miércoles, 26 de mayo de 2010

ES DECIR, QUE OS ENCO0NTRAREIS AL LUGARCILLO DE TALAYUELA; PASAREIS POR LA BARCA...(l)

Es decir, que os encaminaréis al lugarcillo de Talayuela; pasaréis por la barca del mismo nombre el caudaloso Tietar… Así cuenta este viajero que se traslada desde Madrid al monasterio de Yuste y pasa por Talayuela en el año de mil ochocientos ochenta y tres. Se trata de don Pedro Antonio de Alarcón, que nace en Granada en el año de mil ochocientos treinta y tres y se traslada a Madrid donde, periodista, escribe novelas de gran éxito (el Hijo Pródigo, El escándalo, el niño de la bola…) y más tarde se dedicó a la literatura de viaje.

Esta narración del viaje desde Madrid al Monasterio de Yuste se la dedica a su amigo el Señor D. Mariano Vázquez, con el que …Juntos hemos hecho, no sólo algunos de los viajes que menciono en la presente obra, como el de Madrid a Toledo y el de El Escorial a Ávila, sino también el muy y más importante de la adolescencia hasta la vejez, pasando por los desiertos de la ambición...

Son amigos, escritor él y maestro de música y director de la sabia Sociedad de Conciertos granadina, Mariano Vázquez. Amigo no solo de Mariano sino de sus hermanos y, todos, compañeros de travesuras en esa edad en que la nunca la travesura será suficientemente grande para quienes viven en la edad de la adolescencia, nunca el entorno en el que viven –las murallas y la ciudad de Ávila- fueron mejores embajadores para llevarles al mundo de la poesía y de la ensoñación y, nunca fue esa edad, mas despreocupada de duelos propios y ajenos que siempre se ven lejanos y fuera de uno mismo...con tu hermano Paco, salimos a esperar a los arrieros que llevan de El Barco de Ávila a la estación de Ávila la rica uva que tanto se estima en Madrid, y nos comimos no sé cuántas libras por cabeza, al otro lado de la ciudad, recostados en una romancesca muralla de color de naranja marchita, dando cara a un paisaje verde y pedregoso, más activos y descuidados que a la presente, y con mucho, muchísimo menos luto en el alma...
Comienza el viaje en Madrid y con una serie de consejos a quien quiera leerle y, tal vez, escucharle y en las que aparecen ya nombres cercanos a nosotros que nos hacen presagiar noticias sobre Talayuela en esta época: …Si sois algo jinete; si contáis además con cuatro días y treinta duros de sobra, y tenéis, por último, en Navalmoral de la Mata algún conocido que os proporcione caballo y guía, podéis hacer facilísimamente un viaje de primer orden... -podéis, en suma, visitar el Monasterio de Yuste.

Se ha de viajar en berlina que sale diariamente de la calle del Correo, a las siete y media de la tarde, que se llama “Diligencia de Cáceres” que, casi todo el trayecto en la oscuridad de la noche, llevará al viajero a Talavera de la Reina, bautizada entonces como Talavera de Republica Federal. En esta ciudad el coche para una hora y el viajero podrá tomar chocolate que le levantara el ánimo.


Esta literatura de viajes mezcla la descripción de la realidad que el escritor observa desde su berlina y los datos históricos que han sucedido en las ciudades, pueblos o lugares por los que pasa el viajero. Da igual que la historia sea remota o reciente para el autor; el sabe que está haciendo historia con sus escritos y sabe que los lugares, mas o menos cercanos que visita, son una fuente de información para aquellos que sentado el la butaca de su casa y con los pies al rescoldo de la lumbre, viajan por los mismos lugares que el viajero les describe con sus escritos; aunque mas cómodamente sentado, sin los rigores del frió o del calor, no sin la misma emoción del que se desplaza en berlina o andando.


Después de pasar por Oropesa y la Calzada… a eso de las doce del día os hallaréis en Navalmoral de la Mata. Once horas y media han pasado desde que salió la Berlina de Madrid hasta su llegada a Navalmoral de la Mata, descontando la hora que se detiene en Talavera, son diez horas y media las que se tardan desde Madrid a Navalmoral en aquel año de mil ochocientos ochenta y tres. Llegados a esta población, el viajero deberá dejar que la Diligencia continúe su propio camino…

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