miércoles, 17 de marzo de 2010

VIENDO L0 RAPIDAMENTE QUE PASAN LAS AGUAS...

Viendo lo rápidamente que pasan las aguas bajo del puente del río Tietar, viendo como las aguas llenan casi las dos orillas de su cauce, en estos días pasados de tanta lluvia, nos acordamos de las palabras del sabio griego: nunca te bañaras dos veces en el mismo río. La rapidez de las aguas deslizándose en su cauce, signo y figura de la rapidez con la que cambiamos las personas a cada instante de nuestra vida, le hicieron decir al griego esas palabras, de que cada vez que te bañes en el rió, ni tú serás el mismo de antes, ni serán las mismas aguas las que te refresquen, pues aquellas habrán pasado ya y tú no serás el mismo que se bañó la ultima vez, aunque sea el mismo cauce.
El Tietar es para nosotros nuestro río. Sus aguas no solo se abrazan a nuestros cuerpos al ducharnos sino que han apagado nuestra sed en los meses de estío. Nuestros campos han sido fecundados por esas aguas en las noches de verano y al ritmo monótono que imponían los motores de gasoil con los que se bombeaban, desde el cauce del río a los aspersores. Una franja de color verde avanza, a uno y otro lado de su cauce, mientras discurre lentamente hasta confundirse sus aguas con el Tajo, en el parque de Monfrague.
Una barca había en este río para pasar desde la comarca de la Vera hasta esta del Campo Arañuelo. En Julio de mil quinientos e ocho años… la barca… es alquilada en pública subasta a quienes la solicitaban… y pertenecía a la Ciudad de Plasencia. Posteriormente pasó a depender del Concejo de Cuacos, con quien hemos tenido más de un altercado por causa del deslinde de unas tierras: … del camino de La Atalayuela salió un hombre con un hacha en la mano diciendo, con imperio y en alta voz: tened allá, que hacen vuestras mercedes… a que respondió que estaban a renovar la jurisdicción del Lugar de Quacos y entonces bolbio a exponer dicho hombre, no tenía Quacos jurisdicción alguna del río para acá… año de mil setecientos ochenta y ocho. En el Interrogatorio de la Audiencia de Cáceres, de mil setecientos noventa y uno se dice: no hai puente alguno, barca una en el Río de Tietar, en la que se paga algún interés como real o dos reales, según la multitud de las aguas, cuios derechos pertenecen al Lugar de Quacos…
No obstante estos y otros datos más, el Tietar es nuestro río. Cuando comenzaban los principios del verano allí íbamos varias familias para lavar toda la ropa del invierno: colchas, mantas, lana de los colchones… aquel día era una fiesta para los niños. Era el primer baño del año en las aguas de aquel río. Solo buscábamos la sombra del puente a medio día, para comer; lo más del día era bañarnos, jugar, pisar aquella arena blanca y el sol se vengaba de nosotros quemándonos las espaldas infantiles. El sol, que nos parecía inocente durante el día, salía en fuego duro de nuestras espaldas y piernas por la noche.
Al este río, también, se venían a tirar las aguas perfumadas con mastranzo, romero, hierbabuena… que la noche de San Juan había purificado la luna en los balcones de las casas amigas. El baño de San Juan…, robar el baño adornado con dulces y frutas que se encontraba en los balcones de las calles, era la ocasión propicia para dar paseos a la luz de la luna por las calles y plazuelas de Talayuela. Las amigas durmiendo juntas en una habitación y soñando a adivinar, tal vez, y poner rostro a su enamorado. Noche de San Juan en la que el roció cura las enfermedades y hace mas hermosas a las jóvenes que se lavaban la cara con el agua perfumada del baño. Al amanecer había que ir a tirar esas aguas al río Tietar y era la ocasión para la comida campestre y los juegos inocentemente infantiles.
Siempre, en la noche de San Juan, habrá una excusa para ilusionarnos contando a nuestros hijos, nietos, o amigos, toda clase de cuentos mágicos, de leyendas, de remedios caseros para curar dolores; historias en las que la mente no es el único instrumento para interpretar la vida que nos sucede.
Después de conocer este río y haber vivido a su lado, seguramente habremos conocido otros; habremos gozado con otras aguas; seguramente no habrán contado las propiedades benéficas de otros ríos y otros baños. Seguramente que si; pero para nosotros nuestro río, es el Tietar y siempre nos bañamos en el mismo río, sean cuales sean el color y el sabor de otras aguas que mojen nuestro cara, pues ya estamos mojados para siempre por el agua de este río.

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