domingo, 7 de febrero de 2010

LA VIDA ESTA LLENA DE ENCUENTROS...

La vida está llena de encuentros aparentemente casuales que suceden a nuestro lado todos los días de nuestra existencia. Algunos de ellos, motivados porque nos han dado un vuelco en nuestro interior, les seguimos la pista y se incorporan a nosotros formando parte de eso que llamamos nuestra vida. Nos comparten y parten, y solo porque dimos nuestro asentimiento en un instante destinado a ser efímero, que a nuestro lado vino a ser duradero, pasamos del vértigo a la serenidad.

Otros encuentros son compartir un momento único, que solo nos pertenece a nosotros, y después cada uno sigue su camino. Pero para siempre quedamos unidos, por el recuerdo de un instante fugaz, y por un poso que se asienta en nuestra memoria, al que, alguna vez, recurrimos para que la mente imagine cómo habría sido nuestra vida si les hubiéramos seguido el rastro. Y el momento fugaz se mantiene joven en nuestro recuerdo y, además, con el poder de llevarnos al arrebato cada vez que lo recordamos, pues se ha convertido en una reserva de fuerza que aflora si la vida nos pone a prueba.

En cualquier caso, unos momentos y otros, no hacen sino poner de manifiesto lo valioso de la vida que tenemos entre las manos y lo sorprendente que puede ser cada encuentro aparentemente casual.

Existe un encuentro casual en Talayuela en el que quedaron unidos para siempre un pez y una fuente. Las charcas, quebradas, regatos, arroyos, fuentes…que rodean a Talayuela y por estar asentada sobre un terreno arcilloso, que impedía la evaporación del agua de las charcas en verano, era el lugar indicado para que se desarrollaran las larvas del mosquito anopheles. La picadura de este mosquito producía el paludismo y, era tanta la cantidad de ellos, que se nombró a Talayuela el mayor foco palúdico de España. Se creó un Instituto Antipalúdico que ejercería una influencia médica sobre todo el mundo.

Italia, con mayor índice de mortalidad de esta enfermedad, solicitó le fueran enviadas gambusias desde América, donde este pez era muy abundante y se comía las larvas del mosquito anopheles. El envió se hizo por barco y dadas las condiciones, de las cientos de miles que se embarcaron, cuando el barco llegó al puerto de Barcelona, solo quedaban con vida unas docenas. Desde Talayuela se envió al mozo de laboratorio del instituto antipalúdico que aquí se había creado, al Señor Sanguino cuyos familiares aun viven entre nosotros) para que trajera las gambusias que quedaran con vida. En Barcelona le entregaron catorce peces y, tras un largo viaje en tren, provisto de un recipiente con flotadores de corcho que evitase en movimiento de la agua, llegaron seis gambusias con vida. Se echaron en las aguas de la Fuente de El Roble y de aquella media docena de pececillos, salieron los miles que poblaron toda la zona del Mediterráneo hasta erradicar el mal.

El pez y las aguas de aquella fuente compartieron un momento único en sus vidas con sabor cieno, ambos dieron lo mejor de si, y después, cada uno continuó su largo camino. Las crías de aquellas gambusias fueron a repoblar los países del Mediterráneo, la Fuente de El Roble fue al descuido y al olvido de la importancia que tuvo en erradicar la enfermedad, pero durante un instante, la fuente y el pez, tuvieron a miles de vidas en sus “manos”.


Soneto a la Fuente del Roble.

Rumor en fuente, que del Roble llaman,
a beber tus aguas vuelve sediento,
sabor a cieno por el pensamiento,
quien por las gambusias sus voces claman.
Genista ambarina te cubre y besa
cuando indolente te cubre el pino
tu agua y su sombra dan al camino
de salvar la vida, firme promesa
Siquiera un momento me enamorara.
Que del estómago, mi mariposa,
junto al verde pino revoloteara.
Dice la Luna: Fuente misteriosa:
voces de vida, llevas agua clara,
la salud curada, en tan poca cosa.

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