domingo, 27 de febrero de 2011

CAMINO DE PLASENCIA ( I )


Estamos en la Plaza Real, este Kilómetro Cero de todos los caminos que de Talayuela salen. Seguro que el pregonero de este año de las ferias de San Marcos de 2011, ya se ha pensado subido en el balcón de este Ayuntamiento pregonando las fiestas en las que se cumplen cincuenta años desde que se celebran en este Concejo. Pero no es tiempo este de hablar del pregón de las fiestas; es tiempo este de caminar, de andar el camino y mirar lo que se presenta ante nuestros ojos mientras andamos, mientras nos vamos llenando de sus imágenes, de sus olores, de sus sabores, de sus luces. Esa es la experiencia que nos aporta todo camino mientras lo hacemos en el coche de San Fernando: un ratito a pie y otro andando... Kavafis lo expreso mejor en su poema del viaje a Itaca: ...Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca: llegar allí, he aquí tu destino. Mas no hagas con prisas tu camino; mejor será que dure muchos años, y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla, rico de cuanto habrás ganado en el camino...Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia, sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas... A los que tenemos una edad aquella canción del Viatge a Ítaca de LLuic LLac, nos continúa emocionando, porque nos trae a la memoria otros caminos que hemos andado.


Pero andemos ahora, amigo caminante, el camino que dicen de Plasencia. Salgamos de esta plaza por las traseras de la iglesia de San Martín. Si miramos a la izquierda, un espacio pequeño, sin querer nos trae a la memoria un letrero que allí hubo muchos años: La tasca más abandonada. Se trataba de una de las muchas cantinas que había en Talayuela. Talayuela decía de si misma en un dicho popular: mirad que suerte la mía, pues tengo muchas cantinas y ninguna librería. Había una costumbre antes, cuando solo se salía los domingos, o los días de fiesta, de juntarse las cuadrillas de amigos e ir por todas las cantinas chateando, es decir, tomándose un chato de vino, y no retirarse hasta que todos hubieran pagado una ronda. En las ultimas rondas ya se terminaba un poco mas “contento” de la cuenta. Era esta Tasca mas abandonada de Miguel Gómez, que después se convirtió en lugar de juegos de los hijos y lo amigos y no se si fueron estos quienes le pusieron tal nombre.


Antes de bajar esta calle, que antaño se llamó del Olivo, por un olivo que asomaba tras los tapiales de un corral, miramos a la derecha, en ese corto espacio que llega a la carretera de Navalmoral Jarandilla. Nuestra mirada resbala sobre el muro del evangelio del templo parroquial de San Martín. Ese corto espacio era antiguamente un cementerio. Aun queda, en el muro del templo, la señal de la puerta que daba acceso a él. En un principio se enterrarían en la misma iglesia y después en todo el perímetro de ese espacio. Cuando pasamos y lo pisamos ponemos el pie sobre la historia muerta de Talayuela pero que emerge, de cuando en cuando, para dar fuerzas y animar a los que ahora viven allí. Hay espacios con extrañas fuerzas telúricas, que llenan de vida y energía trasminada a todos los seres que por allí pasan o están y, ese breve espacio, es uno de ellos.


Es en este pequeño espacio, desde tiempo inmemorial, donde se reúnen los talayuelanos, después de la procesión de la Virgen de Agosto, para asistir al ofertorio con los pies sobre las mismas raíces de Talayuela y el sol de siempre sobre las cabezas. Hay que estar allí para comprender aquello. Hay que intentar comprender las miradas, los gestos, las sonrisas encubridoras, las presencias y las ausencias tan cercanas en aquel ofertorio de la Virgen de Agosto. Hay que mirar a los ojos de la gente que allí se reúne y comprender lo q está pasando por su mirada. La imagen de la Virgen, de azul y blanco, apoyada en sus andas sobre unas borriquillas de madera, sobresalen sus manos alzadas sobre las cabezas de los demás.

¡Quien da más! dice la persona que esta realizando la puja de las cosas ofrecidas. ¡A la de tres! y se le adjudica la ofrenda por un tanto de dinero que el talayuelano ofrece generoso a ese ofertorio de la Virgen de Agosto. La Asociación de la Tercera Edad, ofrece limonada fresca que suaviza el rigor del calor del verano del día quince de agosto. Arriba quemando el sol, protegidos por esa especie de malla verde que ahora se coloca como toldo.

¡El brazo trasero derecho! ¿Cuánto ofrecen? Ahora ya es otra cosa; ahora ya es silencio, miradas, gestos, como si de un juego de mus se tratara pues se han de comunicar los que están a un lado de aquel espacio y los que se encuentran al otro para ver cuanto pueden pujar por los brazos de las andas. ¿Por subir la Virgen al trono? Toda la dispersión de la mirada en buscar al otro para pujar por los brazos de las andas se concentra ahora en dos o tres personas. Las familias que se han sentido “tocadas” de manera especial por la protección de la Virgen y quieren devolver, como ofrenda, esa subida al trono de su imagen.


Después las fuerzas telúricas de ese espacio parecen como si volvieran a dormir, todo queda en el silencio bochornoso de una tarde de agosto y la imagen de la Virgen, desde el trono al que la subieron los talayuelanos, continua velando por sus hijos.



TALAYUELA: PINOS, CAMPOS Y LOS TOROS POR SAN MARCOS.

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