domingo, 13 de marzo de 2011

CAMINO DE PLASENCIA ( II )

Ahora ya encarrilamos esa pequeña calle llamada antes del Olivo, con pendiente pronunciada hacia abajo, para ir a desembocar en una pequeña plazoleta, recoleta, que se abre en uno de sus lados hacia el Malagón. En cualquier ciudad o pueblo, esta plazoleta, bien arreglada, seria un lugar para visitar y perderse. El poema de Vicente Alexander evoca a plazas, como esta, donde se sentaban las mujeres a coser, al socaire de sus paredes y cubiertas del sol su cabeza por un sombrero o un pañuelo; allí los niños jugaban, cuando en las casas había niños, y las mujeres reñían del tanto movimiento de los niños que rompía su quietud y el ritmo de sus conversaciones......Era una plaza abierta, y había olor de existencia. Un olor a gran sol descubierto, a viento rizándolo, un gran viento que sobre las cabezas pasaba su mano, su gran mano que rozaba las frentes unidas y las reconfortaba...


Todas las ciudades antiguas tienen puertas, abiertas en sus murallas, para entrar y salir de ellas. Otras ciudades, villas o pueblos como este solo tienen calles para entrar o salir. No tienen puertas que se cerraban a determinadas horas para impedir el paso a quien quisiera acceder a ellas, tal vez por temor a sus visitantes. Estas otras ciudades, villas, pueblos, para entrar o salir del corazón de ellos mismos, solo tienen calles que llegan a un lugar y desembocan en plazuelas; o calles que desembocan en otras calles y se prolongan en sí mismas, sin puertas que abrir o cerrar, por no tener miedo a que nadie pueda robar el misterio que al mismo pueblo envuelve. Ninguno de los caminantes que vinieron a Talayuela, o ninguno de los que vivieron en ella, pudieron robarle el misterio que la envuelve. Ninguno se encontró cara a cara con él y lo descubrió totalmente, o sí se encontró con el misterio de Talayuela no supo describirlo, o realmente no existe y es solo una pura invención del escritor creer que existe sin haberlo visto nunca y solo haber experimentado reflejos de rayos de luna pegado a las paredes de sus calles.


En cualquier caso esta es una buena calle para entrar en Talayuela. Venir del camino de Casatejada, de la Andonera, o del camino de Plasencia y entrar por esta plazoleta y pequeña calle es subir al corazón de lo que fue Talayuela y poder encontrarse con su misterio. Por esta Calle del Olivo se entra en la empinada calle, zigzagueantes alineación de las casa de la calle, escuchar el ladrido de algún que otro perro, voces de unas personas a otras, las paredes misteriosas del templo de san Martín y cantares de coplas de mujeres barriendo las puertas en las mañanas y los cubos de agua derramada para refrescar las puertas en las tardes de verano; el misterio de la luz del sol reflejado en las paredes, de la luz de la luna que la ilumina tenuemente en el misterio de la noche; el palio tachonado de estrellas que es el cielo en las noches de verano que recoge a Talayuela; todo esto puede ser parte de una sinfonía inacabada y que cada visitante deberá descubrir y acoplarse al ritmo para encontrar el misterio de Talayuela si es que existe. Siempre hay que mirar mas allá de lo que dicen las casas, las personas, las calles; siempre hay que forzar a la mente para encontrar el misterio que nos seduce de un pueblo o una ciudad.



Y desde esta plazoleta sale la calle de los Granados. Es esta calle de las más antiguas de Talayuela, ahora descuidada y desolada y no por quien la habita sino por la dejadez en el pintar de sus fachadas, la suciedad en las aceras y la más elemental falta de sentido de la estética campean por esta calle que debería ser de las más cuidadas.



Nunca he logrado saber por qué se da el nombre de Granados a esta calle. Muchas teorías al respecto, una, entre otras, asegura que en este camino que salía desde la Plaza Real a Plasencia, al pasar por esta calle y, en los huertos de la izquierda, había granados que habían plantado sus dueños. Ese sería el origen del nombre dado a esa calle. El árbol es oriundo del este de Europa y su fruta posee una piel gruesa de color escarlata y, en el interior, una gran cantidad de semillas rodeadas de una pulpa de color rubí. La granada la tenemos asociada a las manzanas, los carbotes y los higos pasos, por ser estas frutas las que llevábamos a la “carbotá” el día de Todos los Santos.



TALAYUELA: PINOS, CAMPOS

Y LOS TOROS POR SAN MARCOS.





CINCUENTA AÑOS DE LA FERIA DE SAN MARCOS EN TALAYUELA.



1 comentario:

  1. Habría alguna calle en Talayuela con el nombre de: "Calle Uilson", "Calle Meson" o algo así?
    Data de 1920.

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