martes, 29 de diciembre de 2009

El recurso fácil

El recurso fácil de estos días es tararear aquella canción de Mecano que hablaba de los cinco minutos antes de la cuenta atrás. Se entiende este tiempo de fin de año como el mejor para hacer el balance de lo bueno y malo que ha sucedido en nuestra vida con o sin nuestra participación personal. Somos así, metidos en el ajetreo de nuestra vida diaria, dedicamos para hacer buenos propósitos los días antes de la cuenta atrás.

Es verdad que estos días en que nos reunimos todos se pone de manifiesto la ausencia de otros que ya no están. Y además se hace presente con que tampoco nosotros somos los mismos ya, que algo nos ha cambiado. Y este sentido de experimentar que todo pasa lo que nos hace pensar si estamos viviendo de acuerdo al diseño que habíamos hecho de nuestra propia vida o si queremos dibujarla de nuevo.

Suele suceder que cuando hacemos ese recuento de nuestra vida nos imponen su presencia con fuerza, los aspectos más negativos que han aparecido en nosotros. ¡Somos así! Sin embargo debemos superar esos cinco minutos antes de la cuenta atrás y no hacer el balance de lo bueno y malo para que sea verdaderamente real. Nuestra vida tiene más aristas que no se ponen fácilmente de manifiesto en un solo momento.

Lajos Zilahy se preguntaba en Algo flota sobre el agua: ¿Crees que el amor radica solo en el corazón? ¡No¡ El corazón es demasiado poca cosa para albergarlo. Llega, se extiende por todo tu cuerpo. Te hace arder, te desarticula todo en mil pequeñas partículas, y sientes desencadenarse en ti todo debajo de tu piel. Nunca puede el hombre ser mas santo y mas perverso que cuando ama. En todas las demás situaciones de la vida puede usar disfraces y fingir comedias. En el amor emerge cuanto hay en él de más recóndito e intimo.

Es difícil que lo más recóndito de nuestra vida surja en cinco minutos antes de la cuenta atrás, motivado por una sensación de que termina un año y comienza otro. Si no existe un motivo fuerte no tendremos la destreza necesaria para desarticular los defectos que se han pegado a nosotros y se han vuelto más exigentes que nuestra propia naturaleza. Cinco minutos antes de la cuenta atrás es solo eso: el tiempo que tardamos en reunirnos en la plaza Real de Talayuela para esperar que el reloj marque las doce y desearnos un feliz el Año Nuevo.

1 comentario:

  1. Lo de reunirnos en la Plaza Real será si el reloj funciona, porque me parece que no, que todavía alguién se tendrá que subir al campanario y tocar las doce.

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