domingo, 31 de enero de 2010

HAY VECES EN LA VIDA QUE TENEMOS QUE ESTAR TODOS.

Hay veces en la vida que tenemos que estar todos. No importa de dónde vengamos, cómo seamos, ni lo lejos o lo cerca que estemos: lo importante es estar juntos Es como si una fuerza atávica nos empujara a venir y ella misma, la fuerza que nos llama, nos allanara todas las dificultades. Y además, cuando venimos lo traemos todo, para que sea compartido por todos. Son leyes inscritas en el corazón de los miembros de la misma familia y basta la sugerencia de que somos necesarios en un momento determinado y los mecanismos de nuestro subconscientes se ponen en marcha.

Así sucedió en Talayuela en el año de mil setecientos cuarenta y cinco. El motivo era haber pasado por aquí la guerra de sucesión contra los portugueses que ha diezmado este Concejo; las reales contribuciones que se debían al rey; el pleito con la parroquia de Cuacos para mantener cura y culto propio; las rentas a la Ciudad de Plasencia... Los no mas de quince vecinos se reúnen y todos de acuerdo dijeron no encontrar medio alguno para salir de los ahogos en que se hallaba el Concejo sino solo el de la imposición al Censo – pedir un préstamo- para pagar a los acreedores y librarse del rigor del ministro ejecutor... Y de no conseguir dicho Censo algunos vecinos dejarían sus casas por la imposibilidad de pagar. Ante este peligro de despoblamiento de Talayuela deciden pedir un préstamo al convento del señor San Vicente, de la ciudad de Plasencia – actual parador-. Este préstamo ira avalado por un pedazo de tierra con el titulo de dehesa boyal, y otro pedazo de tierra con el nombre de ejido. Para hablar con el prior de este convento enviaron a Andrés Moreno y Agustín Trejo para que en nombre de los vecinos trataran del préstamo necesario. Llevaban además, estos vecinos, las escrituras de sus propiedades personales para poder avalar el préstamo: El Malagón, prados en los Trampales, en las Eras, en el Alcorcito; el huerto de Alva, la Huerta; la casa donde vive Agustín Trejo, en la plaza, y detrás de la plaza, otra casa que hace las veces de mesón… Consiguieron el préstamo y no se despobló Talayuela.

Y, seguramente, este sentido del deber heredado de nuestros antepasados; este sentir que se nos necesitaba; el saber que teníamos que estar juntos; todo eso, seguramente, fue lo que propicio que el sábado, día 30 de enero, estuviéramos en el Maratón por Haití. Ese día, la casa de la Cultura, barco sin mar, unió dos orillas de un mismo mar en el que navegamos simplemente personas, llevando y trayendo a cada una de sus orillas lo que más necesitaba. Allí estábamos y por allí pasamos todos a lo largo de aquel día; si no estuvimos nominalmente si estábamos por medio de los que nos representaban. Abrió el acto el Alcalde y comenzaron a pasar asociaciones de Talayuela: Amas de Casa, Fibromialgia, club ciclista, Jóvenes marroquíes, Santa María de las Lomas, boxeo, escuela de fútbol… grupos que ofrecían sus números musicales, de humor,… en el aire olor a dulces de Marruecos…y siempre niños, jóvenes, adultos… la gente, que sabe arropar y dar calor cuando se trata de cubrir necesidades.

Enhorabuena a todos los que habéis conducido ese Maratón por Haití, y enhorabuena a los que pasasteis por allí: de algunos ha quedado la sonrisa en la foto de facebook, y a todos, la misma sonrisa, nos ayuda a esperar lo mejor de las personas.

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