miércoles, 24 de marzo de 2010

JUEVES SANTO EN TALAYUELA...

Jueves Santo en Talayuela. Son las nueve de la noche en el reloj de la Torre de la Iglesia. En la Plaza Real se va reuniendo la gente por el anuncio que hacen sus campanas al sonar en la torre. Los nazarenos van llenando los aledaños de la entrada a la iglesia mientras hablan en corro y apuran las últimas caladas de los cigarrillos que tienen en la mano. El humo sube hacia el cielo oscuro, iluminado por las farolas de la puerta de la Iglesia de San Martín, como presagio del mejor incienso que se merece el paso al que van a procesionar. Hombres de mirada tranquila, de palabras justas y ajustadas a los comentarios, de conversaciones mantenidas en el corro que nada tienen que ver con lo que sienten en su corazón. El corazón en estos momentos se está preparando para sentir y no para decir. Pasan nerviosas mujeres nazarenas, con la túnica morada pegada a sus piernas por el aire de la prisa que llevan; salen del templo y miran al cielo por si acaso este amenaza lluvia, o lanzan avisos, moviendo sin ritmo ni control las manos, pidiendo prisa a las ultimas nazarenas que, mas tranquilas que ellas, llegan desde todas las bocacalles de la Plaza Real. Prado Breñas, Presidenta de la Cofradía, y mas nerviosa que ninguna, apura las ultimas instrucciones dadas a los nazarenos en el interior del templo, pues ya se oyen las notas de la marcha en la Plaza Real y el paso ha de salir a procesionar.
Jueves Santo en Talayuela, nueve y media en el reloj de la torre de la Plaza Real, sones de banda anuncian la salida del Paso, los nazarenos se colocan los capuchones en la cabeza, se ordenan las filas, los turistas se empinan sobre sus pies para ver mejor. Y, en la puerta de la parroquia de San Martín, aparece el Nazareno, eternamente con su cruz a cuestas, mecido por los esfuerzos de los hombros que lo portan y hay sones de banda en el aire y silencio contenido de emoción en el corazón de todos. Sale el Nazareno para que le miremos este día de Jueves Santo; mejor acaso, para que él nos mire a nosotros, mientras le procesionamos por las calles de Talayuela. Sale el Nazareno vestido en morado y oro, pies descalzos, andando su eterno vía crucis, espalda encorvada por el peso de la Cruz y su mirada. La mirada que a veces le tapa una gota de sangre de su corona de espinas. El morado de sus ojeras hace más profunda e intensa su mirada.
Jueves Santo, nueve y media y el Nazareno en la Plaza Real de Talayuela y arriba el oscuro cielo. Siempre causa admiración el silencio contenido de los cofrades. Alguna lágrima rodará y se fundirá con la cera de las velas que manchan el suelo. Los capuchones en las cabezas de los nazarenos indican, en señal de respeto permanente, la dirección desde donde nos observan, entre las nubes del cielo, la multitud de ojos de los cofrades difuntos, que sacaron este Nazareno antes que nosotros y aguantan expectantes la respiración para no provocar nerviosismo en quienes le sacan ahora. Sale el Nazareno.

El campanario enmudece,
cuando sales de tu casa.
Más cuando sales traspasas
nuestras puertas y florecen.
La Plaza Real parece
Talayuela en un balcón
que arreglada con mantón,
se renueva muchos años.
Pone en Ti sus desengaños,
su Nazareno, sin fin,
que en estos días de abril,
mueres con treinta y tres años.


Este Nazareno, procesionará por la Plaza Real, doblara bajando la calle de Ricardo Redondo, llaneara por la calle Goya y Hernán Cortés… dejando tras de sí el reguero de personas que le han acompañado, mezclando confusos sentimientos: la mujer piadosa, el turista distraído, el hombre silencioso, el niño que llora, el joven bullicioso… Calle de Manuel Mas, los hermanos nazarenos alumbrando con sus velas el paso por esta calle tan de Talayuela. Pasos lentos y cansados, el Nazareno mirando con sus ojos vidriosos, con su cruz a cuestas y detrás el pueblo que no puede faltar nunca en una procesión y en ningún sitio. Y siempre el pueblo… testigos mudos del sufrimiento del Nazareno que portan los hermanos, pero que saben que el sufrimiento comienza en Él y pasa por otros cercanos a ellos. El pueblo que, detrás de esa imagen, sabe que está viviendo un misterio de pasión y compasión; que observan unos ojos mirando tras la oscura ventana, que ven lucir velas en balcones y ventanas para alumbrar a este Paso; el pueblo, testigo mudo, que mira los descalzos pies del Nazareno y sabe que hay que seguir sus pasos.

Y nuevamente la Plaza Real y el reloj en la Torre tan a deshora ya…los hermanos nazarenos abriendo una especie de semicírculo morado y luminoso para que el Nazareno entre en la Plaza Real a los sones de la banda, el silencio en el aire y la emoción en el corazón de los nazarenos y los demás. Llega el Nazareno cansado, casi los cirios gastados, las miradas encendidas de los nazarenos traspasan los agujeros en las telas de su capuchón, supliendo la luz que les falta a los cirios. A la Plaza Real llega el Nazareno cansado, el color morado en sus manos mansas agarradas a la cruz, la sombra de sus ojeras mas grandes que cuando salió y su espalda mas encorvada. Llega a la Plaza Real el Nazareno poniendo tímidamente y de soslayo su mirada sobre los allí congregados para despedirle, antes que entre en la Iglesia y descanse. Y El, el Nazareno, al son de la música, mirando tímidamente, buscando unos ojos que le miren. Se dice que, quien en la Plaza Real se cruce con la mirada del Nazareno, este le dará la luz, sino de ojos, sí de la fe en El.


Con tu sola soledad
entra en tu casa a porfía,
Nazareno, es noche fría
con tu madre La Piedad.
Y en sus brazos descansad
del recorrido que has hecho,
sus manos son dulce lecho,
su cara, toda es bondad.
Más no dejéis de mirar,
adentro del alma mía,
que si ingrata ella olvida,
Tú no la olvides jamás.





SOLO PRETENDEN SER UNAS TROPES PALABRAS DE AGRADECIMIENTO A ESOS HOMBRES Y MUJERES QUE PROCESIONAN, AÑO TRAS AÑOS, ESTA IMAGEN DEL NAZARENO CON LA CRUZ A CUESTAS Y A PRADO BRENAS ESTEBAN SU DEDICACION A LA COFRADIA DEL NAZARENO.

1 comentario:

  1. Miriam Martin Sánchez26 de marzo de 2010, 2:09

    Gracias Toni, por este artículo, me he sentido identificada en él, he vivido muchos años esta experiencia, y has sabido plasmarlo muy bien.

    ResponderEliminar