martes, 7 de septiembre de 2010

EL CORRAL CONCEJO Y LA PLAZA MAYOR DE TALAYUELA

El Corral del Concejo iluminado por un potente foco, desde un mástil subido, ponían, estas noches de agosto, unas imágenes deslumbrantes que ofrecían a la vista una estética borrachera de los sentidos. La luz, desde lo alto de ese mástil, como si fuera una luna que lo iluminara, hacia surgir los sueños de una forma de vida que ya se nos ha ido para siempre pero cuyos valores viven arraigados dentro de nosotros y es por lo que nos continua siempre emocionando ese espacio. El Corral del Concejo iluminado, entre las sombras del Malagón, en esas noches de agosto, nos invitaba a ir mas allá de la realidad de sus formas; nos cogía de la mano para llevarnos a su centro, que es el lugar donde comienzan los sueños y viven las hadas. La magia que desprende el Corral del Concejo nos invitaba a ir mas allá de lo que ve la mirada allí. La seducción es tal, que la imaginación va ganando el terreno, poco a poco, a la cordura de la mente. Allí, en aquel Corral, por los pliegues que formaban la luz y las sombras, cerca del fresno del Malagón, se escapaba el agradecimiento al Ayuntamiento de Talayuela que había hecho posible la recuperación del abandono en que había caído.

Pero había también otras horas de la noche en las que no se podían utilizar esas mismas palabras usadas para el Corral del Concejo y describir con ellas el espacio que nos cobijaba. Allí los elementos parecían estar aislados unos de otros, aun siendo bellos en si mismo, no daban la misma sensación de armonía que el entorno del Corral del Concejo: se trataba de la Plaza de la Iglesia, de la plaza del Ayuntamiento, de la Plaza Real, porque todos esos nombres recibe.

Esta Plaza de la que hablo, es, querámoslo o no, la Plaza Mayor de Talayuela. Seguramente que todos hubiésemos deseado otra, seguramente que no estamos de acuerdo en como es ahora, ni en como ha sido tratada a lo largo de su vida, pero es nuestra Plaza, aquella desde la que se pregonan las cosas más importantes que afectan a todos los que vivimos en Talayuela. Es la Plaza, también, en la que, por una razón o por otra, tenemos que pasar muchas veces y asistir a actos importantes para todos. Así, pequeña para los habitantes que somos ahora, es el testigo silencioso de la aldea que fuimos un día.

En esta plaza hay muchos elementos que sobran en ella y la entorpecen. ¿Que hace allí ese antiestético manojo de cables que, por el aire atraviesa la Plaza, desde la esquina de la Iglesia a la esquina del Ayuntamiento, le cruza por su fachada principal debajo de sus balcones y se escapa por la calle Cardenal Cisneros? ¿Qué hace, en aquel espacio de Plaza Mayor, la base de una fuente, que no lo es, cubierta con césped artificial, poniendo a la vista de todos los que vamos al Ayuntamiento que ni siquiera se concede la gratuidad del agua que alimente unas plantas con flores y césped natural? ¿Qué hace, en la esquina de esa Plaza, una cabina de Teléfonos que, en color azul, contrasta con el blanco del Ayuntamiento, sin intimidad para el que habla y que nos hace participes de la conversación a los que estamos allí sentados, como si fuera una sainete de Teatro? ¿Qué hacen unos bancos de hierros mal colocados, unos mirando hacia la carretera y otros a la base de la fuente sin agua? ¿Y esos coches que pasan por la estrechísima calle del Cardenal Cisneros, en ambas direcciones además, que tienes la sensación de que el espejo retrovisor te va a arañar la espalda al estar allí sentado y el ruido del motor, con el trasiego que hay, se te mete en la cabeza ya para toda la noche? ¿Y esos otros coches aparcados delante de la puerta de la Iglesia, el edificio más antiguo de Talayuela, que estropean la vista de todo el que pase por allí, de día o de noche?

La Plaza Mayor no ha sido bien cuidada, es verdad, y no se han sacado todas las posibilidades estéticas que tiene en sí misma. Si al hacerse la última reforma en el Ayuntamiento hubieran tenido en cuenta el entorno en el que estaba creo que se hubiera ganado más en belleza. Se podría haber hecho unos soportales en los bajos del Ayuntamiento – con los arcos adintelados de las antiguas entradas a los patios de las casas, que se ven en las fotografías antiguas de Talayuela- desde la línea de la esquina de la Casa de los Vizcaíno hasta la calle Cardenal Cisneros, y se habría dado más sensación de amplitud. Al fin y al cabo, en la reforma, para unir en las traseras del Ayuntamiento, la carpintería del señor Antonio, se comieron una calle cuyo espacio se podría haber dejado adelante y bien empleado estaría la perdida de ese espacio público. El Balcón del Ayuntamiento, desde el que Talayuela se asoma a la Plaza, desde el que se hacen los actos más importantes, debería haber sido todo un balcón que uniera las dos ventanas laterales y cuando se saliera a el, para decir las cosas importantes, habría más amplitud. Si se hubiera construido esa balconada, con modelos antiguos de casas de Talayuela – piedra y madera-, se habría ganado mucho en estética permanente de la plaza.

Que los técnicos se tomen en serio el diseño del arreglo de esta plaza, que es, querámoslo o no, la Plaza Mayor de Talayuela. Que se prohíba aparcar en toda la plaza, que se ubique la cabina en otro lugar; que se corten al trafico las dos calles laterales; que se unifique el pavimento de toda la plaza; QUE PONGAN UNA FUENTE DE PIEDRA CON AGUA, en Sorihuela hay buenos canteros; que delimiten todo el espacio con setos de alibrustre desde la esquina del antiguo cuartel, inicio de la calle Cisneros, por toda la acera hasta la esquina de la Iglesia con entradas peatonales; que la decoración vegetal sea de árboles bajos y déjese todo ese espacio para el disfrute de la gente y los actos oficiales. Que se entierre ese manojo de cables…Son ideas que dejo escritas por si alguna vale y si no, no se haga caso a este escrito

Ojala algún día comenzáramos otro artículo en este blog, diciendo: nunca fue más hermosa esta Plaza que cuando el Ayuntamiento la cuidó y la reformó…

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