de personas). Las más viejas, como decían ellas, – entre veinticuatro o veintiocho años- la ejercían en otra calle. Las adolescentes llamaban a los voluntarios y les informaban de a quien habían pegado, de por donde se habían llevado a otra, de que una estaba embarazada y no sabia que hacer, de quien necesitaba medios de prevención...Y cerca de ellas babosos con mirada encendida por un cuerpo adolescente, chulos de mala sangre, ojos escondidos dispuestos a robarles a la menor ocasión, profesionales que las habían engañado con un poco de cariño y unos zapatos nuevos para sacarlas de su ambiente normal. Los voluntarios escuchaban, daban palabras, invitaban a pasarse por la casa de SAMARITANAS para regularizar situaciones, recibir apoyo, ser escuchadas.

Así vinimos a entender como en la casa Samaritanas donde habíamos estado entraban madres con hijas que a su vez eran madres de otros hijos y, que a nosotros, nos parecían hermanos entre sí, juntándose tres y cuatro generaciones en las instalaciones del Proyecto. Aquella casa de Samaritanas, como casi todas las casas en Nicaragua, tienen el techo de chapa que cuando llueve parece un bombardeo y cuando hace sol el calor resulta casi insoportable, era el espacio donde se escuchaba, se buscaban soluciones, se daba formación de todos los relacionado con la maternidad y se trataba como personas a quien habían sido valoradas como objetos para la mercancía.

Por diversas calles de Managua se veían carteles de No a la Explotación Sexual Comercial, pero estos voluntarios/as, a pesar de los escasos recursos con que cuentan, trabajaban en primera línea y, conocen como nadie, que las campañas solo se ganan si todos nos implicamos en ellas; saben como nadie con quienes se comercializa robando un mundo de sueños e ilusiones que se rompe como un cristal; saben, como nadie, que ellos son la punta de un iceberg al que nos podemos sumar muchos desde el rincón preferido de nuestra casa. Si quieres colaborar como voluntario serás bien acogido allí, si quieres enviar un mensaje les animaras en su trabajo, si quieres colaborar económicamente en el proyecto SAMARIATANAS ponte en contacto con Trini Gómez Moreno.

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