Y es que una vez llegado a Navalmoral de la Mata, el viajero debe dejar que la Diligencia continué su propio camino y ha de hacer el suyo propio a caballo y con un guía que, previamente, ha contratado en esta localidad. Ha de caminar los kilómetros que no separan de Navalmoral, el mismo autor dice que son doce... os encaminaréis al lugarcillo de Talayuela (12 kilómetros); pasaréis por la barca del mismo nombre el caudaloso Tiétar, tan desprovisto de puentes; entrareis en la celebre Vera de Plasencia…
Desde Talayuela el autor se va a la finca de El Baldio donde pasa unos días en la casa de los dueños y que el autor la describe así:…Cinco kilómetros más abajo de Talayuela, o sea de su barca, hay una hermosa finca, denominada el Baldío, situada en majestuosa, pero muy alegre soledad.
El Baldío forma una especie de anfiteatro sobre el Tiétar, que es su límite al Norte. En medio de este anfiteatro se eleva el caserío, teniendo al Sur un soberbio pinar y a los lados extensos bosques de robles o de encinas. Por las ventanas de todas sus habitaciones, que dan al septentrión, se descubre: primero, una faja de vega, de un kilómetro de ancho, que va a morir en el río; luego el mismo río, orlado de pomposas arboledas, y, a su otra margen, un segundo anfiteatro, que es la Vera de Plasencia, y que termina en las perpetuas nieves de las Sierras de Jaranda y de Gredos.
Las ventanas del Baldío dan, pues, frente al Monasterio de Yuste, escondido en una leve ondulación de la falda meridional de la Sierra de Jaranda, pero cuya situación y cercanías se divisan perfectamente. -Es decir, que el Baldío y Yuste tienen un mismo horizonte y están incluidos en la misma cuenca general del terreno, por cuyo fondo corre mansamente el Tiétar, navegable en aquella región, y tan grandioso y opulento como el propio Tajo, a quien poco después rinde vasallaje…
Estábamos a una legua de Yuste. Esta legua recorre un país abrupto, selvático, atroz; pero pintoresco a sumo grado Hay sobre todo un paraje, llamado la Garganta de Pelotache, que es digno de los honores del pincel y de la fotografía. Allí se despeña rapidísimo un espumoso río por planos inclinados de formidables rocas, sobre las cuales se eleva a extraordinaria altura cierto viejo y gastado puente de tablas, atravesando el cual no puede uno menos de encomendar el alma a Dios. Las orillas de esta semicatarata son de una rudeza y amenidad imponderables, así como es muy celebrada, y ciertamente fresquísima y muy delgada y gustosa, el agua de la gran fuente que de una peña brota al otro lado de aquel abismo.
Pasada la Garganta de Pelochate, podíamos escoger dos senderos para llegar a Yuste: el uno va por Quacos, lugarcillo de 300 vecinos, que, como hemos apuntado, dista un cuarto de legua del Monasterio; el otro... no existe verdaderamente, sino que lo abre cada viajero por donde mejor se le antoja, caminando a campo travieso...
Nosotros escogimos este último, a pesar de todos sus inconvenientes. -Una aversión invencible, una profunda repugnancia, una antipatía que rayaba más en fastidio que en odio, nos hacía evitar el paso por Quacos.
Y era que recordábamos haber leído que los habitantes de este lugar se complacieron en desobedecer, humillar y contradecir a Carlos V durante, su permanencia en Yuste, llegando al extremo de apoderarse de sus amadas vacas suizas, porque casualmente se habían metido a pastar en término del pueblo, y de interceptar y repartirse las truchas que iban destinadas a la mesa del Emperador….
Conque decía que nosotros anduvimos a campo travieso la última media legua que nos separaba de Yuste. Pronto nos sirvió de guía el propio Convento, que vimos aparecer allá a lo lejos, al pie de una árida ladera de Sierra de Jaranda, que lo defiende de los vientos del Norte. -Por la parte del Sur lo resguarda también de las miradas del mundo cierta suave colina, que forma con la dicha sierra una especie de vallecejo o cañada, cuya máxima longitud descubríamos nosotros sin dificultad, por ir entonces marchando de Poniente a Levante.
Finalmente, salimos al camino que vosotros tendríais que seguir para llegar a Yuste, esto es, al que desde el pobre Quacos sube al Monasterio...Una enorme cruz de piedra y una alta cerca o tapia de cenicientos peñones nos decía que allí principiaba la sagrada jurisdicción de Yuste.
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