domingo, 23 de enero de 2011

CAMINO DE LA HIGUERA LOCA ( I )

Desde esta Plaza Real de Talayuela, amigo caminante, vamos a hacer ahora el camino que dicen de la Higuera Loca. Nunca sabré por qué se le dio ese nombre a aquellos retoños de higuera que allí nacieron, al iniciarse propiamente el camino, pero sin duda, el que se la diera el nombre de Higuera Loca, alimentaba la imaginación infantil. Nuestra patria es la infancia, decimos ahora que somos mayores, y ciertamente, en ese camino, hay muchos recuerdos de nuestra infancia, de nuestra patria de la que ya salimos exiliados, por la edad.


Ahora salgamos de esta Plaza Real cruzándola, rodeando ese simulacro de fuente que allí existe, con césped artificial, y cruzamos la calle Cardenal Cisneros. Al inicio de esta calle vive Librado Gómez. Librado es hijo de los posaderos Damián y Pilar, y otros hermanos más. Esta familia entre primos hermanos y primos segundos, están emparentados con todas las familias que antaño habitaban esta aldea, allá por los años cincuenta y sesenta. Hizo Librado su propia familia con Chon y, también, criaron hijos. Era Librado ni alto ni bajo, más delgado que gordo, con chispa en el decir y en la conversación, con garbo en el andar, cubriéndose con sombrero su cabeza, vaquero de profesión, talayuelano hasta la médula, con sabor a vino sus palabras, hombre de su casa, de su trabajo y, también, de pandillas de amigos dominicales que recorrían todas las tabernas que había antaño, en esa tarea de no retirarse hasta que todos hubieran pagado una ronda, hombre de ley y de palabra dada que valía mas que cualquier documento escrito. El, y otros como él, ahora son la memoria viva de lo que fue Talayuela. El paso del tiempo le fue arrancando, como arrancamos las hojas del calendario, casi sin darnos cuenta, a muchos seres querido y, ahora, la edad, el tiempo, se le está llevando a él mismo. Seguro que con el poeta piensa, Librado, al ver su cuerpo deteriorado por la edad y en recuerdo a la persona que mas amó y con quien creo su propia familia: ...Venas que humor a tanto fuego han dado, Medulas que han gloriosamente ardido: Su cuerpo dejará no su cuidado. Serán ceniza, mas tendrá sentido. Polvo será, más polvo enamorado... Quevedo.


Los hijos de esta familia han sido un buen regalo para nosotros; ha sido un seducción que la vida nos ha regalado antes de exiliarnos de la patria de la infancia y se perpetua mas allá de los años, creando vínculos tan fuertes que ya superan la lazos propios de la amistad. No han sido personas que están de paso por una etapa concreta de la propia vida si no que han sido capaces de dejar palabras, presencias, acciones, compañías, que han quedado impresas en el alma para siempre. Ese tipo de amistad no es el que siempre nos dice lo que deseamos escuchar, si no que sabe decir lo que no nos gusta de la manera mas pacifica para no lastimarnos más y no permite que una lágrima nuestra caiga al suelo sin pasar antes por su hombro y prestar su pañuelo para enjugarla. José Martí, poeta cubano, lo expresó mejor que estas palabras con sus propios versos: ...tiene el leopardo su abrigo, en el monte seco y pardo: yo tengo más que el leopardo, porque tengo un buen amigo...


Andemos amigos, dejemos el corazón y vayamos a los asuntos, y el asunto es llegar para andarle, el camino que llamamos de la Higuera Loca. Pasaremos un breve trecho, por la carretera que va de Navalmoral a Jarandilla y giraremos a la izquierda por la calle que llaman Felipe Bravo, Alcalde. Es una calle corta como es la vida siempre que se mira desde la atalaya de los muchos años ya vividos. Con este Alcalde vivíamos en la misma calle que ahora llaman de Doctor Marañón, con su mujer Consuelo y sus hijos Flavio y Paula, en aquellos años en que la calle era el salón de estar de todos los vecinos, en las noches de verano. Cada familia tenía los hijos que “Dios quisiera”, no eran tiempos aquellos de planificación de nada. Allí crecimos en la calle como en casa propia, amparados bajo la vigilancia y la responsabilidad de todos los vecinos. Recuerdo a Felipe Bravo montado en su caballo, cuando al atardecer llegaba a la puerta de su casa, de su finca deAl Soto. Un sombrero le cubría su cabeza y una bondad le envolvía todo su cuerpo. Alguna vez nos llevaba a recoger el heno, a un prao que tenían por la Caseta de Tío Rufo, a todos los muchachos de la calle. Eran tarde de calor y de risas infantiles. Tardes de beber agua en barril para sofocar el calor y de merendillas de pan y morcilla que detectábamos entonces y que, ahora, nos parecen un manjar. Eran tardes de picores de polvo del heno que se metía entre la ropa y eran noches de leyendas sentados en las lanchas de las puertas escuchando los relatos de los mayores. Eran noches de pandillas de amigos reunidos para “matar gatos”, o juegos de cinto corrido, o de “la madre”o a policías y ladrones, sin ser consciente ni de lo uno ni de lo otro...Cada uno lleva en su corazón el medio ambiente donde vive...Aquel que no encontró nada bueno en los lugares donde vivió, no podrá encontrar nada bueno en los lugares en los que vive ahora...Proverbio chino. Quien no encontró amigos en la patria de la infancia no será capaz de encontrarlos en la edad en que viva ahora.
TALAYUELA: PINOS, CAMPOS
Y LOS TOROS POR SAN MARCOS.

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